El rechazo a los ¨²ltimos llegados del Sur
,"?Esto es la reconquista!". As¨ª protestaba d¨ªas atr¨¢s un vecino de la localidad de Els Hostalets de Baleny¨¤ (Osona) durante una reuni¨®n de vecinos con el responsable local de la polic¨ªa auton¨®mica. El motivo del encuentro no era otro que mantener un intercambio de impresiones entre la polic¨ªa y los vecinos sobre diferentes cuestiones de seguridad de la localidad. Lo que se encontr¨® el jefe de la polic¨ªa fue bien distinto: insinuaciones racistas primero y expresiones claramente xen¨®fobas m¨¢s tarde. ?El motivo? El ambiente "raro", seg¨²n los vecinos, que se vive en la poblaci¨®n desde que un edificio del pueblo se ha llenado de inmigrantes magreb¨ªes que trabajan en las f¨¢bricas de la zona. Y es precisamente a este colectivo al que se le atribuye el creciente tr¨¢fico de hach¨ªs, de coca¨ªna y algunos de los robos que se producen en la zona. A pesar de que el deterioro de la seguridad ciudadana es una de las acusaciones que se suele atribuir m¨¢s frecuentemente a la inmigraci¨®n, los diferentes cuerpos de seguridad niegan que haya una relaci¨®n tan directa. "La delincuencia no ha aumentado, pero s¨ª ha cambiado el perfil del delincuente", asegura un agente de los Mossos d"Esquadra. Este cambio de perfil responder¨ªa a las mismas diferencias que hay entre las clases marginales de la Catalu?a actual y las de hace 10 o 15 a?os. Hace una d¨¦cada, la peque?a delincuencia estaba circunscrita a grupos de j¨®venes inmigrantes de segunda generaci¨®n cuyos padres hab¨ªan llegado de otros puntos de Espa?a. Los problemas de adaptaci¨®n y la falta de oportunidades los llevaron a la calle, algo parecido a lo que est¨¢ ocurriendo con algunos inmigrantes del norte de ?frica cuando, en lo que durante a?os fue su tierra prometida, solamente encuentran problemas y miseria. Pasar de la ilegalidad a la legalidad es algo m¨¢s que un simple papel o c¨¦dula. Supone acceder a los servicios sociales, tener un seguimiento m¨¦dico, poder quejarse y, sobre todo, pasear por la calle sin miedo a que un polic¨ªa se fije demasiado en los movimientos de uno y lo pueda enviar a su pa¨ªs de origen mediante una orden de repatriaci¨®n. No obstante, muchos municipios de Catalu?a han recibido tal n¨²mero de inmigrantes durante los ¨²ltimos a?os que ya ninguna Administraci¨®n se atreve a hablar de las cifras reales, o sea, del n¨²mero total de inmigrantes, legales e ilegales. Datos recientes del Instituto de Estad¨ªstica de Catalu?a cifran en 132.671 el n¨²mero de extranjeros con permiso de residencia que viven en la comunidad. S¨®lo hay que darse una vuelta por el campo de Lleida o por ciudades del entorno barcelon¨¦s para deducir que las cifras oficiales se quedan una vez m¨¢s en agua de borrajas. Son muchos los ayuntamientos que creen que, en su municipio, s¨®lo la mitad de los inmigrantes ha conseguido regularizar su situaci¨®n en el pa¨ªs. El caso de Vic (Osona) es uno de ellos. Esta ciudad, con 30.000 habitantes, tiene unos 1.500 inmigrantes censados. No obstante, los servicios sociales de este Ayuntamiento trabajan con la certeza de que en el municipio hay m¨¢s del doble. Algo parecido ocurre en la vecina localidad de Manlleu. Esta localidad fue noticia el pasado mes de agosto por el desgraciado hecho de que un matrimonio magreb¨ª abandon¨® a su hijo de cuatro meses en la alcald¨ªa de la poblaci¨®n cuando le fue retirada la ayuda econ¨®mica que recib¨ªa del consistorio. Aquello aviv¨®, una vez m¨¢s, el eterno debate entre los partidarios de las ayudas municipales para los inmigrantes y los que creen que a este colectivo ya se le ha ayudado demasiado. Fue precisamente este segundo grupo