?xtasis en Valencia
El Pamesa ridiculiza a un impotente Real Madrid y se afianza como l¨ªder
Corren buenos tiempos por Valencia. M¨¢s que buenos, m¨¢gicos. El Pamesa Valencia gana, entusiasma, apasiona. Sus atractivos comienzan a ser irresistibles. No es ninguna casualidad que el Pamesa se haya instalado en la cima de la ACB desde el pistoletazo de salida. Y transcurrido ya un buen trecho de carrera, el grupo valenciano ya saca una sustancial ventaja a algunos de sus perseguidores m¨¢s distinguidos. Por ejemplo, el Real Madrid, la ¨²ltima v¨ªctima del inmisericorde Pamesa. Por Valencia, se hizo c¨¦lebre una expresi¨®n acu?ada durante el pasado a?o por el t¨¦cnico del m¨¢ximo representante futbol¨ªstico de la ciudad. El aforismo rezaba asi: "una m¨¢quina de guerra sin sentimientos". La frase encerraba un estilo, pero tambi¨¦n un deseo. Meses m¨¢s tarde, el Pamesa Valencia ha importado tal filosof¨ªa. Y la aplica a la perfecci¨®n.Una m¨¢quina, por ejemplo, por el nivel de implicaci¨®n de todos sus integrantes, incluidos los for¨¢neos. Una m¨¢quina, por ejemplo, por la voracidad de sus componentes en determinados fragmentos del partido. Una m¨¢quina complementada por la fidelidad de su efervorizada afici¨®n. Y claro, ante las m¨¢quinas, lo normal es sufrir da?os. Y el Madrid qued¨® desangrado. A pesar de Djorjevic. Quien tambi¨¦n qued¨® minimizado. O m¨¢s bien ridiculizado, sonrojado. Porque hasta niveles de humillaci¨®n lleg¨® la desagradable experiencia sufrida por el equipo de Scariolo.
PAMESA 88
REAL MADRID 65Pamesa: Rodilla (21), Hopkins (12), Tanoka Beard (11), Markovic (15) y Luengo (8) -cinco inicial- ?lvarez (10), Albert (7), Maluenda (4). Real Madrid: Lucio Angulo (17), Herreros (11), Scott (7), Struelens (8) y Galilea -cinco inicial- Alberto Angulo (6), Djordjevic (9), Larsen (4), Iturbe (3). ?rbitros: Betancor, Guirao y Rosado. Lleno total. 9.500 espectadores en el pabell¨®n de la Font de Sant Llu¨ªs.
El Madrid apenas pudo pronunciar palabra. En realidad, siempre tuvo la derrota apunt¨¢ndole en la sien. El disparo definitivo era cuesti¨®n de tiempo. Lleg¨® en los instantes iniciales de la reanudaci¨®n. Antes, el conjunto madridista hab¨ªa soportado a duras penas el exigente ritmo impuesto por el Pamesa. Nunca el Real Madrid perd¨ªa de vista la silueta de los valencianos, pero se sab¨ªa inferior. Se percib¨ªa n¨ªtidamente la superioridad de los hombres de Vukovic. El Pamesa Valencia se comportaba como un colectivo. Las responsabilidades eran gen¨¦ricas. Comprobar el sacrificio y la solidaridad de hombres como Tanoka o Hopkins s¨®lo induce a felicitar a Vukovic, art¨ªfice de tales actitudes. Ahora bien, para el escaparate quedaban las genialidades de Rodilla. En m¨¢s de una ocasi¨®n, el fant¨¢stico base valenciano tore¨®, se burl¨® de Djordjevic. Y si no era Rodilla, emerg¨ªa la omnipresencia de Hopkins; o si no, el gigantismo de Tanoka; o si no, el ¨ªmpetu de V¨ªctor Luengo.
La explosi¨®n definitiva se escenific¨® en el segundo acto. A pesar de que los triples de el voluntarioso Djordjevic amenazaban con transformar el gui¨®n, Markovic se encarg¨® de que la jerarqu¨ªa del l¨ªder quedara salvaguardada. Tres triples consecutivos del alero bosnio con pasaporte espa?ol desataron la locura. Y de la locura al ¨¦xtasis s¨®lo mediaron unos minutos. El Pamesa Valencia comenz¨® a recrearse en su dulzura. Por su parte, el Real Madrid qued¨® atrapado en un espeso fango de miserias. El conjunto de Scariolo ped¨ªa a gritos el final del partido. S¨®lo Lucio Angulo mantuvo inc¨®lume el honor de los madridistas.
Se asisti¨® entonces a una situaci¨®n in¨¦dita. El Pamesa Valencia, llevado en bandeja por su parroquia, se regocijaba ante las desventuras de un rival opulento. Nunca como hasta ayer se hab¨ªa escenificado una trama igual. Y tiene su l¨®gica. El Pamesa ha alcanzado la mayor¨ªa de edad. Ha configurado un conjunto de aspiraciones ilimitadas en la presente campa?a. La apuesta ha sido fuerte, pero de momento los resultados no pueden ser m¨¢s gratificantes. Causaba perplejidad comprobar c¨®mo un Pamesa-Real Madrid estaba bendecido a m¨¢s de ocho minutos para el final. Y los banquillos empezaban a moverse. Pero por distintos motivos. Mientras Vukovic convert¨ªa en part¨ªcipes de la exhibici¨®n a todos sus jugadores, Scariolo encadenaba las rotaciones para taponar la emorragia. Sin ¨¦xito.
Desquiciado acab¨® el Madrid. Escarnios como los de ayer son de los que conmocionan a un equipo. Humillaciones como las de ayer son las que pueden amenazar la estabilidad de un vestuario en el que hay algo m¨¢s que una simple bicefalia. Henchido acab¨® el Pamesa. En el club valenciano, todo es felicidad. Cinco de cinco. ?Alguien da m¨¢s?. De momento, no. El l¨ªder es m¨¢s l¨ªder. Ayer alcanz¨® el ¨¦xtasis.
En otros partidos jugados ayer se produjeron estos resultados: C¨¢ceres, 66; Girona,61. Le¨®n Caja Espa?a, 76; Joventut, 82. Cabitel Gij¨®n, 75; Caja San Fernando, 84.
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