Bombas en Mosc¨²
Un nuevo atentado criminal ha reducido a escombros otro edificio de viviendas en Mosc¨², causando la muerte probable de un centenar de personas y desmintiendo el posible car¨¢cter accidental del anterior. Actos de este tipo, que persiguen provocar una enorme alarma social, han ocurrido en otras partes del mundo. Pero, a diferencia de la bomba contra un edificio federal en Oklahoma o el gas sar¨ªn en el metro de Tokio, estas mort¨ªferas explosiones -tres en diez d¨ªas, con unos 250 muertos- se producen en un Estado en crisis inmerso en una lucha de poder. El presidente Yeltsin ha realizado un dram¨¢tico llamamiento a la "guerra contra el terrorismo". Cabe dudar de su capacidad para librarla.Como en la explosi¨®n del pasado jueves, nadie ha reivindicado el atentado de ayer. El Gobierno de Chechenia, la rep¨²blica independentista, ha rechazado cualquier relaci¨®n, como lo ha hecho uno de los l¨ªderes rebeldes del vecino Daguest¨¢n. No obstante, varios indicios apuntan en esa direcci¨®n. Los separatistas isl¨¢micos en Daguest¨¢n -contra cuya rebeli¨®n cre¨ªa haber ganado Mosc¨² la guerra desde el aire sin necesidad de intervenci¨®n terrestre- ampliaron primero sus blancos en territorio cauc¨¢sico con un atentados con coche bomba contra civiles, y, de confirmarse su responsabilidad, habr¨ªan optado por trasladar la guerra a Mosc¨², una ciudad de por s¨ª poco segura.
En cualquier caso, estos atentados y la propia guerra de Daguest¨¢n se han convertido ya en factores de primer orden en la lucha por el poder que se libra en Rusia. Yeltsin, en su recta final, est¨¢ acorralado por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que afectan a su familia y colaboradores. ?l u otros podr¨ªan verse tentados de utilizar la lucha contra el terrorismo para influir sobre el desarrollo de las elecciones legislativas y las posteriores presidenciales. En esta situaci¨®n, no est¨¢ claro el papel de los servicios de espionaje, de los que proviene el nuevo primer ministro, Vlad¨ªmir Putin.
En momentos como los presentes es cuando m¨¢s se evidencia la descomposici¨®n del Estado. Rusia es hoy un pa¨ªs en el que es posible la compra de casi cualquier tipo de armamento. Por eso inquieta m¨¢s que en cualquier otro lugar la posibilidad de un terrorismo con armas de destrucci¨®n masiva, una hip¨®tesis sobre la que los expertos alertan desde hace a?os. El Estado ruso no ofrece garant¨ªas de un eficaz control de las armas nucleares o de materiales para fabricarlas, como los que est¨¢n semiabandonados en la pen¨ªnsula de Kola y en el ?rtico. El terrorismo que aqueja estos d¨ªas a Mosc¨² puede acabar afect¨¢ndonos a todos.
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