La ilusi¨®n perdida
"Ilusi¨®n" fue la palabra elegida por los partidos nacionalistas en Euskadi para designar la supuesta actitud de la sociedad vasca ante la tregua de ETA y la firma del Pacto de Lizarra. Con m¨ªnimas variantes, los voceros del PNV, EA y EH afirmaban que el porvenir se presentaba cargado de "ilusi¨®n" o que los proyectos pol¨ªticos esbozados como alternativa al orden constitucional eran "ilusionantes". Tambi¨¦n era ¨²til el t¨¦rmino para cargar contra los aguafiestas, los pol¨ªticos estatales, y en particular el Gobierno, que por acci¨®n u omisi¨®n intentaban destrozar las venturosas ilusiones de los vascos. La novedad del ¨²ltimo comunicado de ETA es que los destinatarios de la cr¨ªtica no son los malos de siempre, sino los nacionalistas democr¨¢ticos, con el PNV a la cabeza, y por ello el estropicio causado por los destrozones es mayor. Tras destacar que "la primera caracter¨ªstica del proceso que empez¨® hace un a?o es la esperanza y la ilusi¨®n creadas", sensible siempre a las frustraciones y dolores ajenos, ETA se lamenta de que la corriente parece estancarse y con ello se presenta el riesgo de "tirar a la basura la ilusi¨®n creada en la sociedad vasca". Ante ello ha de reaccionar y lo hace, como siempre, esgrimiento la amenaza.La lectura del texto deja ver claramente en qu¨¦ consist¨ªa esa "ilusi¨®n", adjudicada al conjunto de los vascos, pero en realidad propia del arco abertzale que va de Egibar a ETA: el enorme alivio que experiment¨® la sociedad vasca ante la suspensi¨®n del terror deb¨ªa servir para la puesta en marcha de un proceso de secesi¨®n, a corto plazo para unos, sumido en la indeterminaci¨®n del "soberanismo" para los moderados. Pero ¨¦sta era su ilusi¨®n, y para convertirla en general resultaba preciso que en las elecciones previstas los votantes respondieran a la intimidaci¨®n planteada de modo coral por los partidos de Lizarra: votadnos, porque as¨ª ETA, generosa como es, dejar¨¢ para siempre de matar, y no lo hag¨¢is a los estatalistas porque de su intransigencia resurgir¨¢ el terror. No era paz por presos, sino paz por soberan¨ªa. Pero el electorado no se movi¨® sustancialmente, y tampoco lo hicieron las encuestas que prueban una y otra vez que la opci¨®n independentista sigue siendo muy minoritaria entre los vascos. Como adem¨¢s el PNV pag¨® electoralmente la factura de la operaci¨®n, cosa l¨®gica dado su seguidismo respecto de los mucho m¨¢s claros EH-HB-ETA, y las capitales y principales ciudades reventaron con su voto la perspectiva de una Asamblea de Municipios a lo Chaves, el desencanto hab¨ªa de venir. Y como tantas veces sucede, lleg¨® en forma de s¨ªmbolo, con la colocaci¨®n de la bandera espa?ola por el alcalde peneuvista de Bilbao. La legalidad era respetada. El PNV, despu¨¦s de tantas proclamas antiestatalistas, segu¨ªa estando a las duras y a las maduras. Reflexi¨®n de ETA: si va a seguir todo dentro del Estatuto, ?de qu¨¦ sirve Lizarra? No es extra?o que vea amenazada su ilusi¨®n.
El a?o transcurrido desde Lizarra prueba que en la sociedad vasca sigue existiendo un leve predominio nacionalista, pero que con terror o sin ¨¦l la lucha por la independencia es cosa de una minor¨ªa activa. ?ste es el peligro hoy, al contemplar ETA como se va aproximando a un callej¨®n sin salida pol¨ªtica a pesar de sus avances electorales: a eso llama "pudrirse la situaci¨®n". Como es un peligro para el proyecto nacionalista la bipolarizaci¨®n inducida por el frente nacional PNV-EA-EH, nada rentable electoralmente, pero que hace subir el ¨ªndice de disgregaci¨®n, con el papel creciente de EH y un PP que capta un voto urbano antinacionalista que sin la aceleraci¨®n radical no tendr¨ªa raz¨®n de ser. As¨ª que de construcci¨®n nacional, nada, y de fractura mucho. S¨®lo queda inducir a la Asamblea de Municipios a que emprenda por su cuenta y riesgo, sin las capitales y las principales ciudades, el camino "soberanista", aspiraci¨®n de ETA y EH, para que la quiebra pol¨ªtica de Lizarra sea absoluta. La "democracia vasca" mostrar¨ªa de paso todo su potencial antidemocr¨¢tico. Ahora bien, tampoco conviene ese bloqueo general de las expectativas, de las "ilusiones nacionalistas". Alguna vez los partidos constitucionales, y sobre todo el Gobierno, a pesar de la larga noche electoral en que entramos, han de superar su actual condici¨®n de espectadores.
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