"El Papa es una sorpresa permanente"
Arzobispo de Sevilla. Fraile franciscano, ten¨ªa s¨®lo 37 a?os cuando Pablo VI le hizo arzobispo de T¨¢nger. Naci¨® en Medina de Rioseco (Valladolid) en 1934, y abandon¨® los estudios de Medicina en Valladolid para hacerse fraile en Santiago de Compostela. Fue en 1954. Complet¨® sus estudios de Filosof¨ªa y Teolog¨ªa en el Pontificio Ateneo Antoniano de Roma. Es arzobispo de Sevilla desde 1982. Autor de numerosos libros.
Es como si a un soldado raso le hacen, de la noche a la ma?ana, teniente general. Carlos Amigo era fraile franciscano y profesor de filosof¨ªa en el seminario de Santiago de Compostela cuando le comunicaron que Pablo VI le nombraba arzobispo y lo enviaba a la archidi¨®cesis de T¨¢nger. El cardenal Marcelo Gonz¨¢lez, primado de Espa?a, le consagr¨® en la bas¨ªlica de San Francisco el Grande de Madrid y semanas m¨¢s tarde ya formaba parte de la Conferencia Episcopal del Norte de ?frica, junto a colegas de Libia, Marruecos y Argelia, entre otros pa¨ªses de complicado vivir. As¨ª que a Carlos Amigo se le nota que es un arzobispo fuera de lo com¨²n. Tiene una presencia en los medios de comunicaci¨®n muy por encima de la media entre los colegas eclesi¨¢sticos, su bibliograf¨ªa es abundante (y no s¨®lo sobre temas religiosos) y, sin salirse de la doctrina, suele mojarse con originalidad en asuntos nada comunes.
Pregunta. Usted ha escrito un libro, El mensaje del Papa. Juan Pablo II habla a los hombres, en el que dice que el Papa piensa con una l¨®gica distinta a los dem¨¢s. "El concluye y t¨² tienes que estar averiguando por qu¨¦ llega a esa conclusi¨®n". ?No cree que resulta tambi¨¦n, muchas veces, desconcertante?
Respuesta. No es que algunas veces nos sorprenda, es que nos sorprende permanentemente. No es un Papa que se repite. Es una persona de una gran creatividad y tiene una vida de fe muy profunda, de forma que esas inspiraciones del esp¨ªritu son una sorpresa permanente.
P. El otro d¨ªa, en una catequesis multitudinaria, ha dicho que el cielo no est¨¢ en un lugar concreto entre las nubes. Supongo que ¨¦sa es la doctrina oficial, pero sorprende que aborde el tema en ocasi¨®n tan intrascendente.
R. Claro, en plenas vacaciones del verano y el Papa nos habla del cielo. Pero regresaba de un breve descanso en el valle de Aosta, entre paisajes bell¨ªsimos, bajo un cielo muy hermoso, y supongo que, en este final del milenio, ¨¦l, que conduce a la Iglesia al tercer milenio, ha pensado como Abraham, que quer¨ªa llevar a su pueblo a la tierra prometida. Te sorprende, pero es muy l¨®gico y muy hermoso lo que dijo.
P. Parece que est¨¢ dispuesto a viajar a Irak, rompiendo el bloqueo internacional impuesto por EE UU.
R. S¨ª, s¨ª. Es otra sorpresa, ?no? El programa de la celebraci¨®n del tercer milenio, a sus a?os y con sus limitaciones f¨ªsicas, es impresionante, y todo ese viaje, tambi¨¦n.
P. Usted dijo, cuando la guerra del Golfo, que de la guerra no se aprende nada, que es una lecci¨®n de la que s¨®lo se sacan lamentos. Aquello ocurri¨® en enero de 1991 y ya ha habido otras muchas guerras terribles.
