Lenguaje preelectoral
Apenas apagado el griter¨ªo de las elecciones municipales y auton¨®micas, y sin m¨¢s parada para tomar aliento que un cierto relajamiento veraniego, por lo dem¨¢s muy relativo, las elecciones catalanas, y el anuncio para marzo o por ah¨ª de las generales, ha puesto en tensi¨®n a los jerifaltes de los partidos para hacer una cosa que parece l¨®gica, intentar ganar las elecciones, pero utilizando medios para ello que son quiz¨¢ l¨®gicos, pero que, en muchos casos, constituyen obvias ofensas a la inteligencia, que hay que suponer en los electores, y que, sobre todo, producen un estado de desinformaci¨®n, a base de berridos, que es el que parece ideal para conseguir un buen resultado electoral. Por ejemplo, las pensiones, sobre todo las de jubilaci¨®n. Es absurdo pretender que no sean objeto de debate pol¨ªtico, pues constituyen uno de los m¨¢s sustanciosos rubros, si no el que m¨¢s, del gasto p¨²blico; adem¨¢s, las pensiones de jubilaci¨®n son una necesidad, porque de lo contrario la gente que ya no puede trabajar por p¨¦rdida de facultades que acompa?a a la mayor edad s¨®lo podr¨ªa vivir en dependencia de la buena voluntad de los "activos", familiares o no, y ¨¦sa es una situaci¨®n de servidumbre; y por lo dem¨¢s, esa buena voluntad, aun con las exigencias del que paga, es mucho suponer. A partir de ah¨ª, casi todo es discutible: que si p¨²blicas, que si privadas, que si a medias o por partes; que si las generaciones presentes y las futuras, que si la natalidad, mortalidad y envejecimiento de la poblaci¨®n, y tantas otras cuestiones. Pero si el razonamiento se sustituye por el oportunismo, si lo que se pretende es, sobre todo, quitarle la alfombra de los pies al adversario pol¨ªtico, si lo que se genera es miedo, temor en el perceptor actual o en el futuro, en vez de confianza en que, como todos, o casi, estamos interesados, acabaremos por encontrar las mejores soluciones posibles, mientras dure este rifirrafe el ambiente agobiante que crea el griter¨ªo impide hasta pensar con serenidad al que no tiene m¨¢s inter¨¦s que el de contribuir a lo mejor, sin que le claven la divisa antes de salir al ruedo.Piensen en el caso del lino; el inter¨¦s primordial del debate que se oye es el descr¨¦dito de alguien; y bien estar¨¢ si ese alguien, efectivamente, lo merece, y mal si no lo merece; pero no se oye ni palabra de por qu¨¦ existen subvenciones al cultivo del lino, subvenciones europeas; ni una sola palabra sobre un sistema de subvenciones a la agricultura que, no por razones de racionalidad econ¨®mica, sino por otras m¨¢s profundamente humanas, como es la conversi¨®n de buenos en malos agricultores, como en muchos casos sucede, porque el incentivo compensador del cultivo, como de todo esfuerzo humano, es en muchos casos una invitaci¨®n racional a una conducta deseducadora y desviada: ?o es que no han visto por ah¨ª campos de girasol sembrado pero, digamos, "descultivado"?; y no es cuesti¨®n personal del agricultor, sino de un sistema pernicioso, no por la subvenci¨®n, sino por la forma en que se concede. Todav¨ªa muchos recordar¨¢n el ¨ªnclito comisario Fischler, que quer¨ªa sustituir ciertos modos de subvenci¨®n al aceite de oliva por "subvenci¨®n por ¨¢rbol", para evitar enga?os, en ciertos lugares, donde se daban por buenas producciones inexistentes, creando as¨ª otro sistema que ser¨ªa (o ser¨¢, qui¨¦n sabe) un incentivo para que el agricultor tenga muchos olivos, aunque en casos m¨²ltiples haya que abandonar su razonable y racional cultivo. Y de estas cuestiones nadie, entre los pol¨ªticos, habla; subvenci¨®n grande, ande o no ande, y a ver qui¨¦n consigue m¨¢s, aunque sea subvenci¨®n perversa por su estructura. Pero cualquiera habla de estas cuestiones en periodo preelectoral, ni los pol¨ªticos, en sus discursos generalistas, ni los medios, por supuesto, les dedican una m¨ªnima seria atenci¨®n. Y tantos y tantos otros asuntos.
Un sistema, agudizado hasta el paroxismo en estos periodos, en el que hay que proclamar, por imperativo necesario, que el adversario nunca tiene raz¨®n y es un merluzo, en el que es una insensatez reconocerle al adversario pol¨ªtico alg¨²n acierto, no contribuye m¨¢s que a ocultar la naturaleza y sustancia de los problemas p¨²blicos, a la desinformaci¨®n y a la utilizaci¨®n del electorado, y no, desde luego, a informarle correctamente y buscar as¨ª su colaboraci¨®n pol¨ªtica seria.
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