Urzaiz enga?a al Valencia

Andaba Luis Fern¨¢ndez reclamando la val¨ªa futbol¨ªstica del Athletic, y para ello apelando a la somnolencia que le producen el resto de los equipos del campeonato, cuando encontr¨® al Valencia y su argumento adquiri¨® una dosis de razonamiento emp¨ªrico. El equipo de H¨¦ctor C¨²per daba la r¨¦plica cuaternaria del f¨²tbol a un Athletic que intentaba combinar las alternativas que este juego propone, aunque con resultados diversos. Por una vez mandaba el Athletic en el control de la pelota, en el raciocinio del juego, en la b¨²squeda de caminos ante un equipo muy menor, un tanto timorato y disperso.El partido ten¨ªa el aspecto de los forcejeos de personalidad, con un matiz fundamental: se libr¨® habitualmente en el campo del Valencia, es decir all¨ª donde el conjunto bilba¨ªno ense?a los dientes de la voluntad y la inspiraci¨®n con sus futbolistas m¨¢s preclaros. Pellegrino le hizo un marcaje casi perfecto a Urzaiz en el juego a¨¦reo, pero el navarro se invent¨® un gol de delantero habilidoso, t¨¦cnico y avispado que no tiene ant¨ªdoto en ning¨²n manual de conductas defensivas.

Remate, en verdad, hab¨ªa poco, imprecisiones bastantes, forcejeo en abundancia, entre dos equipos que convierten el centro del campo en un apeadero en el que se para a deshoras. El Valencia es todav¨ªa un h¨ªbrido de C¨²per y Ranieri, y el Athletic una mezcla de personalidad y despiste. Por eso sufren futbolistas como Guerrero (ayer sometido al marcaje abrasivo de Albelda), Farin¨®s, G¨¨rard, o los que purgaban no se sabe qu¨¦ en el banquillo (Urrutia o Mendieta).

El reparto del juego fue tan equitativo como parco en ocasiones. El Valencia entreg¨® el primero y el Athletic lo agarr¨® por el cuello al amparo de sus individualidades. Etxeberria, Ezquerro y Urzaiz, dirigidos por Alkiza, desarmaron a la defensa valencianista con la leve renta de un gol. El Athletic entreg¨® el segundo tiempo, fiel a su incapacidad para resguardarse. El pelotazo del Valencia se hizo m¨¢s corto y preciso, y San Mam¨¦s tuvo constancia de la presencia de Illie y el Piojo L¨®pez, que asomaron al gol.

Un duelo humilde, con algunos protagonistas de lujo, resuelto por Urzaiz, un futbolista que reivindica un estatus m¨¢s ilustre que el del viejo cabeceador. Un asunto personal en una disputa en¨¦rgica y plana.