La esposa de Gorbachov muere tras ocho semanas de lucha contra la leucemia
"Ra¨ªsa muri¨® a las tres menos siete minutos de la madrugada", murmur¨® ayer por la ma?ana, con escalofriante precisi¨®n y voz pausada, Mija¨ªl Gorbachov, cuando esta corresponsal le llam¨® por tel¨¦fono a M¨¹nster para expresarle su pesar por la muerte de su esposa. Para la ex primera dama sovi¨¦tica, de 67 a?os de edad, hab¨ªa concluido as¨ª la batalla de ocho semanas contra la leucemia aguda que le fue diagnosticada en julio, tras un fatigoso viaje a Australia.
Cuando lleg¨® la muerte, Gorbachov y su hija Irina estaban junto al lecho de Ra¨ªsa, en la unidad de cuidados intensivos de la cl¨ªnica universitaria de M¨¹nster. "La ten¨ªamos asida de la mano y le habl¨¢bamos", prosigue Mija¨ªl Sergu¨¦ievich, como si el estado inconsciente de su esposa hubiera sido irrelevante para el mensaje de cari?o que intentaba trasmitirle.Desde el 12 de septiembre, cuando sufri¨® un choque circulatorio, Ra¨ªsa no hab¨ªa vuelto en s¨ª. El equipo m¨¦dico que dirige el profesor Thomas B¨¹chner la manten¨ªa en un coma artificial y en r¨¦gimen de respiraci¨®n asistida. El trauma hab¨ªa da?ado su cerebro.
Pese a que la vigilancia era constante y que el tratamiento se adaptaba hora por hora a la evoluci¨®n de la enferma, los especialistas no siempre consegu¨ªan mantener estables sus constantes vitales. El s¨¢bado por la ma?ana, Gorbachov y su hija creyeron que hab¨ªa llegado el momento definitivo, cuando el pulso de Ra¨ªsa se dispar¨® y la presi¨®n comenz¨® a ir a la deriva. Despu¨¦s, a lo largo de una intensa jornada de trabajo, los m¨¦dicos la estabilizaron de nuevo. Sin embargo, ni Mija¨ªl Sergu¨¦ievich ni Irina se enga?aban el s¨¢bado durante la cena. Ambos sab¨ªan que el horizonte del tiempo se iba cerrando sobre M¨¹nster. Les delataban las miradas graves de ella y los silencios repentinos de ¨¦l. "En realidad, nadie sabe c¨®mo se siente", respondi¨® Irina, con gesto de impotencia, cuando le pregunt¨¦ si su madre sufr¨ªa. A lo largo de estos d¨ªas, Gorbachov ha hablado a menudo con Ra¨ªsa, aunque ella ya no le contestara. Antes, cuando todav¨ªa conservaba la lucidez, Ra¨ªsa Max¨ªmovna, la compa?era de Gorbachov desde los 19 a?os, abord¨® descarnadamente las opciones que le deparaba el futuro.
Gorbachov volvi¨® al hotel ayer a las cinco de la madrugada y una nueva etapa comenz¨® para ¨¦l. Habl¨® con los amigos de Mosc¨². No quer¨ªa pedir nada al Kremlin y pensaba acudir a alg¨²n empresario adinerado para que le ayudara a transportar a su esposa a Mosc¨², de la misma manera que un amigo griego le ayud¨® a llevar a Ra¨ªsa a M¨¹nster en julio.
Pero los amigos de Gorbachov en Mosc¨² se movilizaron. En los despachos oficiales sonaron las vertushkas (los tel¨¦fonos de la l¨ªnea de comunicaci¨®n del Kremlin). Gracias a las gestiones del ex primer ministro ruso Yevgueni Primakov, Pavel Borod¨ªn, el jefe de la intendencia del Kremlin, orden¨® un avi¨®n oficial (un T¨²polev 134) a M¨¹nster para trasladar el cad¨¢ver de la ex primera dama sovi¨¦tica a la capital rusa. Gorbachov deseaba que el cuerpo de su esposa sea despedido en el local del Fondo de Cultura, una instituci¨®n de la que Ra¨ªsa hab¨ªa sido presidenta en el pasado, y enterrado en el cementerio de Novodevichi, donde reposan los restos de Nikita Jruschov.
Los amigos de Gorbachov buscaron al director de cine Nikita Mijalkov para que diera el visto bueno para la ceremonia. En Mosc¨² todo se hac¨ªa ayer por la ma?ana como el ex presidente quer¨ªa, mientras una lluvia de telegramas, esta vez definitiva, ca¨ªa sobre el buc¨®lico hotel donde Gorbachov se ha hospedado durante dos meses. Desde Berl¨ªn se solidarizaron con Gorbachov el canciller Gerhard Schr?der, que hab¨ªa acudido a verle el domingo por la tarde, y el ex canciller Helmut Kohl, cuya cita prevista para el pr¨®ximo viernes en M¨¹nster no llegar¨¢ a tener lugar. Gorbachov, que ha vivido d¨ªa tras d¨ªa la agon¨ªa de su esposa, expresaba ayer su deseo de volcarse ahora en el trabajo. En Berl¨ªn le esperan el 8 y el 9 de noviembre para las fiestas del d¨¦cimo aniversario de la ca¨ªda del muro. Si Gorbachov se siente con ¨¢nimos de acudir, Ra¨ªsa no le acompa?ar¨¢ esta vez en el viaje.
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