R. De la guerra no se saca nada, s¨®lo heridas que no cicatrizan casi nunca. Lo a?os que han pasado, y todav¨ªa encuentro, en mis visitas a pueblos de Andaluc¨ªa, no voy a decir que odio, porque las generaciones se han esforzado en olvidar y superarse, pero s¨ª, despu¨¦s de tant¨ªsimos a?os, huellas y cicatrices profundas metidas en el alma de las personas con amargura tremenda.
P.Por seguir con las amarguras, ?cu¨¢l es su opini¨®n sobre lo que est¨¢ pasando en muchos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina? Usted es, por nombramiento papal, miembro de la Pontificia Comisi¨®n para Am¨¦rica Latina y preside, adem¨¢s, la Comisi¨®n de Misiones de la Conferencia Episcopal Espa?ola. ?Qu¨¦ puede hacerse para acabar con tanta pobreza, con tanta guerra e injusticia?
R. He visto pa¨ªses muy ricos y con mucho dinero, que tienen, al mismo tiempo, much¨ªsima pobreza e injusticia. No solamente por la mala distribuci¨®n de la riqueza, sino por otras muchas causas. A veces se me ha dicho, en alguna tertulia de periodistas, que soy demasiado condescendiente con los pol¨ªticos, en referencia a los de mi archidi¨®cesis, y quiero volver a repetirlo aqu¨ª, si me lo permite. Porque reitero la defensa muy grande del pol¨ªtico, no de este partido o del otro, sino sobre el papel del pol¨ªtico en la sociedad. Un pa¨ªs que no tiene t¨¦cnicos, los puede importar. Pero los pol¨ªticos no se importan. As¨ª que he visto pa¨ªses con unas fuentes de riqueza enormes y, por carecer de aut¨¦nticos l¨ªderes y pol¨ªticos, se quedan estancados, hundidos en el horror, la pobreza y la injusticia, efectivamente. El dinero no remedia la pobreza, sino las personas, la educaci¨®n, la libertad, los pol¨ªticos inteligentes.
P. El cardenal Taranc¨®n dec¨ªa que con Gobiernos menos cat¨®licos y de izquierdas la Iglesia vive mejor. Usted no se quejar¨¢; en Andaluc¨ªa, Taranc¨®n hubiera sido feliz, ?no?
R. Llegu¨¦ a Andaluc¨ªa cuando los socialistas ganan las elecciones. Ven¨ªa de T¨¢nger, donde fui arzobispo durante nueve a?os conviviendo con otras religiones y culturas, y aprend¨ª a valorar a las personas m¨¢s all¨¢ de cualquier condicionamiento. S¨ª, me llevo bien con los pol¨ªticos, aparte de que cada cual mantenga sus posiciones, y yo las m¨ªas las he mantenido siempre y he tenido que hacer algunas denuncias. Pero salvando siempre las buenas relaciones personales, que son ex celentes.
P. El cardenal Taranc¨®n le llam¨® a T¨¢nger, a Marruecos, en 1981 para dirigir en Madrid los ejercicios espirituales de la Conferencia Episcopal Espa?ola en pleno. ?C¨®mo le recuerda?
R. Me llamaba "el amigo Amigo" y yo le quer¨ªa mucho. Era una persona muy inteligente, una persona extraordinaria, que hizo una gran labor en unos momentos muy dificiles para todos, tambi¨¦n para la Iglesia.
P. Evit¨®, entre otras cosas, que la Iglesia apoyase a un partido cat¨®lico contra todos los dem¨¢s. Imagino que algunos obispos no eran de la misma opini¨®n. ?Fue usted testigo de discusiones sobre ese asunto?
R. Hubo discusiones, s¨ª. Est¨¢n en las hemerotecas. Hubo partidos que se declaraban cristianos y que nos acusaron incluso de haberles dejado en la estacada. Pero la Iglesia ni tiene ni necesita un partido que la represente. La Iglesia prefiere que las personas creyentes participen en pol¨ªtica, en el partido que sea.
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