La Rep¨²blica Popular China celebra hoy su aniversario bajo estricto control oficial
Al r¨¦gimen comunista chino le disgustan las manifestaciones populares, incluso las que est¨¢n destinadas a celebrar su propia gloria. Bajo esta paradoja se van a desarrollar hoy las ceremonias que conmemoran el 50? aniversario de la instauraci¨®n de la Rep¨²blica Popular China. Una manifestaci¨®n que ser¨¢ grandiosa, pero que estar¨¢ desprovista de espontaneidad y orquestada con un clima de extremo nerviosismo policial.
El pueblo chino no podr¨¢ echarse a la calle para festejarlo. Deber¨¢ contentarse con ver por televisi¨®n el desfile militar, las marchas civiles y las gigantescas coreogroaf¨ªas que festejar¨¢n medio siglo de estancia del Partido Comunista Chino en el poder.Las 400.000 personas autorizadas a asistir a los distintos espect¨¢culos p¨²blicos son una minor¨ªa privilegiada cuidadosamente seleccionada. El r¨¦gimen no quiere correr ning¨²n riesgo. Seg¨²n ciertos rumores, las autoridades chinas temen que los separatistas uigures intenten alg¨²n golpe de escena espectacular. Desde hace semanas se desarrolla una operaci¨®n de limpieza en Pek¨ªn, de amplitud sin precedentes, para hacer desaparecer de las calles a los elementos indeseables. Centenares de miles de provincianos que residen habitualmente en la capital, pero que carecen de papeles en regla, han sido expulsados, e incluso un buen n¨²mero de ellos detenidos. Algunos chinos llegados a Pek¨ªn para visitar a sus familiares no osan salir de las casas por temor a ser detenidos en alg¨²n control policial.
El despliegue policial requerido para tales tareas de control ha perturbado la econom¨ªa de la capital, que vive en gran medida de los emigrantes, problema agravado por el hecho de que ven negada su entrada los camiones que vienen de provincias para poveer a los almacenes de la capital.
Esta paranoia llega al colmo en el centro de Pek¨ªn, especialmente en la avenida Changan, escenario del gran desfile militar, el primero desde 1984 y el und¨¦cimo desde 1949 (Mao Zedong suspendi¨® en 1960 este ritual en el contexto de la hambruna del Gran Salto Adelante.). Los edificios que bordean esa ruta ser¨¢n inaccesibles. Las oficinas deber¨¢n cerrar. En los hoteles habr¨¢ vigilancia policial y los hu¨¦spedes deber¨¢n evacuar sus habitaciones durante la jornada. Los accesos a la plaza de Tiananmen ser¨¢n estrictamente controlados.
Al mismo tiempo, el aspecto del centro se ha metamorfoseado. La avenida Changan y sus aleda?os han sido convertidos en zonas peatonales y de edificios comerciales construidos sobre las ruinas de barrios populares que constitu¨ªan el encanto de Pek¨ªn.
Oficialmente, el coste de las celebraciones asciende a 36 millones de d¨®lares (unos 5.750 millones de pesetas), pero seg¨²n fuentes oficiosas ser¨ªan 6.000 millones de d¨®lares (950.000 millones de pesetas), algo que har¨¢ rechinar los dientes a quienes sufren la creciente inseguridad econ¨®mica que padecen cada vez un n¨²mero mayor de chinos. Pero, para evitar un posible estallido de mal humor, el Gobierno ha anunciado un aumento del 30% en los salarios y pensiones de los funcionarios p¨²blicos.
M¨¢s all¨¢ del aniversario de medio siglo de comunismo en el poder, las celebraciones est¨¢n centradas en el persona de Jiang Zemin, el n¨²mero uno del r¨¦gimen. Oscuro funcionario comunista cuando fue puesto en ¨®rbita por Deng Xiaoping, Jiang Zemin ha adquirido gran seguridad desde hace un a?o, hasta el punto de adoptar hoy aires de gu¨ªa supremo de una China emergente. Pero el semblante sonriente de Jiang no podr¨¢ ocultar la dura realidad de las disputas por el poder en el cumbre del aparato, de las que es actualmente v¨ªctima el primer ministro Zhu Rhongji, cuya figura ha menguado a ra¨ªz del conflicto de Kosovo (bombardeo de la Embajada china en Belgrado por la OTAN) por ser considerado, a ojos de los conservadores, como demasiado conciliador con EEUU. Tambi¨¦n son perceptibles tensiones en la direcci¨®n con relaci¨®n al lugar reservado al Ejercito Popular de Liberaci¨®n: Jiang Zemin, que carece de pasado militar, desear¨ªa mantener a distancia a los generales, pero ¨¦stos tratan de ganar el terreno perdido a favor de la actual crisis con Taiwan.
? Le Monde
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