LA CR?NICA Suave EMPAR MOLINER
Mis 50 mejores amigas y yo fuimos al concierto de Luis Miguel y a los tres segundos descubr¨ªamos el secreto de su belleza: Luis Miguel resulta el hombre ideal para salir fotografiado en un cat¨¢logo de semillas. Les juro que todos ustedes correr¨ªan a comprar pienso si Luis Miguel se lo pidiera. Se lo digo por experiencia; cuando enton¨® "d¨¦jate llevar por tus instintos de mujer, ?desn¨²date!", todas obedecimos lentamente, con esa sonrisa ausente que se te pone cuando eres captado por una secta de las destructivas.
Gracias a nosotras, Luis Miguel tuvo la ilusi¨®n, por un momento, de que el Palau Sant Jordi era el Woodstock de nuestros mayores.
Se lo dir¨¦ de otro modo: para conseguir un cutis como el de Luis Miguel, yo tengo que exfoliarme a diario y aplicarme un fondo mate para que lo ¨²nico que brille sea mi sonrisa y no mi frente. El cutis de Luismi, en cambio, es tan compacto que no entiendo como otros cantantes m¨¢s dejaditos tipo Jean-Michel Jarr¨¦ (el de "campos magn¨¦ticos") no le han copiado el secreto.
Por lo dem¨¢s, es un hombre muy posmoderno; combina las consignas no future del movimiento punki ("nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos, no me preguntes m¨¢s") con las letras m¨¢s populares de los Mojinos Escoc¨ªos, pero en multitudinario y en limpio. Porque donde ellos afirman que "te vi¨¢ comer tor buyuyu", Luis Miguel susurra "quiero comerme tu boca", que no es lo mismo.
No entiendo como siguen llam¨¢ndole "cantante mel¨®dico" cuando est¨¢ claro que en su interior tiene un cantante-protesta muy mejorado. Escuchen bien; Luis Miguel s¨®lo se diferencia de los cantantes protesta en que tiene m¨¢s voz que ellos y que sus estribillos riman un poco m¨¢s.
En la noche del mi¨¦rcoles sali¨® al escenario vestido del cl¨¢sico color del cantautor; el negro. Pero, eso s¨ª, a diferencia de ellos luci¨® un elegante esmoquin modelo catering de lujo.
Y ?qu¨¦ quieren que les diga? Yo prefiero ver los lustrosos zapatos de Luis Miguel que las u?as de los pies de Pedro Guerra. ?Ya lo s¨¦, ya lo s¨¦! No es serio cantar "del barco de Chanquete no nos mover¨¢n" con el pelo engominado. Pero tampoco me parece bonito hacerlo con las gre?as del que se acaba de reintegrar recientemente a la sociedad.
Luis Miguel es perfecto: est¨¢ a mitad de camino entre la trascendencia de un Nacho Cano y la alegr¨ªa de vivir de un Chayanne.
A las 21.58 apagaron la luz. Todos aullamos "reloj no marques las horas" exactamente a las 23.15. Y a las 23.30 dijo el primer "hasta pronto". Hac¨ªa solo unos instantes que hab¨ªa hecho su ¨²nico mutis para cambiarse de ropa y volvi¨® convertido en un Geyperman de tama?o devastadoramente natural.
Luis Miguel no se parece a los otros cantantes del siglo XX y por eso nos gusta tanto. No es el t¨ªpico rockero que te da la sensaci¨®n de que ha aprendido a andar erguido hace unas horas. No es el t¨ªpico heavy que ayer era morador de los ¨¢rboles. Luis Miguel habla por boca de Armando Manzanero y rima cosas como desnuda y cintura, boca con provoca y mujer con querer.
En fin; cuando cant¨® la versi¨®n latina de "¨¦chale la culpa al boogie" de los Jackson Five, al estilo Cent anys de can?ons pero en elegante, tuve un desmayo. En un segundo desfilaron por mis ojos como unas diapositivas que resum¨ªan mi vida. Primero vi las im¨¢genes de mi primer beso, en el pajar del abuelo, con el primo Huguito. Despu¨¦s el primer aborto, en Londres, y la boda civil con Ricardo... ?Oigan!!! ?Un momento!! ?Eh! ?Qu¨¦ pasa aqu¨ª? ?Esta no es mi vida!! ?Se han equivocado de vida!! ?Yo no conozco a ning¨²n Huguito!! ?Organizaci¨®n, hay un error!!!!! ?Devu¨¦lvanme mi vida!!!
Me despert¨¦ gracias a los balidos de mis 50 mejores amigas que, convertidas en el coro de los Tele?ecos, coreaban "dicen que la distancia es el ooolvidooo". Y all¨ª estaba ¨¦l, vistiendo su playa de amargura.
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