el que en las ¨²ltimas elecciones expuls¨® de la alcald¨ªa al socialista Ramon Sitj¨¤, que hab¨ªa gobernado Manlleu durante los ¨²ltimos cuatro a?os con el apoyo de Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa per Catalunya (IC). Su gran error fue, seg¨²n ha reconocido ¨¦l mismo, no saber explicar a la poblaci¨®n las ayudas que su consistorio daba a los inmigrantes. Una h¨¢bil maniobra de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) al criticar abiertamente la pol¨ªtica de ayuda a la inmigraci¨®n practicada por los socialistas de Manlleu dio una aplastante victoria electoral a la coalici¨®n nacionalista. Muchas personas que nunca hab¨ªan votado al partido de Jordi Pujol lo hicieron en esta ocasi¨®n. "No pod¨ªamos votar a alguien que nos ha llenado el barrio de extranjeros", recordaba d¨ªas atr¨¢s una mujer del barrio de L"Erm. Fue precisamente en este barrio donde m¨¢s se not¨® el descalabro electoral de los socialistas, y no fue por casualidad. En L"Erm se concentra m¨¢s del 80% de la poblaci¨®n magreb¨ª, que forma un importante gueto. Las caracter¨ªsticas de este barrio no distan mucho de las de Ca n"Anglada, en Terrassa, donde el pasado julio hubo una explosi¨®n racista que termin¨® con graves enfrentamientos callejeros: un elevado ¨ªndice de poblaci¨®n inmigrada, pisos baratos y de dudosa calidad y un sentimiento de inseguridad entre sus habitantes. Ambos barrios se construyeron para hacer frente a la gran oleada de inmigrantes procedentes de otros puntos de Espa?a -en especial de Andaluc¨ªa- en los a?os cincuenta y sesenta, muy pocos de los cuales siguen viviendo en el barrio. Integrados en Catalu?a y con solvencia econ¨®mica, se han comprado una vivienda en zonas mejores. Pero algunos de los que a¨²n viven en el barrio son quienes m¨¢s contrarios se muestran a la llegada de nuevos inmigrantes. "Nadie nos ayud¨® cuando llegamos, ?por qu¨¦ a los moros s¨ª?", se pregunta indignada una vecina de Manlleu. A pesar de las muchas informaciones que aparecen en los medios de comunicaci¨®n catalanes sobre supuestas agresiones racistas, la violencia no es frecuente ni siquiera en las calles de los barrios con m¨¢s inmigraci¨®n. Hechos como el incendio del pasado verano en Banyoles (Pla de l"Estany), que acab¨® con la casa de unos inmigrantes gambianos, pueden poner en duda esta afirmaci¨®n, pero basta con hojear las estad¨ªsticas policiales para ver que la violencia no ha aumentado globalmente. Pero lo que ya nadie cree en las calles de Banyoles es que el incendio fuera "una gamberrada", como lo defini¨® el consejero de Gobernaci¨®n de la Generalitat, Xavier Pom¨¦s. Tampoco nadie entiende que la juez que instruye el caso haya podido paralizar la investigaci¨®n asegurando que no hay motivos que permitan atribuir a nadie la autor¨ªa del incendio. Mientras, los inmigrantes gambianos que tuvieron que huir de su casa en llamas siguen esperando las ayudas prometidas. Los expertos apuntan que la vivienda es uno de los factores que m¨¢s contribuyen a la formaci¨®n de guetos y a agudizar los problemas de convivencia. Pisos viejos, baratos y con inquilinos que cambian cada dos por tres, un tipo de vivienda que acaba causando problemas de convivencia. Tanto el Ayuntamiento de Terrassa como el de Manlleu ya han anunciado que piensan sacar adelante un plan de esponjamiento de sus dos barrios m¨¢s problem¨¢ticos. Se trata de ir vaciando los pisos a medida que se marchan sus ocupantes y promover la rehabilitaci¨®n del barrio. ?El problema? El dinero. Nadie sabe c¨®mo el consistorio comprar¨¢ las decenas de pisos que se ir¨¢n vaciando en los pr¨®ximos a?os.
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