Un s¨®tano "de cinco estrellas"
La Cruz Roja de M¨®stoles acoge a familias gitanas que perdieron sus chabolas en la ¨²ltima tromba de agua
El s¨®tano de la sede de la Cruz Roja en M¨®stoles (195.300 habitantes) da cobijo a 18 personas de etnia gitana desde el s¨¢bado pasado. La tromba de agua que cay¨® en la noche del viernes aneg¨® el poblado de chabolas situado junto al parque natural de El Soto y se llev¨® por delante la ropa, los colchones y los escasos muebles de las cerca de sesenta familias que residen en esa zona desde 1994. El aguacero hizo estragos, en especial, en los chamizos de 12 adultos y seis ni?os del asentamiento que, as¨ª y todo, se armaron de valor y pasaron la noche entera achicando agua y buscando a tientas los enseres que hab¨ªa arrastrado la avalancha de lodo a 300 metros de distancia. A la ma?ana siguiente, la edil de Seguridad Ciudadana, Beatriz Garc¨ªa, del PSOE, pidi¨® ayuda a la delegaci¨®n local de Cruz Roja, cuyos responsables aceptaron compartir sus escasos 110 metros cuadrados de sede con las cinco familias damnificadas. "Esto es como un hotel de cinco estrellas, como un palacio", coment¨® ayer, muy agradecido, Francisco Carmona, mientras se?alaba la veintena de colchones y mantas y la estufa proporcionada por los voluntarios de Cruz Roja. Su hijo Efra¨ªn, de dos a?os y medio, es el m¨¢s peque?o del grupo y ha acusado los rigores del diluvio del viernes. "Vino descalzo y aqu¨ª le facilitamos unos calcetines y algo de ropa, pero no hemos podido evitar que, al final, se resfriase; hoy ha tenido casi 40 grados de fiebre", record¨® la directora de Servicios Sociales de la Cruz Roja local, Mar¨ªa del Mar D¨ªaz. "Es impresionante la entereza que todav¨ªa demuestran, despu¨¦s de haberlo perdido todo", se asombr¨® el presidente de este cuerpo, David Fern¨¢ndez.
Una casa digna
Ahora est¨¢n bien: la organizaci¨®n no gubernamental Punto Omega les da el almuerzo y la cena, y duermen y desayunan por cuenta de la Cruz Roja. Pero saben que el remedio es transitorio y, por eso, piden soluciones "definitivas". "No queremos un piso nuevo, s¨®lo una casa digna con luz, agua y las necesidades primarias cubiertas; no queremos volver a convivir con bichos y ratas enormes que tienen incluso asustados a los gatos", reclamaron ayer a la concejal de Servicios Sociales, Eva Guti¨¦rrez, del PSOE.La edil les brind¨® ayuda para reconstruir sus casas y el comedor del centro municipal de la tercera edad. "No queremos cuatro tablones para reconstruir las chabolas y esperar a que caiga otra tromba y ocurra una verdadera desgracia", avis¨® Carmona. "Porque esto ha sido un aviso; menos mal que llovi¨® fuerte s¨®lo media hora; de lo contrario, no s¨¦ qu¨¦ habr¨ªa sucedido", remat¨® el portavoz de los afectados. De momento, la concejal tiene previsto alojar a las familias gitanas en alg¨²n recinto p¨²blico hasta que puedan retornar a sus chabolas, "en unos diez d¨ªas", seg¨²n augur¨®.
Las 18 personas de etnia gitana que se han quedado sin hogar pertenecen a un grupo de unas 200 que viven en un descampado propiedad del colectivo Punto Omega, en una esquina del barrio de El Soto. Llegaron all¨ª en 1994, si bien la peregrinaci¨®n por distintos puntos del municipio comenz¨® diez a?os antes, en el pol¨ªgono industrial de Pajarillas, y despu¨¦s junto a la carretera de Fuenlabrada. Los jueces les expulsaron de ambos enclaves por tratarse de propiedades privadas.
Eso s¨ª, el ¨²nico parecido del actual poblado gitano mostole?o con otros de la regi¨®n son las chabolas, pues desde el habitante m¨¢s peque?o al m¨¢s anciano tienen ocupaci¨®n el a?o entero: unos 80 ni?os van a la escuela desde los tres a?os; las mujeres participan en programas de integraci¨®n laboral y los varones se buscan la vida seg¨²n la estaci¨®n. Recogen chatarra, cart¨®n y afilan cuchillos y tijeras durante el invierno; aprovechan el verano para visitar "ferias de peque?as poblaciones donde no tienen que pagar cuotas para instalarse, y venden caramelos, llevan puestos de tiro al blanco y mesitas de juguetes; siempre se va toda la familia junta", seg¨²n las asistentes sociales de M¨®stoles. No se trafica con droga en el poblado y sus habitantes impiden incluso que otras familias se incorporen al asentamiento. "Ponemos todo de nuestra parte para que las administraciones se den cuenta de que podemos vivir en ese piso que llevamos esperando desde hace a?os", cuentan.
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