Baraja lo arregla a su manera

Lo que debi¨® disfrutar ayer Ranieri, que airea orgulloso aquello de que no le gusta el f¨²tbol. Lo que tuvo que gozar este hombre sin una buena jugada que le molestase, sin desobedientes que se agrupasen en torno a la pelota, sin impertinentes que tocasen y tocasen, sin descarados ganadores cerca. El Atl¨¦tico jug¨® mal, rematadamente mal, y Ranieri se debi¨® sentir feliz, que por ah¨ª, por el mal juego, ha diagnosticado el t¨¦cnico italiano que parte la salvaci¨®n de este equipo. Que s¨ª, que ya est¨¢ bien de desmarques y pases al hueco, esas flores de las que al parecer, siempre s¨®lo seg¨²n la versi¨®n del t¨¦cnico, ha andado sobrado in¨²tilmente el Atl¨¦tico desde que comenz¨® el curso. Que s¨ª, que no deben repetirse esas filigranas que no tienen ning¨²n sentido, como la que se le ocurri¨® ayer a ¨²ltima hora a Baraja: agarrar la pelota en el medio campo, deshacerse de cinco rivales a golpe de velocidad y quiebros, y rematar luego ajustado a una esquina. S¨®lo a Baraja se le ocurre.Esa temeridad de Baraja, eso s¨ª, le arregl¨® ligeramente al Atl¨¦tico su salud europea. Porque hasta entonces, mientras Ranieri se sal¨ªa con la suya, el quinto de la Liga polaca tambi¨¦n se estaba vistiendo de obst¨¢culo insalvable para un Atl¨¦tico p¨¢lido. El Amica Wronki, ese caramelo, estaba agravando la aver¨ªa de los rojiblancos, que ya empezaban a no tener claro ni su futuro en una competici¨®n, la Copa de la UEFA, que apenas ha comenzado a rugir. Otro mal partido de los madrile?os, otro rival que se les sube a las barbas, otra tortura para el seguidor colchonero, que huye despavorido (tan s¨®lo unos 3.000 acudieron al ¨²ltimo desastre de su equipo). Y otra vez Molina metido en el traje de Superman, de h¨¦roe de este equipo, para rescatarle en el momento justo cuando el rival se qued¨® solo a las puertas del gol.

Y en ¨¦sas estaba la reuni¨®n, con el empate anunci¨¢ndose como irreparable, cuando apareci¨® Baraja y su insolencia. Cogi¨® la pelota lejos del ¨¢rea rival, se col¨® entre dos rivales, mand¨® al suelo a otro con un quiebro, se meti¨® en el ¨¢rea con otra finta y, antes de que llegara un polaco, remat¨® con precisi¨®n.