"El ajedrez desarrolla mi mente"
Se nota que tiene ocho a?os cuando habla de Ast¨¦rix o hace rabiar a Julia, su hermana menor. Pero su comprensi¨®n de la endiablada estrategia del ajedrez es asombrosa. Como muchos ni?os prodigio, tambi¨¦n destaca en las matem¨¢ticas y la m¨²sica. Su victoria sobre John Nunn, un gran maestro de primera fila, ha llevado el nombre de David Howell a la primera p¨¢gina de los diarios y a las conversaciones en los pubs desde el domingo. No est¨¢ obsesionado con ser un gran campe¨®n; dice que el ajedrez le divierte y le ayuda.Su madre, Angelina, nacida en Singapur, asesora escolar de ni?os chinos, se disculp¨® ayer nada m¨¢s abrir la puerta de su casa en Seaford, ciudad costera al sur de Inglaterra: "Esto es un desorden absoluto. Llevamos todo el verano de torneo en torneo y ahora nos vamos a Grecia, al Campeonato de Europa sub10".
Lo m¨¢s impresionante de la victoria de Howell sobre Nunn, que tambi¨¦n fue un talento precoz, no es el hecho en s¨ª, sino c¨®mo se produjo: el gran maestro rechaz¨® una variante de tablas y fue superado en el final (posici¨®n con pocas piezas), que es la parte m¨¢s dif¨ªcil del ajedrez por la t¨¦cnica que requiere. Y David apenas ha estudiado libros de finales; los juega bien por pura intuici¨®n. "Mi jugador favorito es Capablanca, aunque tambi¨¦n disfruto mucho con las partidas de Bobby Fischer y Gari Kasp¨¢rov", dice Howell. Es muy significativo que cite al legendario campe¨®n cubano (1888-1942), porque Capablanca aconsejaba precisamente el estudio de los finales.
El primer contacto de David con el tablero, cuando ten¨ªa cinco a?os, tambi¨¦n recuerda a los de muchas estrellas. Su padre, Martin Howell, m¨¦dico, que siempre hab¨ªa visto el ajedrez con simpat¨ªa por sus virtudes pedag¨®gicas, invirti¨® una libra esterlina (260 pesetas) en comprar un juego para David; pocas horas despu¨¦s, el padre era derrotado por el hijo. Pero ¨¦ste matiza: "Eso no quiere decir que yo sea un genio, sino que ¨¦l jugaba muy mal".
Sin embargo, Angelina se qued¨® at¨®nita pocos d¨ªas m¨¢s tarde: "Estaba en la cocina y me sorprendi¨® que ¨¦l moviera las piezas r¨¢pidamente. Le pregunt¨¦ qu¨¦ hac¨ªa y me explic¨® que reproduc¨ªa de memoria una partida entre dos aficionados que hab¨ªa visto el d¨ªa anterior. A continuaci¨®n me se?al¨® cu¨¢l hab¨ªa sido el error de uno de ellos, el se?or Wilson. Luego comprob¨¦ que era cierto".
En el colegio, David va un a?o adelantado a los ni?os de su edad, a pesar de que sus frecuentes viajes le obligan a grandes esfuerzos de recuperaci¨®n: "A veces me cuesta un poco, pero lo hago con gusto. Por ejemplo, ped¨ª a mis padres que me llevasen a un museo donde hab¨ªa estado mi clase unos d¨ªas antes para hacer un trabajo sobre ¨¦l". La madre a?ade: "Una vez se neg¨® a resolver un rompecabezas que hab¨ªa formado parte de las actividades de la semana anterior. Dijo que ¨¦l ya se hab¨ªa roto la cabeza jugando al ajedrez". Su vida social no parece problem¨¢tica: "Algunos compa?eros est¨¢n un poco celosos, pero noto que a la mayor¨ªa le gusta decir que son mis amigos".
Angelina y Martin dan claras muestras de que no pretenden crear un campe¨®n: desconocen el cociente intelectual de su hijo, no le presionan para que se entrene todos los d¨ªas -como hacen de forma sistem¨¢tica los mejores ajedrecistas sub10 de no pocos pa¨ªses- y buscan una educaci¨®n integral: "Lo importante es su formaci¨®n humana y acad¨¦mica. Si termina una carrera y luego quiere ser jugador profesional, puede ser una opci¨®n v¨¢lida, pero falta mucho para llegar a eso".
David coincide con ellos, y no le interesa especialmente batir las marcas de quienes han sido grandes maestros a los 14 a?os: "Aunque sufro bastante cuando pierdo por jugar mal, disfruto mucho en los torneos. Siento que el ajedrez desarrolla mi mente; adem¨¢s, me permite viajar y hacer amigos. Pero voy partida a partida, sin metas fijas".
Comprende que los ni?os y las ni?as disputen competiciones separadas: "Hasta los diez a?os, la diferencia es peque?a. Pero despu¨¦s los chicos juegan mucho mejor. A m¨ª no me importar¨ªa que jug¨¢semos mezclados, pero para ellas podr¨ªa ser muy duro". A David le gusta el f¨²tbol, la nataci¨®n, los documentales sobre animales -"pero no los de fieras"-, los juegos de estrategia y los viajes: "Aprendo mucho en otros pa¨ªses. El mes que viene jugar¨¦ el Mundial sub10 en Oropesa. Me han dicho que es un sitio muy bonito". Y jugar al ajedrez contra una m¨¢quina: "Prefiero los rivales humanos, pero me gusta ganar al programa que tengo, porque entonces suena una m¨²sica muy bonita", reconoce.
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