Teor¨ªa de la conspiraci¨®n
?Existen las conspiraciones? Las conspiraciones existen. Son la salsa de la vida, son el flujo magm¨¢tico sobre cuyas olas se deslizan nuestros deseos y ambiciones, nuestras inquinas y pasiones. Pongamos el caso de un inspector o de un comisario -los dos t¨¦rminos explican claramente de qu¨¦ tipo de individio estamos hablando- alem¨¢n, por m¨¢s se?as. Se halla en un lugar tan ex¨®tico como Malaisia donde -en el colmo del exotismo- se acaba de correr un gran premio de Formula 1. Lo ha ganado un equipo italiano cuyos b¨®lidos han copado las dos primeras posiciones, echando por tierra las esperanzas de otro equipo, brit¨¢nico, pero con motores alemanes, patrocinado por una marca de tabaco, tambi¨¦n germana, y con un piloto finland¨¦s, que pretend¨ªa conseguir el Campeonato del Mundo. ?Me siguen?No es f¨¢cil, pero sigamos. El equipo italiano tiene dos pilotos, uno el mejor del mundo, es alem¨¢n, y el otro norirlandes, pero protestante. El primero, que a causa de un accidente no ha podido correr durante la mitad de la temporada -de hecho pretend¨ªa no hacerlo hasta el a?o que viene-, ha quedado segundo, y el segundo ha quedado primero gracias al primero, y se coloca en una posici¨®n inmejorable para ganar el campeonato que su equipo hace 20 a?os que no consigue.
?Est¨¢ claro hasta ahora? Bien. El comisario-inspector alem¨¢n de paso por Malaisia se acerca a los b¨®lidos rojos italianos y descubre que su coraz¨®n est¨¢ hecho un l¨ªo. Armado con una cinta m¨¦trica -que ahora hemos sabido que no era del todo alemana- descubre que, unos mil¨ªmetros por aqu¨ª y otros por all¨¢, hay un deflector aerodin¨¢mico -como un aler¨®n pero en muy peque?ito- que le infunde sospechas.
Tan hecho un l¨ªo est¨¢ que ya no sabe si es alem¨¢n, italiano, norirland¨¦s o prefiere declararse ap¨¢trida. Y hace un informe que descalifica a los b¨®lidos italianos conducidos por un norirland¨¦s y un alem¨¢n y que da la victoria a los brit¨¢nico-alemanes conducidos por un finland¨¦s y un escoc¨¦s. Es una ducha de agua fr¨ªa. El campeonato se da por acabado. Brit¨¢nicos, alemanes, finlandeses y escoceses no se lo acaban de creer. Los aficionados a¨²n menos. Los descalificados est¨¢n al borde del suicidio.
Toda Italia se echa a la calle. Alemania tiene el alma dividida. Los due?os del tinglado, brit¨¢nicos, temen por su negocio. Queda una carrera y con este foll¨®n ya no le interesa a nadie y mucho menos a las cadenas de televisi¨®n. Finalmente, un tribunal de apelaci¨®n encuentra que el art¨ªculo 3.12.1, con el que se hab¨ªa descalificado a los coches italianos, queda invalidado con el art¨ªculo 3.12.6. Algo as¨ª como lo de la parte contratante de los hermanos Marx. Las conspiraciones existen. Todos conspiraron, pero conspiraron tanto que, como el orden de los factores no altera el final del producto, todo volvi¨® al punto de partida. Ahora se mantiene la emoci¨®n para el ¨²ltimo Gran Premio y aqu¨ª no ha pasado nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.