El primer divorcio de la historia
Dos cient¨ªficos de Boston descubren que los cromosomas X e Y se separaron hace 320 millones de a?os
Del mismo modo que unos arque¨®logos exploran sucesivos niveles en un yacimiento, dos cient¨ªficos de Boston han descubierto cuatro estratos evolutivos diferenciados en la estructura del cromosoma X humano. A partir de la cronolog¨ªa de los estratos, los cient¨ªficos han deducido algunos momentos cruciales en la evoluci¨®n de los cromosomas sexuales, una ¨¦pica guerra de los sexos que se remonta al alba de la historia de los mam¨ªferos; es decir, hace 320 millones de a?os.Los estratos corresponden a unos niveles crecientes de divorcio evolutivo entre el cromosoma X y su pareja, el cromosoma Y, que determina que una persona sea var¨®n.
El hallazgo pone de relieve la importancia del cromosoma Y, un extraordinario componente para los genes que benefician al sexo masculino, pero que ser¨ªan perjudiciales para el sexo femenino. Sin embargo, a pesar de esta fuente de poder privilegiada, los hombres pueden estar en situaci¨®n de riesgo debido a que el cromosoma Y est¨¢ inevitablemente obsoleto, en un proceso que ha disminuido hasta ser la cent¨¦sima parte del X.
David C. Page, del Whitehead Institute, y Bruce T. Lahn, de la Universidad de Chicago, contaron en la revista Science que se encontraron con los estratos mientras estudiaban las diferencias entre los 19 genes que poseen copias tanto en el cromosoma X como en el Y. Los dos miembros de cada par se hab¨ªan separado uno de otro, gen¨¦ticamente, porque el X y el Y no intercambian material gen¨¦tico en cada generaci¨®n, como hacen los otros 22 pares de cromosomas humanos, denominados autosomas.
La mutaci¨®n se produjo mucho antes de la aparici¨®n del g¨¦nero humano, cuando los cromosomas eran a¨²n primitivos y se denominaban autosomas, pero las consecuencias han llevado a la irreconciliable separaci¨®n actual de sexos.
Page y Lahn han descubierto que la zona que no interviene en la reorganizaci¨®n no apareci¨® de una sola vez, sino que se fue creando en cuatro etapas separadas de la historia evolutiva. Seg¨²n sus c¨¢lculos, la primera zona sin reorganizaci¨®n apareci¨® hace 320 millones de a?os, poco despu¨¦s de que se desarrollaran los mam¨ªferos a partir de los reptiles. En estos ¨²ltimos, el sexo no se decide mediante cromosomas sexuales distintos, sino, curiosamente, por est¨ªmulos ambientales. En las tortugas y los cocodrilos, por ejemplo, el sexo del embri¨®n se establece por la temperatura a la que se incuba.
Hubo otras tres inversiones m¨¢s de este tipo hace 170, 130 y 50 millones de a?os, y cada una de estas etapas fue expandiendo la zona sin reorganizaci¨®n.
Aunque la falta de reorganizaci¨®n hace que al cromosoma Y le resulte dif¨ªcil mantener sus genes en forma, tambi¨¦n crea un refugio para cualquier gen cuya evoluci¨®n haya podido hacerle beneficioso para el macho, pero perjudicial para la hembra. Por ejemplo, los gupis macho tienen colores brillantes para atraer a las hembras, pero, al mismo tiempo, los colores hacen al pez peligrosamente visible para los depredadores. Los genes responsables del color dan un beneficio neto al macho, pero causar¨ªan perjuicio a la hembra. Casi todos esos genes chillones, dice Page, se encuentran en el cromosoma Y del pez, de forma que no pueden penetrar en el genoma de la hembra.
Por desgracia, el cromosoma Y humano no parece contener ning¨²n gen de colores chillones. Quien espere encontrar genes capaces de otorgar una habilidad especial para la guerra, el deporte o las matem¨¢ticas quedar¨¢ defraudado: hasta ahora, por lo menos, da la impresi¨®n de que el cromosoma Y contiene una serie de cromosomas muy aburridos.
"Se ha especulado sobre la posibilidad de que las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres est¨¦n integradas en el cromosoma Y, pero hasta ahora no hay pruebas de ello", dice Page.
Hombres y mujeres tienen 46 cromosomas y 44 de ellos son iguales, pero en la mujer hay dos cromosomas XX, mientras que en el hombre son XY. "Ning¨²n otro par de cromosomas es tan pr¨®ximo y a la vez tan diverso", explican los autores de la investigaci¨®n.
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