Persecuci¨®n final
Kipketer alcanz¨® a Sepeng en el ¨²ltimo suspiro de los 800 metros
Tiempo atr¨¢s, una final de 800 metros pod¨ªa librarse en medio de un combate estrictamente t¨¢ctico, asunto que conven¨ªa a los especialistas de 1.500. Bajaban de distancia, aprovechaban su sabidur¨ªa en el cuerpo a cuerpo y se llevaban la victoria frente a los especialistas puros. Quiz¨¢ la ¨²ltima vez que se vio una carrera de ese estilo fue en los Juegos de Mosc¨². Steve Ovett se aprovech¨® de la ingenuidad de Sebastian Coe para ganar con una marca de 1,45 minutos. Steve Ovett comentaba ayer para la televisi¨®n brit¨¢nica la final de 800 metros. Comentaba una carrera en la que no se reconocer¨ªa. Ahora se trata de una prueba de velocidad, una extensi¨®n de los 400 metros donde la t¨¢ctica importa relativamente poco. Lo decisivo es la capacidad para apurar la velocidad al l¨ªmite.Nada lo reflej¨® mejor que la llegada de Wilson Kipketer y el surafricano Hezekiel Sepeng. Entraron en la parrilla como dos velocistas y de la misma forma se jugaron la victoria: se lanzaron en plancha despu¨¦s de dos vueltas sin freno. En el ¨²ltimo metro, gan¨® Wilson Kipketer, que sufri¨® como un caballo para derrotar al rocoso surafricano.
Sepeng convirti¨® los 800 metros en una carrera de persecuci¨®n. Le persiguieron a ¨¦l. No se equivoc¨® como en Atlanta, donde contaba como principal favorito. All¨ª se enred¨® en una selva de atletas y codos que le impidieron la victoria. Gan¨® el noruego Vejborn Rodahl, un ochocentista que ha ca¨ªdo en barrena en los dos ¨²ltimos a?os. Sepeng sali¨® derrotado de Atlanta pero tuvo el hist¨®rico honor de convertirse en el primer atleta de raza negra que consegu¨ªa una medalla para Sur¨¢frica. En su figura se representaba el cambio pol¨ªtico y el camino hacia las libertades que se hab¨ªa emprendido en su pa¨ªs.
Aquella carrera de Atlanta estuvo marcada por la ausencia de Kipketer, el mejor ochocentista de la historia. En el cap¨ªtulo de la estad¨ªstica, no hay quien pueda compararse con ¨¦l. Ha conseguido diez de las veinte mejores marcas de todos los tiempos, es el plusmarquista de la distancia y la media de sus diez mejores registros es de 1.42.06. Nadie puede acercarse a esos n¨²meros. A la contundencia de las cifras a?ade un estilo maravilloso. Hay fot¨®grafos que dicen que no logran conseguir una im¨¢gen suya con un pie sobre la pista. Parece que flota. Et¨¦reo y eficaz a la vez, Kipketer ha dominado los 800 metros desde los Mundiales de Gotemburgo.
Keniano de nacimiento, aprendiz en el c¨¦lebre colegio cat¨®lico de Saint Patricks que diriga el sacerdote irland¨¦s Colm O"Connor, Kipketer abandon¨® Kenia para residir en Dinamarca. Las malas lenguas dec¨ªan que lo hizo porque no consegu¨ªa colocarse entre los mediofondistas m¨¢s prometedores de Kenia. En Dinamarca conoci¨® a Slavomir Nowak, un viejo entrenador de la escuela polaca. La conexi¨®n funcion¨® instant¨¢neamente. Desde 1994, Kikpketer (29 a?os) ha sido la gran referencia mundial en los 800 metros. Sus problemas con la federaci¨®n de Kenia le impidieron acudir a los Juegos de Atlanta. Su antiguo pa¨ªs obstaculiz¨® todo lo que pudo la concesi¨®n del pasaporte dan¨¦s a Kipketer.
En la victoriaa de Kipketer en Sevilla hay algo de milagroso. A comienzos de 1998 se sinti¨® enferm¨® en el Algarve portugu¨¦s, donde se entrenaba. Le detectaron la enfermedad de la malaria contra¨ªda durante una visita a Kenia.
"Al borde de la muerte"
El proceso tuvo una gravedad extrema. "S¨®lo me di cuenta que hab¨ªa estado al borde la muerte cuando todo pas¨®". Kipketer regres¨® a la competici¨®n en malas condiciones. En los Europeos de Budapest termin¨® ¨²ltimo. Muchos pensaron que la era Kipketer hab¨ªa llegado a su fin. Su respuesta ha sido sonora. Kipketer ha dominado esta temporada con la facilidad de los viejos tiempos. S¨®lo ayer se encontr¨® con un adversario sin complejos.La carrera no obedeci¨® a una estrategia muy simple. Se trataba de correr a todo trapo. Por eso ya no hay especialistas de 1.500 en los 800 metros. Todo es demasiado r¨¢pido, no hay espacio ni tiempo para la t¨¢ctica. El keniano Kimwetich lanz¨® la final con un parcial de 23 segundos en los primeros 200 metros. Una locura. Trabajaba para su jefe, el joven Kimutai. Ocurri¨® algo extra?o, sin embargo. El argelino Said, un atleta duro como el pedernal, se aventur¨® hasta el primer puesto con un paso seco, muy duro de seguir. 50,11 segundos en los 400 metros. Con ese tiempo se han logrado en las reuniones de verano marcas cercanas al r¨¦cord del mundo. Kipketer se sinti¨® un poco desconcertado. Todo discurr¨ªa muy r¨¢pido y con escaso control. Entonces apareci¨® Sepeng, que sigui¨® al argelino y abri¨® un hueco de cinco metros con respecto a Kipketer. Un movimiento valiente y certero. Si Kipketer quer¨ªa ganar, tendr¨ªa que exprimirse como un lim¨®n. Los ¨²ltimos 250 metros fueron una persecuci¨®n en toda regla de Kipketer al surafricano. "Sab¨ªa que iba a coger a Sepeng. El ¨²nico problema es que cada vez ten¨ªa menos tiempo para conseguirlo y no estaba seguro de atraparle antes de la l¨ªnea de llegada", dijo Kipketer. Fue una recta prodigiosa. Sepeng se resisti¨® con un coraje emocionante. Por detr¨¢s llegaba el ¨¢gil Kipketer, que tuvo que forzar su zancada m¨¢s que nunca. Parec¨ªa humano, se le ve¨ªa pisar el suelo. Ten¨ªa que hacerlo para rebasar a Sepeng. Lo consigui¨® en la parrilla, pero esa circunstancia no le aseguraba el triunfo. Su rival no deca¨ªa. Sepeng se lanz¨® hacia la l¨ªnea; Kipketer, tambi¨¦n. Lo hizo como un velocista, como el brit¨¢nico Colin Jackson. Necesitaba ara?ar una cent¨¦sima. Ara?¨® dos. Las dos que le dieron la victoria sobre un gran Sepeng en una carrera formidable, una carrera donde ya s¨®lo hay sitio para gente muy r¨¢pida.
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