El transgresor
JOS? LUIS MERINO Un racimo espl¨¦ndido de litograf¨ªas de Picasso, fechadas entre los a?os veinte y los cincuenta, se han dejado ver en la sala de exposiciones de la BBK en Bilbao desde los primeros d¨ªas de la Aste Nagusia. Y ah¨ª seguir¨¢n hasta el pr¨®ximo 15 de octubre. Tal vez la experiencia de mostrar arte del bueno en tiempo festivo, con el acompa?amiento de un tiempo radiente, no sea lo m¨¢s apropiado para competir con la b¨²squeda absoluta de los placeres del cuerpo. Cosa parecida le pasaba a aquel aprendiz de fil¨®sofo, cuando razonaba con exultante contrici¨®n: "Muchas veces en la vida emprend¨ª el estudio de la metaf¨ªsica, pero siempre me interrumpi¨® la felicidad". La obra de Picasso, que se sepa, jam¨¢s se ha opuesto en nada a todo aquello que represente vida, estudio y placer. La muestra en cuesti¨®n asume esos tres elementos y alguno m¨¢s. Cuando se trata del arte de Picasso todo es posible. Estamos ante unas litograf¨ªas donde se despliega un abanico muy amplio del arte picassiano. Hay obras donde aparecen los diferentes estados litogr¨¢ficos de un tema determinado. El artista va cambiando formas y l¨ªneas de un estado a otro. La densidad que le interesa en un momento determinado, en el siguiente paso litogr¨¢fico lo cambia para darle un matiz donde predomine lo fluctuante (ajeno a la densidad anterior). Y luego viene otro cambio, y otro y otro. Picasso quiere renovarse continuamente, a¨²n dentro de la misma obra. Los estudiosos de la obra de Picasso encontrar¨¢n datos curiosos en la exposici¨®n. Por ejemplo, la litograf¨ªa titulada La jarra negra y la calavera de 1946, es una r¨¦plica del ¨®leo fechado en 1945, que lleva por t¨ªtulo Naturaleza muerta y cr¨¢neo. Del mismo modo, las litograf¨ªas que componen lo que se llama Mujer en el sill¨®n, es decir la que va a color, m¨¢s las ocho variantes en negro, todas ellas con 1948 como fecha de ejecuci¨®n, a la que se suma la variante final de 1949, acaban por ser la base para el cuadro que pinta en 1949 y que titula Mujer en azul. Otros ejemplos dan vida e inter¨¦s a la exposici¨®n del maestro malague?o. A trav¨¦s de su itinerario art¨ªstico podemos entender ese car¨¢cter cambiante de Picasso. Para mayor comprensi¨®n, bastan unas palabras del propio artista formuladas en 1934: "?Y pensar que he podido pintar un cuadro! Empiezo con una idea y luego se convierte en otra cosa completamente distinta. ?Qu¨¦ es, en el fondo, un pintor? Un coleccionista que quiere hacerse una colecci¨®n pintando por s¨ª mismo los cuadros que le gustan en casa de los dem¨¢s. Se empieza as¨ª, y luego se acaba en otra cosa". Quienes no sean muy conocedores de la obra de Picasso se ver¨¢n sorprendidos por los variados estilos mostrados. Quiz¨¢ les defraude un poco la primera versi¨®n de la litograf¨ªa titulada Jacqueline leyendo, aunque a tercera visi¨®n y ¨²ltima seguramente les ganar¨¢ m¨¢s. Como va a ganarles las obras Mujer y ni?o y El aseo, de 1923 (que a?os m¨¢s tarde culminar¨¢ con la famosa Suite Vollard). De todos modos, es peligroso en el caso de Picasso hacer distinciones entre conocedores y no conocedores de la obra de este artista, grande entre los grandes. Su mundo est¨¢ inscrito en el mundo de la forma y el color. Por descontado queda que su arte no apunta con gui?os especiales dirigidos a espectadores especiales. Los ojos abiertos del artista miran hacia una transgresi¨®n de las prohibiciones. Quien quiera encontrarle para degustar sus creaciones tiene que transgredir las convenciones. Pero vale la pena acompa?ar a Picasso en su viaje vital. Los m¨¢s hermosos cantos del cubismo se alzan por la mayor¨ªa de sus obras, sin olvidar cada viraje, cada probatura y los mil y uno matices inherentes a su mano maestra. Por lo dicho y por lo mucho que queda por decir siempre que una obra de Picasso se pone frente a nosotros, la exposici¨®n se recomienda vivamente. La calificamos, por su abierta panor¨¢mica, de excelencia para arriba.
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