Un cabeza de turco
El empate del Bar?a en Soria encontr¨® un cabeza de turco por unanimidad. La culpa la tuvo Bogarde. El zaguero simboliza el futbolista prescindible por excelencia, el extranjero que ocupa la plaza del espa?ol, el jugador que act¨²a por capricho del t¨¦cnico ante el consentimiento de la junta, que se remite al mercado para justificarse ante una hinchada desconcertada ante tanto trasiego de fichas.La Liga est¨¢ llena de bogardes. En el Bar?a, se le utiliza para meterse con Van Gaal. Hay un ensa?amiento con el jugador para descargarse del mal humor que provoca la actitud engre¨ªda del entrenador, empe?ado en demostrar que se gana con Bogarde y no que se puede triunfar sin ¨¦l.
Pero Van Gaal no s¨®lo es atacable por Bogarde, por querer hacerle parecer mejor de lo que es, sino por consentir que los buenos pasen desapercibidos, como si fueran uno m¨¢s. Jugadores como los De Boer o Litmanen, por ejemplo, vienen guardando una actitud acomodada, de cierto abandonamiento, como si el haberlo ganado todo les dispensara de tener que justificar su clase y su sueldo. A la hinchada le cabrea esa falta de implicaci¨®n. El empate ante el Numancia lleg¨® en ausencia de Figo, Rivaldo, Guardiola o Luis Enrique, futbolistas que le dan car¨¢cter al equipo y que curiosamente no fich¨® Van Gaal, superado otra vez por los acontecimientos, puesto que le cuesta leer los partidos. M¨¢s que defenderle con gritos fuera del campo, el t¨¦cnico deber¨ªa tratar de no dejar vendido a Bogarde y a sus defensas en la cancha.
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