'Porros'
En un informativo de Tele 5 apareci¨® recientemente un miembro de la Guardia Civil, destacado en el pueblo gaditano de Barbate, relatando un fen¨®meno social que se ha producido en esa localidad en los ¨²ltimos a?os. En Barbate, que se encuentra a 50 minutos en patera de las costas de Marruecos, muchos chavales, desde los 13 o los 14 a?os, se dedican a una actividad muy lucrativa: la "pesca" de cajas o paquetes de hach¨ªs (aut¨¦nticos peque?os alijos) que caen por accidente o se dejan caer en momentos de peligro desde las embarcaciones que cubren ese trayecto del Estrecho entre ?frica y la Pen¨ªnsula. Los chavales, una vez recuperado tan suculento bot¨ªn, lo venden, supongo que a muy buen precio, a traficantes de mayor envergadura. En un par de d¨ªas, estos adolescentes pueden ganar, por ejemplo, un mill¨®n de pesetas. No suelen realizar otros trabajos (menos remunerados y que exigen mayor esfuerzo y tiempo) y la mayor¨ªa abandona muy pronto sus estudios. Como dato curioso, se informaba de que el concesionario en Barbate de una importante marca de motos recibe anualmente un premio de reconocimiento de su empresa por ser la que m¨¢s vende de Espa?a. Casi todos los chavales de Barbate se compran una moto con su propio dinero.Lo sorprendente de las declaraciones en televisi¨®n de ese guardia civil es que reconoc¨ªa, con sensatez poco propia de su cuerpo, que el problema de los chavales de Barbate con el hach¨ªs no es su consumo, sino su tr¨¢fico, pues observaba que el hecho de hacer dinero f¨¢cil y r¨¢pido limitaba sus ambiciones. "En Madrid, por ejemplo, el hach¨ªs no impide que los chicos estudien y trabajen", afirm¨®, "pueden fumar porros tranquilamente sin que ello afecte a su desarrollo social". O sea, que el Guardia Civil vino a decir, como ya sabemos, que lo que margina socialmente, en relaci¨®n al hach¨ªs es su tr¨¢fico y no su consumo. Un guardia civil antiprohibicionista, que est¨¢ muy bien. Sin embargo, no me queda m¨¢s remedio que puntualizar sus declaraciones, que desprenden una id¨ªlica y muy poco realista visi¨®n de lo que sucede de verdad en Madrid en los ¨²ltimos tiempos. Me refiero a eso de que en esta ciudad se puede fumar porros tranquilamente.
No es cierto. Lo que s¨ª es cierto es que en Madrid mucha, much¨ªsima gente fuma porros, much¨ªsima gente de toda clase y condici¨®n. Y, s¨ª, lo hace con toda tranquilidad, cuando tiene y cuando le dejan. Sobre todo cuando le dejan, que no es siempre, ni mucho menos. De hecho, tras una ¨¦poca de relativa manga ancha, en la que era f¨¢cil ver a cualquiera li¨¢ndose o fum¨¢ndose un porro en la calle o en muchos lugares p¨²blicos sin problemas morales, actualmente la cosa se ha puesto mucho m¨¢s fea y la presi¨®n policial ejercida en ciertos locales se traduce en una surrealista represi¨®n ejercida sobre el p¨²blico por los encargados de tales locales. Digo surrealista por lo que tiene de parad¨®jico, de contradictorio, de fuera de lugar, de realidad paralela a la realidad.
El pasado s¨¢bado, a las nueve de la ma?ana, tras una noche de baile, fui con varios activistas del Comando Cucurucho a un after hours del centro de Madrid llamado Alien. A tales horas y en tal sitio, quien m¨¢s quien menos ha consumido estupefacientes y los sigue consumiendo all¨ª. Es bastante f¨¢cil detectar a los que llevan encima un m¨ªnimo de medio gramo de coca¨ªna o a los que disfrutan de los efectos de una o dos pastillas de ¨¦xtasis. Es una evidencia que, por supuesto, no pasa por alto a los responsables del local: viven de este p¨²blico. Pero, bajo una f¨¦rrea vigilancia, se impide en el Alien fumar un inocente porro. Te amenazan con echarte a la calle. No se puede. Como es l¨®gico, no se trata de una rancia preocupaci¨®n por eso que tan torpemente se entiende por salud p¨²blica. La cuesti¨®n estriba en que en los locales como el Alien se infiltra la polic¨ªa secreta y les pueden cerrar el negocio por encontrar a alguien consumiendo hach¨ªs o marihuana. Un negocio que se basa en la venta de m¨²sica y espacio cerrado a personas que han consumido estupefacientes. Absurdo. Porque puedes encerrarte en el ba?o y meterte una papelina de un tiro o puedes tragarte una pastilla con el impune disimulo del que se toma un Gelocatil. Se trata, simplemente, de que no se te vea, de que no te pillen. Como en el colegio. Que el simp¨¢tico guardia civil de Barbate pregunte a sus colegas de Madrid. Nada de que se puede fumar porros tranquilamente.
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