P¨¢jaros que ensucian su propio nido
En uno de sus incisivos ensayos sobre la depauperaci¨®n intelectual y moral de este final de milenio -la cat¨¢strofe programada que hoy nos acecha, acogida no obstante con indiferencia, cuando no con un fatalismo risue?o por los heraldos del ultraliberalismo-, G¨¹nter Grass subrayaba la imposibilidad de desentenderse de la desertizaci¨®n cultural y amenaza de autoexterminio a menos que el escritor optara por "amoldarse a la opini¨®n imperante y, buscando una coartada en las nuevas tecnolog¨ªas audiovisuales", volviera la espalda al rigor ¨¦tico y art¨ªstico de sus grandes predecesores y medrara satisfecho en los predios de "la todopoderosa industria del entretenimiento". La distinci¨®n fundamental entre el texto literario y el producto editorial, entre lo que Antonio Saura denomina con acierto el hipo de la moda y la moderna intensidad, distinci¨®n desdibujada con tenacidad y esmero por los medios de comunicaci¨®n, conduce al extra?amiento o condena de quienes, ajenos a la arrebati?a por el dinero y honores de los "vivos", se esfuerzan en medirse con los muertos que componen su linaje, desde Cervantes a Alfred D?blin o Arno Schmidt. En cuanto "enemigos conscientes del arte descafeinado al gusto de las academias", advert¨ªa Grass, dichos escritores "han sido, desde que existe la literatura, perseguidos por el Estado o por esos inquisidores que siguen, todav¨ªa hoy, ejerciendo el papel de papas de la literatura desde su sill¨®n de cr¨ªticos-estrella".En un pa¨ªs en el que permanece vivo el recuerdo de las grandes hogueras de libros en 1933 -rito de alto contenido simb¨®lico, seg¨²n un testigo espa?ol de los hechos, calificado todav¨ªa de "maestro" por algunos de nuestros sabios de tertulia, me refiero a C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, para quien "la nueva Alemania ten¨ªa, entre otras misiones, la de quemar y destruir todo aquello que durante tanto tiempo la hab¨ªa llenado de verg¨¹enza"-, el gesto lit¨²rgico del cr¨ªtico-estrella revest¨ªa un significado de alto contenido cat¨¢rtico: el rechazo por una mente "sana", esto es, adaptada a los valores al uso, de una obra que atentaba a la vez a los principios est¨¦ticos del lector habitual de productos editoriales y a la nueva y sagrada unidad nacional alemana que el novelista compara a la proclamada en 1871 por el emperador Guillermo I y, de forma impl¨ªcita, por Adolfo Hitler, tras la anexi¨®n de Austria y de los Sudetes.
La normalizaci¨®n y democratizaci¨®n de Alemania, que transform¨® en pocos a?os un pa¨ªs vencido y en ruinas en un gigante econ¨®mico, miembro adem¨¢s de la estructura militar de la OTAN y la futura Uni¨®n Europea, aconsejaban apartar los ojos de un pasado reciente, brutal y molesto: la responsabilidad colectiva del pueblo alem¨¢n en la elecci¨®n del F¨¹hrer y los subsiguientes cr¨ªmenes del nazismo. Dicho olvido voluntario -como el franc¨¦s con respecto a la colaboraci¨®n y el r¨¦gimen de Vichy- resultaba tal vez necesario durante un breve periodo de tiempo para salir del estado de postraci¨®n y verg¨¹enza inherentes al recuerdo de lo acaecido, mas su prolongaci¨®n y mutaci¨®n en amnesia favorecen hoy el negacionismo de la extrema derecha o la difusi¨®n de versiones m¨¢s suaves y aceptables de los hechos mediante el distingo entre el patriotismo nacional alem¨¢n y los extrav¨ªos del hitlerismo. Dicha ignorancia protectora -de la que tenemos tantos ejemplos en la historia espa?ola- no s¨®lo abarcaba el nazismo y sus c¨®mplices, sino tambi¨¦n, por extensi¨®n, la obra de quienes lo denunciaron desde el exilio -los Mann, D?blin, Benjamin, Canetti, Hanna Arendt, Brecht, Nelly Sachs-, obra con la que no pod¨ªan competir los nuevos autores de la flamante y sobrealimentada Rep¨²blica Federal. Como escrib¨ªa Grass en su ensayo La libertad regalada: "El genocidio que Alemania plane¨®, ejecut¨®, toler¨®, neg¨® y ocult¨®, y que no obstante estuvo y est¨¢ a la vista de todo el mundo, sigue sin ser digerido, indigerible, como una rueda de molino colgada del cuello de los alemanes, incluyendo a los nacidos despu¨¦s de todo aquello".
Extracto de la intervenci¨®n de Juan Goytisolo en la presentaci¨®n en Madrid de Es cuento largo, de G¨¹nter Grass, en 1997.
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