"Quieren que coja miedo y me vaya"
La pesadilla empez¨® para Montserrat Piera hace un a?o. El piso de alquiler en el que viv¨ªa con su marido desde que se casaron, hace ahora nueve a?os, deb¨ªa ser desalojado a petici¨®n del propietario, el hotel Montecarlo, con entrada por La Rambla de Barcelona. Situado en la plaza de la Villa de Madrid y junto al hotel, el piso tiene un contrato de alquiler antiguo a nombre del suego de Montserrat Piera. Su marido muri¨® en diciembre y ella no tiene ning¨²n derecho sobre la vivienda. Es consciente de su indefensi¨®n legal y se muestra pesimista: "Tengo todas las de perder porque el contrato est¨¢ a nombre de mi suegro. Pero las 250.000 pesetas que me ofrece el hotel como indemnizaci¨®n para que me vaya no son suficientes". Montserrat y su hijo son los ¨²nicos vecinos que quedan en el inmueble. Tiene 42 a?os y cobra una pensi¨®n de viudedad de 37.995 pesetas al mes. Es auxiliar de geri¨¢trico y cada ma?ana durante una hora ayuda a una mujer mayor a asearse cuando se levanta. Cobra 1.000 pesetas por d¨ªa, con lo que suma 20.000 a la pensi¨®n. Con estos exiguos ingresos asegura que no puede costearse un alquiler "de hoy en d¨ªa". Ahora paga 6.000 pesetas al mes, "pero ahora los alquileres son muy caros y no creo que encuentre nada por menos de 35.000 pesetas", reflexiona. De modo que lo que quiere es que se le proporcione una vivienda que pueda pagar. "Los del hotel me llaman okupa y dicen que no tengo derecho a nada", explica esta mujer de estatura baja y expresi¨®n gris. "Yo soy la primera que querr¨ªa irme, porque ya no estoy a gusto, pero no puedo". El hotel Montecarlo considera que la historia no tiene vuelta de hoja. Su director, Carles S¨¢nchez, califica de "obra de caridad" no haberla echado a¨²n, puesto que Montserrat Piera est¨¢ "ocupando" un lugar que no es suyo. El contrato no est¨¢ a su nombre y "ni siquiera hab¨ªa sido traspasado a su marido a la muerte de su suegro". Adem¨¢s, asegura que no paga y que "se le hizo una oferta de un piso de alquiler a cargo del hotel y no fue aceptada. Tambi¨¦n se le ha ofrecido dinero, pero la ambici¨®n le ha podido y no quiere marcharse". La situaci¨®n se ha endurecido este verano. La inquilina asegura haber sufrido "presiones" por parte del hotel. Por ejemplo, durante 11 d¨ªas de agosto se le cort¨® el agua: "Ten¨ªa que subirla de una fuente con jarras de pl¨¢stico". Carles S¨¢nchez asegura que la inquilina no paga el agua. Montserrat Piera se queja tambi¨¦n de que alguien le ha sacado una reja de protecci¨®n de la escalera, con lo que cualquiera puede entrar en su casa por la ventana. "Quieren que coja miedo y me vaya", afirma. La inseguridad se ha apoderado de ella y ahora cierra todas las ventanas, aunque s¨®lo baje a la calle un momento. El caso est¨¢ ahora en el juzgado, que determinar¨¢ qui¨¦n tiene raz¨®n. Ernest Fuertes, de la Asociaci¨®n de Vecinos del Barri G¨°tic, afirma que desde la asociaci¨®n se conocen muchos casos de "extorsi¨®n a los vecinos para que se vayan de sus casas" por parte de los propietarios, interesados en que dejen las viviendas. Les cortan servicios p¨²blicos como el suministro de agua o de luz, o dejan de reparar los desperfectos del edificio. El barrio se muestra reticente a las "grandes inversiones de multinacionales y otras empresas que expulsan a los vecinos". Uno de ellos se queja de que el barrio se est¨¢ convirtiendo en un lugar inh¨®spito por la noche: "Cuando cierran las tiendas, esto se queda vac¨ªo. Cada vez hay menos vecinos y eso agrava los problemas de inseguridad".
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