Una de amantes
Los amantes del arte del rejoneo pudieron gozar del arte del rejoneo. Bueno, quiz¨¢ sea exagerada la expresi¨®n. Digamos rejoneo a secas pues el arte brill¨® por su ausencia. Quiz¨¢ el propio rejoneo no encontr¨® en los rejoneadores la adecuada interpretaci¨®n. Pero a sus amantes les da igual.A los amantes del rejoneo les basta -y a¨²n les sobra- que los rejoneadores cagalguen, mejor galopen, que corran a dos pistas, que hagan girar sobre s¨ª mismos a los caballos y se vayan del toro dando vertiginosas vueltas.
En estos alardes destac¨® Andy Cartagena que, adem¨¢s, banderille¨® en la modalidad del viol¨ªn y obtuvo una merecida oreja. Pudo ser tambi¨¦n salida a hombros por la puerta grande si el presidente le hubiera dado la oreja del tercer toro que los amantes de las orejas pidieron con pasi¨®n y airada exigencia. Pues ya se sabe: dos orejas valen para salir a hombros por la puerta grande.
Ortigao / Moura, Hern¨¢ndez, Cartagena
Cinco toros despuntados para rejoneo de Ortigao Costa, mansos, y sexto de Jos¨¦ Manuel Criado, bravo; en general, dieron juego. Jo?o Moura: dos pinchazos, rej¨®n trasero y, pie a tierra, dos descabellos (silencio); pinchazo, metisaca, ruedas insistentes de peones y, pie a tierra, dos descabellos (silencio). Leonardo Hern¨¢ndez: rej¨®n trasero atravesado, rueda de peones y tres descabellos (saluda y palmas); rej¨®n atravesado, rueda de peones y, pie a tierra, tres descabellos y se echa el toro (silencio). Andy Cartagena: rej¨®n atravesado muy bajo y rueda de peones (escasa petici¨®n, aplausos y salida al tercio); rej¨®n en lo alto y rueda de peones (oreja). Plaza de Las Ventas, 8 de octubre. 4? corrida de la Feria de Oto?o. Tres cuartos de entrada. Una de amantes
De eso se lamentaban los amantes de las salidas a hombros por la puerta grande: que el presidente no le hubiese regalado a Andy Cartagena la oreja del tercer toro. A fin de cuentas ?qu¨¦ le costaba? La verdad es que si llega a ser otro le da dos.
Muchos de los amantes de las orejas tienen una peculiar forma de pedirlas: de entrada, se ponen a gritar al presidente ment¨¢ndole la madre. Empiezan por mentarle a la madre y si se resiste a otorgar la oreja, la van atribuyendo escabrosas derivaciones del oficio m¨¢s viejo del mundo. Algunos presidentes se sienten conmovidos, dan la oreja y luego explican que era para complacer al p¨²blico, pues el p¨²blico siempre tiene raz¨®n. En fin, ellos sabr¨¢n.
El motivo desencadenante de la furiosa petici¨®n de oreja no concedida a Andy Cartagena fue el r¨¢pido deceso del toro. La afici¨®n conspicua no estaba de acuerdo pues el toro falleci¨® v¨ªctima de alevoso rejonazo en el baj¨ªo. En cambio el rej¨®n que propici¨® la oreja concedida estaba en lo alto, y si por ah¨ª se mata el toro muere ennoblecido por las bendiciones de los celosos custodios del arca que guarda las normas sagradas de la tauromaquia.
Leonardo Hern¨¢ndez quebr¨® mucho y reuni¨® poco. Son las cosas de la vida. Se iba de frente al toro, marcaba el quiebro y no banderilleaba al embroque sino que se aliviaba y unas veces hab¨ªa de irse sin clavar, otras prend¨ªa cuarteando desde la grupa. ?Oh, la grupa! Los custodios del arca rechazan esta ventaja, que repugna al arte de Marialva. En cambio banderille¨® Hern¨¢ndez a dos manos y encel¨® al toro cabalgando a dos pistas, en medio de la general complacencia.
Las cabalgadas a dos pistas tuvieron mejor expresi¨®n en Jo?o Moura, que ha asimilado la t¨¦cnica de la especialidad tra¨ªda por Pablo Hermoso de Mendoza, y la dota de emoci¨®n y belleza. A fin de cuentas es Moura un maestro del rejoneo y no se le resistir¨ªa ninguna innovaci¨®n. S¨®lo falla en los rejones de muerte y, para ser una excepci¨®n en su maestr¨ªa, la perpetra a modo, con caracteres catastr¨®ficos.
Todo esto y m¨¢s que se queda en el chip suced¨ªa ante la desolaci¨®n de quienes no son amantes del rejoneo sino de la fiesta cl¨¢sica. Que estaban all¨ª pues la funci¨®n era de abono, quien no lo compraba perd¨ªa su condici¨®n de abonado para San Isidro, y la empresa hab¨ªa montado una Feria de Oto?o con unos carteles concebidos de barato, sin el menor inter¨¦s, rejoneo incluido. La Feria de Oto?o es el impuesto revolucionario de los amantes de la peseta. Llega a no ser de abono esta funci¨®n y se habr¨ªa visto cu¨¢ntos amantes del rejoneo acud¨ªan a la plaza. Como mucho, la m¨²sica y ac¨¢.
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