Dos traves¨ªas
Hace 40 a?os, un presidente norteamericano declar¨® que Madrid era la ciudad m¨¢s bonita que nunca hab¨ªa visto. ?Qu¨¦ nos han hecho con Madrid desde entonces?, y, sobre todo, ?qu¨¦ est¨¢n haciendo con Madrid ahora mismo?Un profesor universitario dec¨ªa por esas ondas que Barcelona estaba tan maravillosa, tan perfecta, que casi daba asco. Y lo mismo puede decirse de Bilbao, de Santander, de Sevilla, de Valencia, de Zaragoza, de A Coru?a..., como espa?ol me siento orgulloso, pero como madrile?o me pongo verde de envidia.
Y es que Madrid padece dos tragedias que se muerden la cola.
Sus regidores municipales ni son de Madrid, ni han mamado y pateado Madrid, ni aman Madrid, ni entienden Madrid. Su labor es la pura gesti¨®n. Hay que invertir el dinero y eso es todo. No les preocupa, ni se les ocurre pensar en la belleza, en la ambientaci¨®n y en la dignidad de la ciudad. Y en la calidad de vida de la ciudad. Todo lo que se ha hecho en los ¨²ltimos a?os es para dejarlo mil veces peor que estaba. Ahora mismo est¨¢n pavimentando una gran zona del Barrio de Salamanca, nada menos, con unas baldosas rojizas que al d¨ªa siguiente est¨¢n llenas de lamparones, de agujeros, de mierda, mierda que no se notaba en absoluto en las tradicionales. Dejan baches, esquinas sin rematar y restos de obra por todas partes. Pero ellos se han gastado el dinero y punto. ?Y c¨®mo est¨¢ el paseo de la Castellana!, ?y c¨®mo est¨¢ el Retiro!, que deb¨ªa ser la ni?a de sus ojos, si tuvieran ojos.
La otra gran tragedia es el ¨¦xodo fuera de Madrid de la clase media para arriba, de todos los menores de 40 a?os, de los ciudadanos que articulan una ciudad. Vamos quedando los desheredados, los viejos, los marginados y muchos h¨¦roes. Todos se van a cultivar petunias y a echar culebras por la boca cada vez que tienen que acercarse a la ciudad. El status es vivir en la sierra, vivir fuera, como antes lo era vivir en Almagro o Serrano.
Y puede tener remedio si un alcalde madrile?o y unos municipales madrile?os se ponen a ello.
D¨¦jense de pavimentaciones que no hacen falta, d¨¦jense de chapuzas y fuentecitas, d¨¦jense de t¨²neles, olv¨ªdense de los coches, y hagan un gran plan, un plan grandioso de reestructuraci¨®n de Madrid. Se ha hecho en Barcelona y se ha hecho en Bilbao, dos ciudades que no se destacaban por su belleza, precisamente, y que hoy son una gloria.
No s¨¦ si pueden imaginarse, por ejemplo, la grandiosidad de esa zona de Alcal¨¢-Alfonso XII con un Retiro abierto, sin verjas, bien regado, bien limpio y bien vigilado, metido en la ciudad y no aislado. Esas aceras por las que ahora no pasa un alma. ?Y esa espantosa plaza de Col¨®n con ese paso subterr¨¢neo! Por hablar s¨®lo del Madrid m¨¢s emblem¨¢tico.
Y luego est¨¢n los medios de comunicaci¨®n. Esas radios: ?qu¨¦ tal por Santander? ?Oh!, una maravilla, esto es estupendo. ?Desde Sevilla? Qu¨¦ envidia, qui¨¦n estuviera en Sevilla. ?C¨®mo est¨¢ Bilbao? Pues mira, estupendo, lleno de obras, lo que demuestra su pujanza.
Todos aman su ciudad, todos ensalzan su ciudad; s¨®lo nosotros parecemos detestar la nuestra. S¨®lo nosotros parecemos padecer el martirio de volver a Madrid o tener que residir en Madrid. Los catalanes, que siempre han tenido celos de Madrid, ahora se r¨ªen y nos compadecen. Y todos dicen que esto es un desastre.
Hay mucho de realidad pura y dura, pero tambi¨¦n hay mucho de pura campa?a, pero las campa?as y la moda son las que mandan hoy d¨ªa. Y en campa?as, Madrid es otro desastre: ?de d¨®nde es usted? Yo, de Madrid, pero me siento gallego, porque mi padre... ?Y usted? Yo, de Madrid, pero en realidad como si fuera de M¨¢laga, porque all¨ª viv¨ª tres a?os..., y as¨ª continuamente. Nadie quiere ser de una ciudad fea e insufrible. Y as¨ª no vamos a ninguna parte, as¨ª nos hundiremos hasta ser el estercolero de toda Espa?a. Mi ¨²nica esperanza es que mucha gente lea esta carta y se invierta la tendencia, que los responsables puedan irse mentalizando.- .
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.