Una historia de ¨¦xito, una historia de sudor
Lance Armstrong tuvo que reconstruir su cuerpo despu¨¦s de superar el c¨¢ncer
Concluido su tratamiento de quimioterapia, terminadas las sesiones radiol¨®gicas, superadas las intervenciones quir¨²rgicas que le han extirpado del cuerpo un test¨ªculo y tumores varios, Lance Armstrong pesa 20 kilos menos que apenas tres meses antes. Tampoco tiene pelo. El calendario se?ala primeros de 1997. Es una persona m¨¢s fuerte sentimentalmente (en su vida acaba de aparecer Kristin Richard), mentalmente (viene de mirar a la muerte cara a cara y de decirle l¨¢rgate) y hasta f¨ªsicamente (un conocido y estudiado mecanismo compensatorio, otro de los insondables secretos que esconde el cuerpo humano, otorga a quien ha superado las m¨¢s duras pruebas la fortaleza que no dar¨¢ nunca a los normales). "Lo que no nos mata nos hace m¨¢s fuertes", escribe Kristin, ahora su mujer, en su diario. Es un hombre preparado para empezar a escribir su historia de ¨¦xito, su obsesi¨®n: el regreso m¨¢s alucinante en la historia del deporte mundial. "Intenta algo que nadie antes ha hecho" (Diario de Kristin, 12 de marzo de 1997). Siendo ciclista esa obsesi¨®n tiene un nombre: Tour de Francia. Lance Armstrong tiene 25 a?os."Lance es mejor ciclista ahora precisamente porque ha pasado un c¨¢ncer", dice Luis Garc¨ªa del Moral, el m¨¦dico espa?ol del US Postal. "No, no, claro que no se lo recomiendo a nadie, pero eso ha sido la clave". Del Moral, que trabaja con el norteamericano desde comienzos de a?o, explica por qu¨¦. Es la teor¨ªa de la reconstrucci¨®n: Armstrong pesa ahora 10 kilos menos que en su anterior ¨¦poca dorada, cuando era un clasic¨®mano de reconocido prestigio, un tipo de gran clase capaz de ganarle a Indur¨¢in el Mundial de 1993 cuando s¨®lo ten¨ªa 21 a?os. Lo que ha hecho tras la enfermedad ha sido decirse que quiere ganar el Tour y que para ello tienen que cambiar su f¨ªsico. Decide perder musculatura, pararse, en su reconstrucci¨®n, plantarse 10 kilos antes. Se pone en manos de su entrenador, Chris Carmichael; se empapa de la filosof¨ªa de su ¨ªdolo, Miguel Indur¨¢in: la historia del ¨¦xito s¨®lo se podr¨¢ escribir despu¨¦s de la historia del sudor. Da con el secreto: debe perder kilos de m¨²sculo, pero no debe perder ni un ¨¢pice de fuerza y debe aumentar, as¨ª, su resistencia. Todo dentro de la fisiolog¨ªa conocida. Todo estudiado. Todo preparaci¨®n minuciosa. Campamentos de trabajo en los Alpes (Clusaz) y los Pirineos (Pau). Trabajo sobre la frecuencia y la cadencia de pedalada. Tras moto y tras coche. Descensos pedaleando. Desarrollos m¨¢s ligeros. Sistema RSM en marcha (un aparato que se coloca en el plato y mide instant¨¢neamente fuerza, cadencia, velocidad, desarrollo...). "Un norteamericano se gasta su primer mill¨®n en un RSM, un europeo, en un coche", dice Del Moral. "?sa es la gran diferencia". Trabajo en equipo: Del Moral, Carmichael, Bruyneel (director del equipo), Armstrong. Se discute, se critica, se planifica, se argumenta y se razona. Un convencimiento sin asomo de duda: el podio del Tour est¨¢ ah¨ª mismo.
