"?Ahora? Que nos bajen a unos marcianos"
Con la Copa colocada en el hueco del carro de equipajes destinado a los bolsos, Ra¨²l L¨®pez, base de 19 a?os, encabeza la laureada comitiva espa?ola a su llegada ayer a Barajas. El joven capit¨¢n de la selecci¨®n j¨²nior de baloncesto es muy consciente de lo realizado. Han ganado el Mundial. ?Nuevos retos? "?Ahora? lo ¨²nico que nos queda es que nos bajen a unos marcianos".Puede sonar a bravata, pero vencer a Estados Unidos en baloncesto, sea cual sea la categor¨ªa, bien la merece. Y es que juegan en otra divisi¨®n, lo saben sus adversarios y lo saben ellos. "A la final llegaron con sus walkman, como si aquello no fuera con ellos", sonr¨ªe Carlos Cabezas, autor del triple definitivo.
Son j¨®venes, ninguno supera los 20 a?os, acaban de pasar una de las mejores noches de su vida; no es de extra?ar algo de fanfarroner¨ªa. "Les hemos callado la boca", sentencia Cabezas. M¨¢s tranquilo y sosegado, mucho m¨¢s t¨ªmido, el elegido como mejor jugador de la final, Juan Carlos Navarro,mira ya al futuro. ?A la ACB? Navarro, un escolta de 1,88 metros, es de los pocos que ha dispuesto de alg¨²n minuto en la Liga espa?ola con el Barcelona: "Se deber¨ªa confiar un poco m¨¢s en la cantera. Espero que ahora se den cuenta de que existimos".
A pocos metros, su entrenador alaba a sus pupilos, pero sabe lo dif¨ªcil que lo tienen. "Poquito a poquito ir¨¢n entrando", se autoconvence Carlos Sainz de Aja.
El t¨¦cnico confiesa que la final fue un regalo. "Cuando lo pasamos mal fue en el partido contra Argentina, ¨ªbamos de favoritos y estuvimos a punto de pagarlo", recuerda Sainz de Aja. "El acabar primeros o cuartos no hubiera cambiado nada". No piensan igual sus jugadores. O que se lo pregunten a Germ¨¢n Gabriel, pivot de 2,05 metros, que se hizo con el rebote tras un tiro fallado por su compa?ero Felipe Reyes, y que no ha soltado el bal¨®n desde entonces: "Pienso dormir con ¨¦l". Pocos familiares en la terminal 1 de Barajas. Pero ah¨ª estaba Alfonso Reyes para recibir a su hermano: "Me he tragado todos los partidos". Felipe Reyes, m¨¢s alto (2,00) pero menos corpulento que su hermano, no ha tenido que pegar p¨®sters en su cuarto.
"Me he fijado siempre en mi hermano [mira a su izquierda], incluso cuando se fue al Paris Saint Germain. Me alegr¨¦ por ¨¦l." Y Reyes, Alfonso, se queda con media sonrisa en la boca, orgulloso, mirando hacia arriba.
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