Amnist¨ªa denuncia la alarmante situaci¨®n de las c¨¢rceles brasile?as
Cerca de 170.000 presos comunes se hacinan en unas 500 prisiones brasile?as y miles de comisar¨ªas de polic¨ªa, en un sistema penitenciario que s¨®lo dispone de una capacidad de 74.000 reclusos. Los detenidos son v¨ªctimas de violencias y malos tratos sistem¨¢ticos por parte de los agentes, de los funcionarios de las prisiones o de otros presos. Cada a?o se producen decenas de muertes bajo custodia, pero la mayor¨ªa no llegan a investigarse.?stos son algunos de los datos que recoge un informe alarmante de Amnist¨ªa Internacional (AI), resultado de dos a?os de investigaciones en 33 centros penitenciarios en 10 Estados del pa¨ªs.
Amnist¨ªa Internacional present¨® ayer en Madrid el informe que supone el inicio de una campa?a sobre la crisis penitenciaria en Brasil. Seg¨²n informa la organizaci¨®n, debido a la escasez de guardias y el n¨²mero excesivo de presos en las c¨¢rceles, en muchas zonas las autoridades han perdido totalmente el control de los centros. Muchos est¨¢n, en la pr¨¢ctica, dirigidos por peque?os grupos de presos muy violentos que imponen su voluntad.
M¨¢s del 80% de las muertes bajo custodia son debidas a actos de violencia por parte de los propios reclusos. El nivel extremo de hacinamiento y la falta casi total de atenci¨®n m¨¦dica resultan otro problema: el ¨ªndice de casos de tuberculosis es del 80% en algunas prisiones del Estado de S?o Paulo, mientras la infecci¨®n de VIH (el virus del sida) alcanza un 20% en algunas zonas.
Adem¨¢s de estas deplorables condiciones de las prisiones brasile?as hay que a?adir la lacra de la tortura, que constituye una pr¨¢ctica generalizada en las comisar¨ªas. "Se recurre a las palizas y a las intimidaciones para controlar a un n¨²mero en aumento de detenidos", afirma Amnist¨ªa. Y pone un ejemplo: los detenidos en los distritos de polic¨ªa civil de Belo Horizonte son obligados a api?arse desnudos en un patio mientras se registran sus celdas. Despu¨¦s, los agentes les riegan con una manguera desde el tejado. Los detenidos corren el peligro de contraer enfermedades mortales, como la tuberculosis o el sida, y quienes ya las sufren "no reciben un tratamiento adecuado".
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