ABECEDARIO ANDALUZ Yirona
A. R. ALMOD?VAR Junto con la aspiraci¨®n y el seseo, el ye¨ªsmo es una de las tres caracter¨ªsticas m¨¢s acusadas del andaluz, o espa?ol meridional. Tal vez incluso m¨¢s que las otras dos. Se trata de la anulaci¨®n del par castellano ll/y, en favor de la segunda consonante, por lo que aqu¨ª suenan lo mismo se call¨® y se cay¨®, pollo y poyo. Sin grave riesgo de confusiones, pues afecta a pocas palabras y, adem¨¢s, para eso est¨¢ el contexto, como tambi¨¦n ocurre con el seseo/ceceo y con el ustedes/vosotros. Curiosamente, tres fen¨®menos que parecen ir en la misma direcci¨®n simplificadora y expansiva. No en vano el ye¨ªsmo est¨¢ muy arraigado tambi¨¦n en el espa?ol de Am¨¦rica, pues de aqu¨ª salieron igualmente los trasplantes. Por su fuerza contagiosa parece haberse ido extendiendo a otras zonas del espa?ol peninsular. Y eso que originariamente no es un fen¨®meno surgido aqu¨ª, ya que se le apuntan indicios castellanos en el XVI. Pero lo que no cabe duda es de que aqu¨ª se extiende y afianza, a pesar de que era todav¨ªa censurable en el XVIII, como algo "demasiado" andaluz. Don Ram¨®n de la Cruz lo excluye por eso de su clich¨¦ de sainetista madrile?o. Y un c¨¦lebre epigrama de Tom¨¢s de Iriarte pretend¨ªa ridiculizarnos por su uso a finales del Siglo de las Luces: "O¨ª zalameras voces/ de veinte damas ceceosas./ Las unas ya muy gayinaz/ y las otras a¨²n muy poyaz". Y "andaluces de la Alcarria" son hoy llamados los ye¨ªstas de Brihuega (Guadalajara), por sus vecinos. En total, un ejemplo paradigm¨¢tico de c¨®mo lo de menos es el origen hist¨®rico de un fen¨®meno ling¨¹¨ªstico, sino su implantaci¨®n e irradiaci¨®n. Deber¨ªan tenerlo muy en cuenta quienes no hacen otra cosa que intentar desnaturalizar el habla andaluza con sospechosos cuestionamientos de pedigree hist¨®rico. Los reductos que quedan en Andaluc¨ªa de conservaci¨®n de la ll castellana se mantienen a duras penas, aunque son muy llamativos. En el borde oriental: V¨¦lez Rubio, Santiago de la Espada, o Puebla de don Fadrique, aqu¨ª s¨®lo las mujeres. En el occidental onubense: Cala?as, Cabeza Rubia, Paimogo (el pueblo de Vaz de Soto), Santa B¨¢rbara, Valdelarco -muy intenso-, haci¨¦ndose costero en el popular Lepe. En Sevilla, la zona de Bollullos de la Mitaci¨®n y El Viso del Alcor -muy intenso tambi¨¦n-. Salpicaduras, pocas, en otras provincias. Este turbi¨®n fon¨¦tico, el ye¨ªsmo, es capaz de engullirse cualquier otra cosa que pase por sus cercan¨ªas. Como ha ocurrido con ese vano intento del catalanismo cateto a lo Pujol, de obligarnos a pronunciar Girona, con un fonema que el castellano licenci¨® en el siglo XVI, en favor de la jota, junto con la x de M¨¦xico. Lo m¨¢s que podemos hacer por ¨¦l es lo que ya hacemos: Yirona. Eso es lo que hay.
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