Un torero del m¨¢s all¨¢
Jos¨¦ Tom¨¢s anduvo con dudas y median¨ªas en la primera de feria. Parec¨ªa un diestro ab¨²lico y atorado. Pero dej¨® de lado su versi¨®n humana y terrenal y se convirti¨® en un torero del m¨¢s all¨¢, capaz de transportar al aficionado al para¨ªso de la tauromaquia. Sali¨® por la puerta de chiqueros un animal de cuerna veleta y astifina, al que encima colocaron la divisa en la cepa del pit¨®n.Aquello debi¨® de molestarle mucho porque su fiero temperamento de casta le hizo venirse arriba con los del castore?o, que le zurraron a modo y con la salida tapada. Encampanado esperaba al peonaje cortando en los embroques. Sali¨® Jos¨¦ Tom¨¢s y con la muleta empez¨® aguantando uno de esos terror¨ªficos parones. Si quieto estaba el toro, m¨¢s quieto se qued¨® el torero. Tragaron saliva ¨¦l y toda la plaza al un¨ªsono y resolvi¨® con un derechazo mand¨®n como un cartel.
San Rom¨¢n / Barrera, Rivera, Tom¨¢s Toros de Manuel San Rom¨¢n (dos devueltos), con cuajo y pitones; sin fuerza y mansos
3?, primer sobrero -del mismo hierro-, de gran arboladura, encastado. 4?, segundo sobrero, de Zalduendo.Vicente Barrera: bajonazo (pitos); dos pinchazos y estocada casi entera (silencio). Rivera Ord¨®?ez: tres pinchazos -aviso- estocada trasera y ca¨ªda (silencio); pinchazo, estocada y dos descabellos (pitos). Jos¨¦ Tom¨¢s: cuatro pinchazos -aviso-, otro pinchazo y estocada desprendida (ovaci¨®n); metisaca, pinchazo y estocada desprendida (ovaci¨®n). Plaza de Logro?o, 22 de septiembre. 2? corrida de feria. Casi lleno.
Puso sitio entre su anatom¨ªa y la del descarado corn¨²peta y acto seguido comenz¨® a brotar el toreo. El animal se continuaba colando y el de Galapagar se ech¨® la pa?osa a la izquierda para que rugieran los tendidos tras cada uno de sus naturales, algunos inveros¨ªmiles, con la cargaz¨®n y el viaje del toro absolutamente consumados en una belleza formal que casi parec¨ªa un ejercicio de estilo. Cit¨® por dos veces con la derecha para cambiar la muleta de mano. En la primera casi viaja hasta el reloj, en la segunda oblig¨® tanto la embestida que el animal se hab¨ªa convertido en un toro noble y con recorrido, cosas del toreo cuando se practica con pureza.
Sucedi¨® sencillamente que Tom¨¢s se colocaba al citar en el centro de la suerte presentando la muleta por derecho. Se lo tra¨ªa toreado y embebido una y otra vez, dejaba la muleta colocada y volv¨ªa a cargar la suerte ligando siempre y sin perder ni un paso entre cada lance. Despu¨¦s, las manoletinas y el mitin con la espada. Jos¨¦ Tom¨¢s hab¨ªa bajado definitivamente a la tierra y toda la plaza era consciente.
En el sexto no se fue al m¨¢s all¨¢, aunque la mayor¨ªa segu¨ªa aplaudiendo la faena como si tal cosa.Aqu¨ª Tom¨¢s se puso pesado, reiterativo y al hilo del pit¨®n. No era posible subir y bajar dos veces en el mismo d¨ªa. En todo caso se qued¨® en el limbo.
Vicente Barrera se quej¨® de que su primero no ve¨ªa. As¨ª que se limit¨® a una porf¨ªa inocua, ¨¢spera y repleta de dudas. Despu¨¦s citaba de lejos y en el segundo encuentro se met¨ªa en unas cercan¨ªas que imposibilitaban el toreo y gracias a las cuales los lances carec¨ªan de lustre y emoci¨®n. Era el destajismo actual.
Con el mismo denuedo encimista se aplic¨® Rivera Ord¨®?ez. En el segundo de la tarde, con querencias innatas de la casta borrega, pas¨® de puntillas. En el quinto jug¨® al escondite y le dio otra raci¨®n de destoreo. El segundo sobrero tambi¨¦n luc¨ªa pitones ofensivos, cuerpo serrano y no muy malas intenciones. Daba igual, aquello no pod¨ªa ser porque entre el toro y la muleta no hab¨ªa espacio para consumar las suertes. As¨ª que tras muletazos atropellados, se fue a por la espada. Al menos tuvo la virtud de la brevedad.
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