El perfil del espectador de cine responde a j¨®venes urbanos y de clase media-alta

Ir al cine ha adquirido un componente elitista del que carec¨ªa hace unos a?os y representa hoy un valor de modernidad. Es una afici¨®n cultivada, sobre todo, por menores de 30 a?os, de clase alta y media-alta, con estudios universitarios y educados en la cultura audiovisual, seg¨²n el ¨²ltimo anuario de la Sociedad General de Autores y Editores. La asistencia a las salas se ha convertido en una ocupaci¨®n urbana: m¨¢s del 60% de los cin¨¦filos vive en las grandes ciudades. Madrid, Barcelona, Valencia y el Pa¨ªs Vasco encabezan la afici¨®n cinematogr¨¢fica en Espa?a.

El cine despierta entre los espa?oles un fuerte atractivo: en una escala de inter¨¦s de uno a seis, la media es de cuatro, y un 50% se sit¨²a en el cinco y seis, seg¨²n los datos de 1998, publicados recientemente en el anuario de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Sin embargo, tanto el inter¨¦s como la asistencia al cine est¨¢n fuertemente influidos por la categor¨ªa social, el nivel cultural y la edad. Es muy escasa la presencia de espectadores pertenecientes a clases media-baja o baja, con estudios inferiores a secundaria, residentes en zonas de menos de 30.000 habitantes y mayores de 45 a?os.Adem¨¢s, el cine no est¨¢ recuperando espectadores perdidos. ?stos se desenganchan a partir de los 35 a?os, y no s¨®lo porque asumen responsabilidades familiares, sino -y sobre todo- por el precio, que aparece como un elemento que frena incluso a los m¨¢s cin¨¦filos: el 32% de los que acuden m¨¢s de tres veces al mes declara que no va m¨¢s porque es caro, lo que indica que este h¨¢bito es muy sensible al aumento del coste de la entrada. Entre otras cosas, porque la televisi¨®n y el v¨ªdeo ofrecen alternativas razonables.

Navidad y verano

En comparaci¨®n con otros pa¨ªses europeos, Espa?a es uno de los que muestran una frecuencia m¨¢s elevada de asistencia al cine por habitante. En 1998 se vendieron 105 millones de entradas (un 2,3% m¨¢s que en 1997), que representan 2,7 entradas por habitante. S¨®lo los islandeses (8,1 entradas por habitante), irlandeses (3,1) y luxemburgueses (2,8) acuden m¨¢s al cine. Le siguen Francia y Noruega (2,5), el Reino Unido (2,4), B¨¦lgica y Suiza (2,2), Alemania, Austria, Italia y Suiza (1,7).Pero, frente a este lado favorable a los h¨¢bitos cinematogr¨¢ficos de los espa?oles, aparece otro menos amable acerca del poder de convocatoria del cine espa?ol: en 1998 se vendieron 12,8 millones de entradas para ver pel¨ªculas espa?olas, un 12% del total, lo que supone un leve descenso del porcentaje de 1997, 13,1. En todo caso, esta cuota de mercado est¨¢ muy lejos del 30% que representa el cine franc¨¦s e italiano en sus respectivos pa¨ªses.

El cine espa?ol figura como el preferido por las mujeres y los espectadores de m¨¢s edad (sobre todo, de entre 45 y 55 a?os) y diplomados; pero tambi¨¦n por personas sin estudios y quienes pueden identificarse con las clases sociales m¨¢s bajas. Y surge como el favorito de los que apenas van al cine. El cine europeo est¨¢ restringido a cin¨¦filos, y el que se lleva la palma, el 70%, es el estadounidense, especialmente entre los que van al cine con m¨¢s asiduidad y entre los menores de 20 a?os.

Enero y agosto son los meses en los que la gente asiste m¨¢s al cine. Las navidades, el fin de a?o y el desembarco de la factor¨ªa Disney en las pantallas se presentan como excelentes reclamos. Esos d¨ªas acaparan el 11% de las ventas de entradas, y en agosto, por el impacto de los cines de verano, el 8%. Y primavera es la peor ¨¦poca para colocar una pel¨ªcula.

La geograf¨ªa de la asistencia al cine se va concentrando en Madrid (20,7%), Barcelona (15,9%), toda la costa mediterr¨¢nea (Valencia, 5,9%), incluyendo C¨¢diz y Sevilla; Pa¨ªs Vasco (5,5%), Zaragoza (3,3%), las zonas urbanas de Galicia y Asturias y las islas. Por el contrario, Segovia y Soria, ?vila, Huesca, Cuenca, Guadalajara, Huelva y Palencia no alcanzan el 0,5%. Aparici¨®n del "megaplex" Estos datos, que proceden del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura y la SGAE, confirman que sentarse delante de la gran pantalla (en 1998, los cines espa?oles ofrecieron 1,8 millones de sesiones, un 19% m¨¢s que el a?o anterior) resulta cada vez m¨¢s una actividad urbana. Las ciudades con menos de 200.000 habitantes pierden progresivamente clientes, y este fen¨®meno origina una poderosa influencia en la reconversi¨®n de la oferta de salas.

En las ¨¢reas metropolitanas est¨¢ surgiendo una nueva oferta de ver cine, los megaplex. A¨²n sin consolidarse, representa un nuevo concepto de exhibici¨®n que concentra, en grandes complejos, varias decenas de salas de exhibici¨®n, una m¨²ltiple oferta de pel¨ªculas, una gama elevada de actividades de ocio, ¨¢reas comerciales, aparcamientos y otros servicios complementarios. Todo esto hace que los megaplex ejerzan una poderosa capacidad de atracci¨®n para los espectadores. Seg¨²n la SGAE, su aparici¨®n hace pensar que el fen¨®meno reciente de los multicines (algunos con tan s¨®lo tres a?os de vida), que renovaron la oferta de salas en los barrios y rehabilitaron algunos de los grandes edificios de cine, est¨¢ amenazado a medio plazo. A esto se a?ade la existencia de muchas pantallas que se encuentran por debajo de niveles de uso que las haga rentables. De las 3.000 pantallas que existen en Espa?a, casi 500 (el 15%) no alcanzaron 100 sesiones en 1998. El nuevo modelo de megaplex introduce tambi¨¦n interrogantes acerca del tipo de p¨²blico e incluso acerca de la forma de ver cine y de seleccionar la pel¨ªcula.