La esquiva herencia de don Carlos

Toc¨®n, una pedan¨ªa de 1.053 habitantes situada en los Montes Orientales de Granada, reclama a la Iglesia la devoluci¨®n de una herencia valorada en 1.200 millones de pesetas. Pero a lo sumo, la fundaci¨®n eclesi¨¢stica constituida en 1990 para administrar los bienes que leg¨® al pueblo el terrateniente Carlos Ar¨¦valo y su esposa, muertos sin descendencia, est¨¢ dispuesta a convertir la casona donde vivi¨® el matrimonio en un centro para jubilados.De la convocatoria de becas para estudios eclesi¨¢sticos y civiles, y de las restantes disposiciones recogidas en el testamento en favor de los residentes en Toc¨®n, los administradores de la fortuna del latifundista no quieren saber nada.

Carlos Ar¨¦valo, "que profesa la religi¨®n cat¨®lica, apost¨®lica y romana en cuyo seno ha vivido, vive y espera perseverar y morir", orden¨® en su testamento, firmado en 1961 y modificado antes de su fallecimiento, en 1967, que su fortuna sirviera para impartir ense?anza primaria gratuita, para dotar becas de estudios religiosos y civiles, y para crear un centro de asistencia de ancianos.

Poco o nada se ha cumplido. ?D¨®nde ha ido a parar la fortuna de quien fuera propietario del 95% de las tierras de Toc¨®n? Seg¨²n la asociaci¨®n Casa Grande, constituida por vecinos de la pedan¨ªa para reclamar la herencia, la fundaci¨®n s¨®lo posee unas pocas hect¨¢reas, de las 300 que constitu¨ªan la propiedad. Son las tierras donde a¨²n viven los colonos que trabajaban en la hacienda de "don Carlos". La mayor parte de la propiedad ha sido vendida por los eclesi¨¢sticos en los ¨²ltimos cinco a?os a un ¨²nico constructor, Isidro Mole¨®n, que pag¨® 105 millones de pesetas aunque el valor registral asciende a unos 297.

La asociaci¨®n Casa Grandes, que preside ?ngel Trigueros, sospecha que el constructor tampoco deposit¨® esa cantidad, sino que como pago de las fincas construy¨® varios templos. La casa de Ar¨¦valo en Granada tambi¨¦n fue vendida en 1993 a cambio de 23 millones de pesetas y el mobiliario malbaratado.

?Para qu¨¦ ha servido la herencia de Carlos Ar¨¦valo? En 1990, tres a?os despu¨¦s de la muerte de su esposa, se constituy¨® la fundaci¨®n encargada de cumplir sus deseos. El arzobispo de Granada, el ec¨®nomo del Arzobispado y el p¨¢rroco de Toc¨®n fueron designados para los puestos de relevancia. Los estatutos originales recogieron una disposici¨®n del testador para que dos labradores del pueblo, entre los "afectos" a su causa, formaran parte de ella.

Sin embargo, en 1993 los estatutos de la Fundaci¨®n San Carlos y Santa Margarita fueron modificados, borradas las alusiones a los labradores y todos los cargos asumidos por la Iglesia. Y algo m¨¢s importante: aunque se mantuvieron los fines que apunt¨® el fundador se a?adi¨® otro, las ayudas al sagrado apostolado. Este concepto, de hecho, abri¨® la posibilidad de construir templos a cambio de la venta de las fincas. Adem¨¢s toda la propiedad, desde ese momento, pas¨® a tener la consideraci¨®n de bienes afectos a la Iglesia y, por tanto, regidos por el derecho can¨®nico.

Pese a que no constaba entre los benefactores, la fundaci¨®n decidi¨® beneficiar a la Guardia Civil y le cedi¨® por 30 a?os un solar para instalar su cuartel. Por contra, las becas no han sido convocadas nunca y ha sido despu¨¦s de una amenaza de huelga general, anunciada por el alcalde ped¨¢neo de Toc¨®n, el pasado mes de junio, cuando la Iglesia decidi¨® acometer la construcci¨®n de la residencia de ancianos. "No est¨¢n construyendo la residencia, sino un centro para acoger s¨®lo durante el d¨ªa a los jubilados. Es muy diferente", se?ala ?ngel Trigueros. La Iglesia mantiene un completo silencio, aunque despu¨¦s del amago de huelga envi¨® una carta al Ayuntamiento de ?llora anunciando su disposici¨®n a construir una "casa para la tercera edad" en la vieja residencia de los Ar¨¦valo, conocida como la Casa Grande, y a acoger a los ancianos en "fase terminal" en una residencia "que el Arzobispado pondr¨¢ en funcionamiento" en Loja.

Seg¨²n el proyecto de obras presentado hace dos meses, la residencia costar¨¢ 105 millones, cinco menos que en otro enviado al Ayuntamiento con anterioridad.

Y aqu¨ª acaban, al parecer, los beneficios para el pueblo de la herencia de 1.200 millones de pesetas de don Carlos.