El vaiv¨¦n que alivia la can¨ªcula
"El abanico ha sido el precursor del periodismo. En el siglo pasado, las noticias pol¨ªticas se imprim¨ªan en forma de vi?etas en la parte superior del abanico, llamada pa¨ªs. As¨ª los espa?oles burlaban a la censura y se enteraban de lo que suced¨ªa". Eso dice Arturo Llerandi, que lo sabe todo sobre la historia del abanico. Lleva 53 a?os detr¨¢s del mostrador de la Casa de Diego, una de las tiendas m¨¢s antiguas de la ciudad, en la Puerta del SolDesde su fundaci¨®n, en 1850, se venden aqu¨ª abanicos en verano y paraguas y bastones en invierno. "Los abanicos los dise?amos, los producimos, los vendemos e incluso los reparamos nosotros", afirma Arturo, due?o y alma de la casa. "Yo con cuatro a?os ya estaba aqu¨ª", recuerda, fum¨¢ndose un puro, de pie. "Soy la cuarta generaci¨®n, y mis dos hijos, la quinta", a?ade con orgullo.
Casa de Diego tiene hoy mucho prestigio en Madrid. Todas las folcl¨®ricas compran en esta tienda sus abanicos para trabajar. "Aqu¨ª compraba Lola Flores", evoca. Y es que no le faltan clientes ilustres. Las casas reales, en su mayor¨ªa, se abastecen aqu¨ª: la espa?ola, por supuesto, pero tambi¨¦n la tailandesa, por citar un ejemplo. Lady Di llev¨® uno de los abanicos de Llerandi el d¨ªa de su boda. El ex presidente de Italia Sandro Pertini, la mujer de Jruschov, el Ballet Nacional... la lista es muy larga. Sin embargo, los mejores clientes de la casa son nacionales, se?ala. "Hay muchos extranjeros que visitan mi tienda, pero son los espa?oles los que se llevan los abanicos m¨¢s caros", revela Llerandi. Como los de decoraci¨®n, que cuestan como m¨ªnimo 10.000 pesetas.
El precio de este "objeto de vestido y tocado", seg¨²n su ep¨ªgrafe comercial, var¨ªa entre 200 pesetas y varios millones. "Depende de lo que quieras ponerle", apunta. "Si deseas engarzarle una esmeralda o que un pintor famoso decore su tela, puede ser muy caro", a?ade.
De hecho, Napole¨®n regal¨® a Mar¨ªa Luisa en sus bodas, en 1810, abanicos montados con brillantes y esmeraldas por un valor de 9.000 francos. Hoy, en cambio, las espa?olas suelen gastar entre 2.000 y 4.000 pesetas para un abanico. Y prefieren la decoraci¨®n con flores. "El abanico tambi¨¦n es v¨ªctima de la moda", asegura Llerandi. "Antes prefer¨ªan los colores lisos; ma?ana, qui¨¦n sabe", a?ade. ?Y los hombres? "Todo el mundo compra hoy abanicos", contesta. "Vendo mucho a los hombres, que prefieren art¨ªculos m¨¢s peque?os, que quepan en el bolsillo de la chaqueta", precisa. En el pasado, los varones usaban los abanicos sobre todo en sus casas o en los casinos. "Se refrescaban con el peric¨®n, que es m¨¢s grande y da m¨¢s viento", describe. En la actualidad, el peric¨®n se utiliza s¨®lo en los tablaos flamencos, mientras que a los hombres les causa todav¨ªa un poco de verg¨¹enza llevar uno. "Es como cuando las mujeres no fumaban por la calle o no se pon¨ªan pantalones", observa Llerandi, que espera la emancipaci¨®n masculina para poder ampliar su negocio.
Por supuesto, es posible encargar un abanico a medida del gusto personal. Las novias, por ejemplo, suelen pedir abanicos que hagan juego con el traje de boda. "La reina Sof¨ªa requiere cada a?o dos abanicos", indica el due?o de Casa de Diego. "Los hacemos como ella desea, muy sencillos: de colores lisos, adornados de plata o de oro y de tama?o para el bolso", a?ade. La fabricaci¨®n de los abanicos es muy compleja y necesita el toque de las manos artesanas para que pueda convertirse en un objeto art¨ªstico. Se empieza por los varillajes (la parte dura); una vez listos, hay que calarlos, es decir, hacer los agujeritos, e iluminarlos de colores; mientras, se pintan las telas, se hacen los encajes y, por fin, se monta.
La elecci¨®n de los materiales es important¨ªsima para determinar la calidad y, por supuesto, el precio del abanico. El varillaje puede ser de marfil, de n¨¢car, de concha o de hueso, en su versi¨®n m¨¢s costosa; de madera (de pl¨¢tano, abedul, peral, manzano, bocap¨ª, d¨¢gane, ¨¦bano y s¨¢ndalo, entre otros) para el uso diario; y de bamb¨² o hasta de nacarina, es decir, de pl¨¢stico. "Una porquer¨ªa", comenta. La tela es generalmente de algod¨®n para que mantenga el pliegue. Se colorea con pinturas al agua, acr¨ªlicas o con cola de conejo, una especie de pegamento. "Incluso se puede colorear con clara de huevo, pero jam¨¢s con pinturas aceitosas, porque se pegan y tardan mucho en secarse", explica el due?o de Casa de Diego.
El encargo m¨¢s raro que Casa de Diego ha recibido hasta el momento fue un abanico decorado con la cabeza de un toro. "Una mujer quiso regal¨¢rselo a su marido, ganadero. Al retirarlo, nos explic¨® que se trataba de un toro al que le hab¨ªan indultado durante una corrida en Las Ventas", recuerda Llerandi. "Nos re¨ªmos much¨ªsimo al hacerlo", agrega. Tambi¨¦n le han pedido abanicos con la foto de ni?os, de novias, de perros, de caballos o con versos.
Historias tristes no faltan en el repertorio de este productor. "Una vez, un se?or vino a restaurar un antiguo abanico isabelino, de mucho valor", recuerda. "El objeto se qued¨® en mi tienda casi tres a?os, hasta que un d¨ªa apareci¨® el hombre para intentar retirarlo. Para su sorpresa, se lo entregu¨¦. Me cont¨®, entonces, que se lo hab¨ªa regalado a su mujer cuando eran novios. Poco despu¨¦s de dejarlo para restaurar, muri¨® su mujer, y por eso no volvi¨® a retirarlo. Tenerlo en su casa le causaba demasiada nostalgia. Aquel d¨ªa me lo regal¨®; todav¨ªa lo guardo con mucho respeto", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Arturo Llerandi
- Opini¨®n
- Declaraciones prensa
- Puerta del Sol
- Gente
- Artesan¨ªa
- Distrito Centro
- Complementos moda
- Vivienda
- Belleza
- Distritos municipales
- Moda
- Ayuntamiento Madrid
- Ayuntamientos
- Madrid
- Confecci¨®n
- Gobierno municipal
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n local
- Pol¨ªtica municipal
- Arte
- Urbanismo
- Cultura
- Espa?a
- Pol¨ªtica