'Comerse' la guitarra

Hac¨ªa tiempo que Vicente Amigo no tocaba en Madrid, y como quiera que es uno de los grand¨ªsimos virtuosos que hoy tenemos en la guitarra flamenca, sus conciertos se convierten de principio a fin en una exultante celebraci¨®n de poder¨ªo. Es la primera impresi¨®n que uno saca escuch¨¢ndole. Salvo alg¨²n tema en solitario y aislados fragmentos de otros, en que Amigo nos regala ciertamente una m¨²sica que no parece de esta tierra, se vuelca casi constantemente en el poder¨ªo de las grandes capacidades f¨ªsicas, que le permiten una rapidez, unos picados y unos efectos espectaculares. Es lo que decimos de muchos j¨®venes guitarristas de ahora, que se comen la guitarra. Vicente Amigo tambi¨¦n se la come, por supuesto, pues est¨¢, quiz¨¢, m¨¢s dotado que nadie, pero cuando acelera hasta lo imposible y todo lo que nos llega es un mar de percusiones en que silencia su propia guitarra, perdemos el hilo de la m¨²sica y penetramos en desaforados ritmos discotequeros.

Pero cuando toca de verdad Vicente Amigo, tan flamenco ¨¦l, con ese dominio en profundidad de lo jondo, sin la mec¨¢nica inevitable a que debe ceder cuando se aceleran los toques, realmente es un m¨²sico fuera de lo com¨²n.