22.000 vecinos intentando reconciliarse en 20 iglesias
Los 22.000 habitantes de Omagh est¨¢n convencidos de que el atentado del pasado a?o quiso sabotear el primer carnaval en su historia abierto a todos los habitantes, cat¨®licos (60%) y protestantes (40%), de la localidad. La fiesta iba a ser anunciada con un desfile por la calle del Mercado, su arteria comercial y donde estallar¨ªa la bomba a las tres y media de la tarde. La polic¨ªa la ha cortado al tr¨¢fico este fin de semana para que los ciudadanos puedan recordar tranquilos a sus muertos.En las 20 iglesias urbanas, cualquiera que sea su credo, ser¨¢ le¨ªda la misma oraci¨®n: "T¨®canos, Se?or, con tu valor y sana nuestras heridas. Haznos valedores de la paz". Ser¨¢ un acto multitudinario de reconciliaci¨®n al que asistir¨¢ Mo Mowlan, ministra brit¨¢nica para Irlanda del Norte. Algunas familias no saben todav¨ªa si podr¨¢n resistirlo. Para Mick Grimes, el hombre que m¨¢s seres queridos perdi¨® en la matanza, este primer aniversario representa un dur¨ªsimo trago.
El caso de Grimes
Su esposa, Mary; su hija Avril, embarazada de gemelos, y una nieta de 20 meses, Maura, perecieron al instante al salir de la tienda de ropa donde hab¨ªan comprado regalos para otra hermana mayor, tambi¨¦n a punto de dar a luz. Grimes padre tiene una vaquer¨ªa en Beragh, aldea situada a 16 kil¨®metros de Omagh. Como todos sus vecinos, oy¨® la deflagraci¨®n sin darse cuenta de que era una bomba.Horas despu¨¦s, y cuando la polic¨ªa hab¨ªa identificado ya a su hija y a su nieta, los agentes se llevaron un vaso con las huellas dactilares de su mujer. El mundo se le vino abajo. Llevaban juntos 44 a?os, ten¨ªan 9 hijos, 2 hijas y 15 nietos, y eran un ejemplo de armon¨ªa familiar. "Algunos d¨ªas me siento tan mal que creo que no podr¨¦ levantarme. Las tres est¨¢n presentes en cada rinc¨®n de la casa, pero no volver¨¢n. Es espantoso", ha reconocido.
En Omagh, una obra p¨²blica cargada de simbolismo est¨¢ siendo ultimada para que la pr¨®xima Navidad sea algo m¨¢s llevadera. Es el puente peatonal sobre el r¨ªo Camowen que enlazar¨¢ un distrito cat¨®lico y otro protestante.
Los campos de deportes puestos a disposici¨®n de ambos vecindarios tratan de demostrar que el sabotaje terrorista no consigui¨® romper la convivencia.
Omagh es un ejemplo m¨¢s de ciudad martirizada, pero la decidida reacci¨®n de sus habitantes ha otorgado nuevo valor a eso tan trillado de que la uni¨®n hace la fuerza.
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