Dinero falso para los presos
La Casa de la Moneda imprime para las c¨¢rceles billetes de mentira pero dif¨ªciles de falsificar
La Real Casa de la Moneda ha comenzado a fabricar unas peculiares pesetas para un sector especial de los residentes en Espa?a, los presos, que se ven obligados a utilizar dinero ficticio en la compra de sus productos de uso diario. El reglamento interno de las 74 c¨¢rceles espa?olas proh¨ªbe a sus internos utilizar dinero de uso com¨²n dentro del recinto, lo que ha llevado a la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias (dependiente del Ministerio del Interior) a encargar la fabricaci¨®n de billetes "simulados" a la Casa de la Moneda.
Como en el juego del Monopoly, los presos disponen de billetes de cartulina plastificada de 100, 200, 500, 1.000, 2.000 y 5.000 pesetas para realizar sus compras en el economato de las c¨¢rceles.
Pero debido a la especial picaresca de los usuarios de estos billetes, la Casa de la Moneda ha aplicado a este proyecto las mejores medidas de seguridad y control para crear unos billetes m¨¢s dif¨ªciles de falsificar que los del popular juego de mesa.
Este nuevo sistema es, en realidad, un perfeccionamiento del m¨¦todo anterior, que consist¨ªa en la utilizaci¨®n de unos vales espec¨ªficos de cada c¨¢rcel, aunque eran demasiado f¨¢ciles de falsificar y no formaban un sistema homog¨¦neo.
El dinero de cart¨®n se ha impreso en cuatro colores, de forma que cada centro penitenciario puede cambiar en cualquier momento el aspecto de la moneda y as¨ª, garantizar un mayor nivel de seguridad.
Esta forma de pago se utiliza en los 74 centros penitenciarios existentes en Espa?a, salvo en un grupo reducido de c¨¢rceles en las que se emplea un sistema de tarjetas magn¨¦ticas recargables.
Cada preso tiene derecho a gastar hasta 8.000 pesetas cada semana en el economato de la c¨¢rcel, siempre y cuando el recluso disponga de una cuenta bancaria para descontar dicha cantidad y en la que los familiares pueden realizar ingresos.
Los economatos -nombre con el que se denomina a las tiendas de las c¨¢rceles- ofrecen tabaco, bebidas no alcoh¨®licas, alimentos en conserva, caf¨¦ e incluso productos de higiene personal si al preso le disgustan los que facilitan gratuitamente en el centro.
Si los reclusos tienen el capricho de adquirir un producto del exterior que no est¨¦ en el economato, como un pantal¨®n vaquero, unas zapatillas de marca o cualquier otro objeto, de compra legal, por supuesto, pueden hacerlo sin l¨ªmite de gasto y sin necesidad de utilizar moneda f¨ªsica, siempre y cuando cuenten con dinero suficiente en su cuenta corriente.
Para efectuar esta compra, el preso tan s¨®lo tiene que presentar una solicitud y un funcionario penitenciario realiza la adquisici¨®n y le entrega el recibo al solicitante con el importe, que es descontado de su cuenta bancaria.
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