T¨¤rrega, cuenta atr¨¢s y despegue
Son las 12.30. El autob¨²s llega a T¨¤rrega. Si en vez de vallas hubiera barricadas, ser¨ªa signo de que lo que se espera es una revoluci¨®n. El sargento jefe de la Polic¨ªa Local de T¨¤rrega, Francesc Mart¨ª, un aut¨¦ntico veterano de la Fira, lo tiene todo controlado. "Buen rollo", explica desde debajo de su casco y subido a la moto mientras discute la ubicaci¨®n de unas vallas que no acaban de cumplir su cometido. Est¨¢ supervisando lo que dentro de pocas horas, en una superproducci¨®n de Hollywood, ser¨ªa la toma de la Bastilla. El sol cae a plomo (fundido), pero cuando ven a un reci¨¦n llegado con sandalias le advierten de que por la noche hace fr¨ªo. Es necesario calzado cerrado y jersey de algod¨®n (aviso para sans coulottes). Una ojeada r¨¢pida, los t¨¦cnicos ultimando los escenarios, basta para comprender que todo est¨¢ a punto para recibir a las 120 compa?¨ªas, los m¨¢s de 600 programadores acreditados y los 100.000 espectadores. Poca broma. A las 13.30, las calles de T¨¤rrega est¨¢n casi desiertas. Un clown vestido de beb¨¦ y dentro de su cochecito motorizado se lanza escaleras abajo reproduciendo la escena de El acorazado Potemkin, pero huyendo de una verdadera jaur¨ªa de ni?os aulladores. Es la primera performance de una feria que tiene en el teatro de calle su principal eje tem¨¢tico. Buscando la sombra se ven grup¨²sculos de j¨®venes que reproducen una est¨¦tica que oscila entre el foc de camp y Woodstock y que, a la que llegue la noche, ser¨¢n los verdaderos protagonistas de T¨¤rrega. Camino del c¨¢mping, un chaval con mochila llega de Lleida: con 16 a?os, es su primera Fira. Piensa ver teatro, en la calle porque es gratuito, pero no sabe qu¨¦. Es la t¨®nica general entre el p¨²blico de menos de 20 a?os. En el c¨¢mping, dos de la tarde, el paisaje es el de un vasto desierto polvoriento y unas pocas tiendas. El s¨¢bado, d¨ªa de m¨¢xima afluencia, llegar¨¢ a albergar a m¨¢s de 8.000 campistas. Quien sabe echar unas mazas al aire o hacer volar un di¨¢bolo, all¨ª puede exhibirse. Hasta bien entrada la noche es un jolgorio, lo que serguramente es uno de los mayores atractivos de la Fira. El calor es de lipotimia, y las escasas sombras se pueblan de figuras yacentes y exhaustas junto a botellas de agua. Tres de la tarde, centro de acogida de programadores. Vienen de todo el mundo, pero para Teresa Duran, la responsable, los m¨¢s curiosos son los seis procedentes de Jap¨®n. Tambi¨¦n han venido de Nueva Zelanda, de Eurodisney Par¨ªs y de Port Aventura. Seg¨²n sus datos, el volumen de contrataci¨®n supera los 3.000 bolos. El n¨²mero de programadores se mantiene estable. "Ya no puede crecer", explica Duran, "porque no podemos atender a la demanda de invitaciones, que ya est¨¢n agotadas". La base de datos de la Fira de T¨¤rrega cuenta con m¨¢s de 2.000 fichas actualizadas de programadores, agencias, productores e instituciones, y se mantiene viva todo el a?o. Cuatro de la tarde. Entre los exhibidores adictos a la Fira est¨¢ Carles Trevi?o, responsable de Free Arts. "De hecho, los ya famosos seis japoneses vienen desde el festival Daidogei, en la ciudad de Shizouka, atra¨ªdos por Free Arts. "Lo que nos han pedido muchos festivales", a?ade Trevi?o, "es que reproduzcamos la idea de nuestro Pati Free de T¨¤rrega, el ritmo trepidante en la sucesi¨®n de artistas, lo que es muy adaptable tanto de espacio, como de p¨²blico o dinero". Precisamente en el Pati Free, a partir de las cinco de la tarde, se vieron ayer los primeros espect¨¢culos, el circo de pulgas de Petits Miracles, Ane Monro Theatre y su The plague en clave de commedia dell"arte, Les Zanimos y su espect¨¢culo hecho a base de legumbres y al actor y cantante Bernard Massuir. Fue por la noche, sin embargo, cuando se inaugur¨® oficialmente la 19? Fira de Teatre al Carrer de T¨¤rrega con el despliegue terrenal de la v¨ªa l¨¢ctea y personajes lunares a cargo de la compa?¨ªa francesa Des Quidams et Inki"nito, un espect¨¢culo de calle de gran formato que define la esencia de T¨¤rrega. Una revoluci¨®n teatral.
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