ETA: la democracia debe hablar ya
De nuevo, ETA vuelve a tomar la iniciativa, consciente como es de que el conjunto de los ciudadanos estamos ansiosos por o¨ªr y leer que los tiros se han acabado; esa ansiedad, que la banda terrorista percibe en los dem¨®cratas espa?oles, le permite jugar sus bazas, sabiendo que el Estado de derecho impide que nosotros juguemos las nuestras en las mismas condiciones que ellos. Repugna que ETA juegue siempre con el chantaje y la amenaza de volver a la cobard¨ªa, pues en eso consiste poner un coche bomba o asesinar por la espalda; y m¨¢s repugnante resulta que para hablar con los dem¨®cratas designe como interlocutores a lo m¨¢s cobarde de su organizaci¨®n; los nombres elegidos por ETA para representarle ofrecen otro perfil, adem¨¢s del de la cobard¨ªa: su car¨¢cter sanguinario tranquiliza el temor que siempre hemos tenido de que se pudiera hablar desde el Gobierno de algo m¨¢s que de dejar las armas; no es imaginable que los tres cobardes etarras, matones descerebrados, puedan hablar de pol¨ªtica o del futuro del Pa¨ªs Vasco con los interlocutores gubernamentales; diga lo que diga ETA en sus comunicados, los elegidos s¨®lo saben de muertes y atentados, tal vez los m¨¢s expertos de la banda en esa materia, lo que clarifica mucho a la hora de sentarse a hablar.?Hay que sentarse? Mi respuesta es s¨ª, y si puede ser hoy mejor que ma?ana. ?D¨®nde? En La Moncloa. ?Qui¨¦nes? El presidente del Gobierno, el ministro del Interior, la ministra de Justicia y el l¨ªder de la oposici¨®n, Joaqu¨ªn Almunia. ?Para qu¨¦? 1. Para exigir de ETA la entrega de las armas y la disoluci¨®n de la banda. 2. Para negociar con ETA la salida legal de los miembros que integran la banda. 3. Para hacer saber a los terroristas que, si dejan de matar definitivamente, la democracia sabr¨¢ resistir el precio que vamos a pagar por una generosidad que, por segunda vez, los ciudadanos aceptaremos. 4. Para reiterarles que la democracia tambi¨¦n sabr¨¢ resistir los asesinatos que hayan de llegar en el supuesto de que decidieran seguir matando.
Todos los analistas coinciden en que ETA, desde que unilateralmente decidi¨® una tregua indefinida, no ha dejado de llevar la iniciativa; esa sensaci¨®n es la que tenemos muchos ciudadanos que en este asunto estamos al lado del Gobierno; esa lealtad permite proponer medidas que hagan recuperar la iniciativa a los dem¨®cratas y hacer perder cualquier esperanza a los terroristas. En esa reuni¨®n que propongo debe quedar meridianamente claro que el Gobierno y la oposici¨®n como oposici¨®n o futuro Gobierno jam¨¢s negociar¨¢n con ETA algo distinto de lo propuesto en los puntos anteriores. A los partidos nacionalistas del Pa¨ªs Vasco tambi¨¦n deber¨¢ quedarles claro que, ni con ETA ni sin ETA, la integridad territorial de Espa?a est¨¢ sujeta a negociaci¨®n. Nadie podr¨¢ impedir que, si el terrorismo acaba definitivamente, el Parlamento vasco, la Asamblea de Municipios o el Foro de Estella discutan o reivindiquen lo que mejor prefieran, ya sea un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, la incorporaci¨®n al Pa¨ªs Vasco del sur de Francia o cualquier otra insensatez; la democracia permite cualquier apuesta o reivindicaci¨®n, incluso deber¨ªamos estar dispuestos a aceptar la devoluci¨®n del Estatuto de Guernica si el Parlamento vasco as¨ª lo decidiera.
S¨®lo el complejo ante el nacionalismo nos hace d¨¦biles en la fortaleza de nuestras convicciones; una lectura desapasionada y apartidista de los resultados de las elecciones vascas y las catalanas, en sus diversas ediciones, nos permitir¨ªa comprender que en esas comunidades no hay m¨¢s nacionalistas que los partidos que concurren y los medios de comunicaci¨®n que informan al respecto; el resto de los ciudadanos no respiran por esa v¨ªa, como se pone de manifiesto cuando son generales o locales. El nivel de abstenci¨®n en los procesos electorales auton¨®micos en ellas no puede atribuirse al hartazgo democr¨¢tico; no est¨¢n cansados de democracia quienes votan mucho m¨¢s cuando se trata de decidir sobre el pueblo, la ciudad o Espa?a; los resultados ponen en evidencia a los que son o quieren parecer nacionalistas, es decir, a todos los partidos, incluido el del se?or Aznar, que orden¨® quitar la bandera espa?ola en el acto electoral que celebr¨® en la campa?a catalana. Al confundir la parte con el todo, vamos m¨¢s all¨¢ de donde la Constituci¨®n nos indica y demostramos una debilidad con el nacionalismo y sus aliados tenebrosos que nos paraliza y desequilibra. EH sabe que esto es verdad y por eso se propone evitar el voto en las pr¨®ximas generales para no volver a pasar por el rid¨ªculo de ver c¨®mo se vota m¨¢s cuando se decide el futuro de Espa?a que el del Pa¨ªs Vasco.
ETA debe saber ya que la democracia se concede un plazo para mantener viva la oferta de reinserci¨®n para sus asesinos. ETA debe saber que no puede haber m¨¢s de dos o tres meses para que la banda acepte disolverse y beneficiarse de indultos, medidas de gracia y reinserci¨®n para sus miembros. ETA debe saber que, pasado ese plazo sin que haya una respuesta positiva a la oferta de la democracia, se habr¨¢ cerrado cualquier posibilidad para la banda y sus presos; la reinserci¨®n s¨®lo es posible para quienes quieran reinsertarse; si ETA decide seguir como banda terrorista, nos habr¨¢ hecho saber a todos que ninguno de sus componentes quiere los beneficios penitenciarios y, por lo tanto, nadie de su entorno se beneficiar¨¢ de los mismos.
Los dem¨®cratas queremos la paz y estamos dispuestos a pagar un precio por conseguirla; juzgaremos a Pinochet por sus cr¨ªmenes repugnantes y estaremos dispuestos a mirar para otro lado cuando salgan a la calle los responsables del asesinato de mil compatriotas nuestros si la paz se consigue. Lo que no podemos seguir haciendo es dejar que ETA mantenga la iniciativa; si quiere dejar de matar y disolverse, tiene unas semanas para pensarlo y la oportunidad de defender sus propuestas pol¨ªticas en distintos foros; si, por el contrario, decide seguir asesinando o amenazando con hacerlo, conseguir¨¢ hacernos llorar, pero nada m¨¢s; la democracia seguir¨¢ fuerte y los presos etarras cada vez m¨¢s d¨¦biles, m¨¢s alejados de su entorno familiar y m¨¢s desesperados. El Gobierno debe hablar y ETA responder sabiendo que no habr¨¢ m¨¢s oportunidades.
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