El Guerruj hizo mejores a todos
El atleta marroqu¨ª program¨® una carrera mort¨ªfera pero a su medida, que acab¨® con todos sus rivales. Cacho deja paso a Reyes ?stevez a la cabeza del medio fondo espa?ol
Tantas veces celebrada por su belleza t¨¢ctica, por su capacidad para medir el ingenio y el ojo de los mediofondistas, esta vez el 1.500 fue la apoteosis del hombre llevado a sus l¨ªmites. Cada cual se midi¨® contra uno mismo, sin otra distracci¨®n que la b¨²squeda de recursos f¨ªsicos para soportar una carrera implacable, un matahombres que abund¨® sobre la idea que se tiene de El Guerruj como uno de los m¨¢s grandes de la historia. ?El m¨¢s grande? Cuesti¨®n de ¨¦pocas y gustos. Pero con el reloj por medio, nadie puede detener a El Guerruj, que tuvo una actuaci¨®n gloriosa. Lineal si se quiere, porque nadie pudo seguir su ampl¨ªsimo paso, pero abrumador por la magnitud de la marca: 3.27.65 minutos, un tiempo que s¨®lo cab¨ªa aceptarse en las mejores reuniones de verano, cuando los d¨®lares llueven sobre los superclases y las liebres que aceleran la carrera. Lo grandioso de El Guerruj es que en esta ocasi¨®n s¨®lo entraban en juego su prestigio y su voluntad de borrar a todos los dem¨¢s: los que corr¨ªan contra ¨¦l en Sevilla y todos los h¨¦roes del pasado, contra los que se mide el marroqu¨ª en su deseo de convertirse en el m¨¢s grande. Por esa sola raz¨®n, porque El Guerruj corr¨ªa contra la historia, result¨® memorable la actuaci¨®n de Est¨¦vez, Cacho y D¨ªaz. Tercero, cuarto y quinto. Los tres espa?oles comprendieron muy pronto que la carrera no era para pusil¨¢nimes. Puesto que no hab¨ªa t¨¢ctica, tendr¨ªa que haber sufrimiento, cada uno interpret¨¢ndo su mejor versi¨®n hasta el ¨²ltimo metro. No fue casualidad que los tres hiciran su mejor marca del a?o, y en el el caso de Est¨¦vez y D¨ªaz su mejor registro personal.Durante toda la final se produjo la impresi¨®n de que suced¨ªa algo extraordinario. Desde el purismo a la final le falt¨® matices. No hubo varias carreras dentro de una. S¨®lo se corri¨® una, la que quiso El Guerruj, y ¨¦sa ven¨ªa marcada desde el cuartel marroqu¨ª, que sacrific¨® sin ning¨²n rubor al joven Kauch. Hizo de liebre con la precisi¨®n de un metr¨®nomo. Le hab¨ªan dicho que pasara el 400 en 54 segundos. Y eso hizo. Ten¨ªa que reventar la carrera y no dar opci¨®n alguna a los rivales de su l¨ªder. "Ha sido descarado, asqueroso", dijo Est¨¦vez, que probablemente pens¨® en una carrera dur¨ªsima, pero no de este calibre.
Teledirigido por El Guerruj, Kauch pas¨® por los 800 metros en 1.52.15, el tiempo que se pide a las mejores liebres kenianas en Oslo o Z¨²rich, las t¨ªpicas carreras donde El Guerruj act¨²a con una contundencia imperial. Para los espa?oles la aventura resultaba m¨¢s complicada. Ninguno de los tres se encuentra en condiciones de seguir ese ritmo sin pagar unas consecuencias alt¨ªsimas.
Sin embargo, los tres aceptaron el desaf¨ªo. Si ten¨ªan que correr en los tiempos de paso del r¨¦cord del mundo, lo har¨ªan. Esa determinaci¨®n tuvo un car¨¢cter emocionante. Demostraron coraje, y a nadie defraudaron. El estadio ten¨ªa un aspecto magn¨ªfico. El grader¨ªo lleno, los gritos de ¨¢nimo a los atletas espa?oles, la atm¨®sfera el¨¦ctrica que preside los acontecimientos especiales. Tambi¨¦n desde ese lado, la final fue cumbre. No se borr¨® el p¨²blico, no se borr¨® El Guerruj, no se borr¨® Ngeny, no se borraron los espa?oles. Otra cosa es que nunca tuvieran la oportunidad de ganar la carrera. Pero eso depend¨ªa de El Guerruj, que program¨® una carrera mort¨ªfera pero a su medida.
Todos en fila, sin ninguna posibilidad de montar un ataque en condiciones, siguieron a Kauch y El Guerruj. Ngeny, siempre tercero. Cuarto, Cacho, siempre vigilante a la espera del alg¨²n imprevisto que le obligara a saltar al escenario. Pero Kauch segu¨ªa con su ritmo implacable. El 1.52 de los 800 metros actu¨® como un elemento disuasorio para Ngeny y para Cacho. Sab¨ªan muy bien que no pod¨ªan intervenir contra El Guerruj. El ¨²nico que hizo un movimiento agresivo fue Est¨¦vez. Fue poco antes de los 800 metros. Rebas¨® a Morceli, se coloc¨® junto a Cacho y le sobrepas¨® con cierta facilidad. Cacho le mir¨®: significaba el final de sus aspiraciones. El podio comenzaba a quedarle lejos. La gente estall¨® en un griter¨ªo cuando Est¨¦vez ejecut¨® su plan, como si todav¨ªa quedara esperanza frente a El Guerruj, que ya estaba solo al frente de la hilera, cada vez m¨¢s desperdigada. Por detr¨¢s, D¨ªaz luchaba de forma indesmayable para intentar el contacto con Cacho. No hab¨ªa m¨¢s caso: los puestos casi estaban repartidos desde el comienzo.
El acto de fe de Reyes Est¨¦vez le abre un nuevo camino como atleta. Hace dos a?os, se col¨® en la ¨²ltima recta para alcanzar el tercer puesto. Esta vez ya no est¨¢bamos ante un atleta que tanteaba sus posibilidades con alguna timidez. Est¨¦vez funcionaba como un atleta que esta llamado a acercarse a El Guerruj. De eso se trat¨® en su ataque sobre Cacho y Ngeny. Hubo un momento durante la ¨²ltima vuelta donde Est¨¦vez parec¨ªa un firme segundo. All¨ª le falt¨® ese cinco por ciento que no tiene despu¨¦s de la lesi¨®n. Ngeny fue h¨¢bil. No se ceb¨® con El Guerruj y tampoco lo hizo con Est¨¦vez. Le dej¨® hacer durante 100 metros, hasta la ¨²ltima curva. All¨ª sobrepas¨® al espa?ol con el paso elegante y ligero de los kenianos. El Guerruj ya no estaba all¨ª. Corr¨ªa varios metros por delante. Su zancada amplia y eficaz causaba admiraci¨®n. Su resistencia frente al sufrimiento, tambi¨¦n. Volaba a un ritmo muy cercano al r¨¦cord del mundo, algo desconocido en un campeonato de estas caracter¨ªsticas, sean Mundiales o Juegos Ol¨ªmpicos. Nunca se hab¨ªa visto nada semejante. El Guerruj lo supo 30 metros antes del final. Se dispon¨ªa a terminar una obra maestra. Lo hizo entre besos y saludos. Ya no le importaba otra cosa que certificar su condici¨®n de legendario en activo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.