Epidemias, revueltas y hambre amenazan al Estado indio sacudido por el cicl¨®n
El espectro del hambre, la revuelta popular y las epidemias se cierne sobre el Estado indio de Orissa, donde los equipos de rescate luchan por proporcionar ayuda a 15 millones de damnificados por el cicl¨®n que el viernes y el s¨¢bados pasados descarg¨® con toda su fuerza y vientos de hasta 260 kil¨®metros por hora sobre la costa oriental india. Cinco d¨ªas despu¨¦s de la devastadora tormenta, 5.000 soldados se hallan en pie de guerra para hacer transitables las destrozadas v¨ªas de comunicaci¨®n y distribuir ayudas a millones de personas que a¨²n no han recibido asistencia alguna.Todav¨ªa se carece de estimaciones fiables sobre n¨²mero de v¨ªctimas mortales. Hasta ahora han sido extra¨ªdos unos cuatrocientos cuerpos de las vastas zonas anegadas y de entre las monta?as de deshechos, pero las autoridades esperan que haya miles de cad¨¢veres, "m¨¢s de 3.000", en palabras del responsable de la operaci¨®n de ayuda, D. N. Pandhi. La Cruz Roja, que prest¨® asistencia en el cicl¨®n de 1971, que cost¨® 10.000 vidas, cree que dif¨ªcilmente se superar¨¢ ahora la barrera de los 5.000. Fuentes oficiales dan cuenta de la desaparici¨®n de 1.500 pueblos y dicen que, de los 15 millones de personas afectadas por el cicl¨®n, dos millones han perdido sus viviendas.
Los damnificados necesitan urgentemente alimentos b¨¢sicos y en algunas zonas han asaltado almacenes en busca de aprovisionamientos. En algunos casos, la polic¨ªa ha tenido que intervenir para evitar disturbios. Cuatro distritos siguen aislados por el agua y hoy se emplear¨¢n barcas para hacer llegar comida, agua y medicinas a decenas de miles de personas.
El director general de Sanidad reconoce que hay riesgo de epidemias, aunque todav¨ªa no se han dado casos. "En los primeros diez d¨ªas de una situaci¨®n as¨ª se suelen producir enfermedades relacionadas con el agua y las diarreas como son el c¨®lera y la hepatitis", dijo ayer en Nueva Delhi
Bhubaneshwar, la capital de Orissa, retorna lentamente a la normalidad, pero los servicios de electricidad y telefon¨ªa apenas funcionan y las tiendas siguen cerradas por temor a los saqueadores, mientras en las gasolineras las colas se alargan kil¨®metros.
A 30 kil¨®metros de la capital, en la localidad de Cuttack, un metro de agua cubre las carreteras y en un pueblo vecino eran visibles sobre los campos los cuerpos en descomposici¨®n de hombres, mujeres y ni?os sobre los que picoteaban las aves carro?eras.
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