Un equipo a su disposici¨®n. Unos corredores que s¨®lo encuentran su justificaci¨®n en el triunfo de su l¨ªder. Un l¨ªder, l¨ªder: s¨®lo la victoria cuenta. El segundo es un derrotado. 500 vatios al umbral, 76 mililitros de consumo de ox¨ªgeno por kilo y por minuto. Datos de superdotado. Ya lo era antes. Ahora m¨¢s. Lance Armstrong es un a mirada dura, de acero. Una vida normal, de americano medio. As¨ª lo contar¨¢ en su autobiograf¨ªa, que se publicar¨¢ pronto; as¨ª se ver¨¢ en la pel¨ªcula sobre su vida que prepara Bud Greenspan, el de la pel¨ªcula de Atlanta 96. Una historia de ¨¦xito. De lo m¨¢s bajo a la cima. Empieza hace casi 28 a?os, en septiembre de 1971, con Linda, una madre soltera de 17 a?os. Un a?o despu¨¦s se casa con el padre de su hijo. Un a?o despu¨¦s se divorcia. Un a?o despu¨¦s se casa de nuevo. Con mister Armstrong. Reconoce a Lance, le da su
apellido.
"Cuando cumpl¨ª 13 a?os y aprend¨ª a odiar, a la primera persona a la que odi¨¦ es a mi padrastro. Poco despu¨¦s nos abandon¨®", cont¨® Armstrong hace tiempo. "S¨ª, me dej¨® su apellido, pero tampoco tiene sentido ahora que me ponga a cambiarlo". Con un f¨ªsico privilegiado se hace nadador, luego triatleta, luego ciclista. Su madre, Linda, con ¨¦l, s¨®lo por ¨¦l. Es su vida. Es su fuerza. Desde lo m¨¢s hondo hasta la cima. Desde El Plano, Texas, hasta el podio de los Campos El¨ªseos. El h¨¦roe americano en Par¨ªs. Ella, con una banderita y un beso.
Es una vida sin dobles sentidos, sin sombras. "Vivir en riesgo es para Lance la verdadera y ¨²nica fuente de conocimiento y de madurez", reflexiona Kristin en sus diarios de Internet. "Para Lance la sabidur¨ªa est¨¢ en vivir al l¨ªmite". Es la filosof¨ªa del riesgo, lo de que la vida es una serie de trapecios de circo. Uno se agarra a uno, se siente seguro, no se mueve. El prototipo de ciudadano an¨®nimo. Otro ve volar otro trapecio m¨¢s all¨¢, oscila, puede ser peligroso soltarse, el vac¨ªo est¨¢ ah¨ª, en medio, amenazante. Armstrong se suelta, sobrevuela el vac¨ªo sin mirar abajo, sin sentir el v¨¦rtigo, sin dejar de respirar. Gana. Es el h¨¦roe. As¨ª ha sido este Tour. Armstrong, siempre al l¨ªmite, ha sobrevolado el recorrido, sus rivales y las trampas tendidas por la prensa. Casi se hunde en el helic¨®ptero que le baj¨® de Piau Engaly. Le acababan de contar que alguien intentaba montarle una historia de corticoides. Tambi¨¦n sufri¨® a partir de los Alpes la presi¨®n insoportable del maillot amarillo. Debi¨® aislarse para seguir volando. Y para poder decir ahora: "Todo lo que se ha escrito sobre m¨ª, todos los rumores, son algo insignificante ahora".
Contaba Raymond Poulidor que cuando alcanz¨® por ¨²ltima vez el podio del Tour fue en 1976, cuando ten¨ªa 40 a?os. Y que aquel a?o fue el que m¨¢s cartas de apoyo y reconocimiento recibi¨®. "Todos los cuarentones de Francia me escribieron para decirme que hab¨ªa dado un nuevo sentido a su vida, que se hab¨ªan dado cuenta que los 40 no eran el fin". Lance Armstrong se pasa un par de meses al a?o visitando enfermos de c¨¢ncer, transmitiendo nuevas esperanzas. ?A cu¨¢ntos no les ayudar¨¢ m¨¢s que nada un maillot amarillo en las espaldas de un texano de acero?
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