Jos¨¦ Luis Melena
El ¨²ltimo premio Euskadi de Investigaci¨®n se salt¨® el protocolo y cambi¨® los parabienes por la defensa de las libertades
Los actos universitarios tienen su protocolo, su ritual y su liturgia, es decir, su orden del d¨ªa, sus birretes y sus discursos. Los ¨²ltimos suelen responder a un gui¨®n establecido. Durante a?os, cada apertura de curso o acto acad¨¦mico donde intervinieran el rector y el lehendakari (o presidente de comunidad de turno), aqu¨¦l reclamaba de ¨¦ste m¨¢s sensibilidad presupuestaria con la universidad y ¨¦ste solicitaba de aqu¨¦l m¨¢s control de gasto y menos endogamia. Cada a?o, con unas u otras palabras, cada discurso tiene 15 o 77 l¨ªneas dedicadas a esos menesteres. Es el rito de la necesidad, la liturgia de la demanda, el protocolo de la sinceridad.Jos¨¦ Luis Melena (San Sebasti¨¢n, 1947) se salt¨® el protocolo el pasado martes en el Palacio Miram¨®n de San Sebasti¨¢n y le espet¨® al lehendakari lo que pensaba sobre las agresiones a profesores de la UPV. Agradeci¨® el Premio de Investigaci¨®n que recib¨ªa e inmediatamente recrimin¨® a Juan Jos¨¦ Ibarretxe, all¨ª presente, la "miop¨ªa" de su Gobierno en la defensa de las libertades de los ciudadanos.
Nadie se inmut¨®, pero se cortaba el aire. Quiz¨¢ todo ocurri¨® por que no se trataba de un acto acad¨¦mico, ni universitario, en sentido estricto, o porque Jos¨¦ Luis Melena es un especialista en la cultura mic¨¦nica y si es capaz de interpretar las tablillas de barro, no debe costarle trabajo explicar las cuestiones cotidianas del m¨¢s ac¨¢, no m¨¢s costosas que un manual de Internet. Y tampoco le cost¨® decirlas, aunque el escenario estuviera previsto para los parabienes m¨¢s que los parachoques, para los lugares comunes del agradecimiento, en definitiva.
Y se salt¨® el gui¨®n, que es lo que viene haciendo toda su vida. Para empezar, eligi¨® una especialidad que s¨®lo cultivan a alto nivel seis personas: un profesor de Cambridge, otro de Bruselas, uno m¨¢s en N¨¢poles y dos norteamericanos, que con ¨¦l componen el muy selecto club de los seis mic¨¦nicos que se turnan en los museos de Atenas y Creta. Dec¨ªa en una entrevista publicada en este peri¨®dico (14-9-99): "No es extra?o que en mis 30 a?os de docencia no haya aparecido un solo alumno que quiera dedicarse a esto". La raz¨®n es sencilla: "?Qu¨¦ va a hacer un alumno en Espa?a con esta especialidad sin poder dar clases de griego en la ense?anza secundaria?"
Jos¨¦ Luis Melena encontr¨® un lugar en la UPV, donde da clases en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicaci¨®n. All¨ª comparte el enorme esfuerzo de interesar a las nuevas generaciones con la investigaci¨®n en un ¨¢rea (humanidades o letras) demasiado (auto)marginada por las expectativas de financiaci¨®n respecto a las disciplinas cient¨ªficas. Poco dinero y pocas propuestas en un ¨¢rea muy minimizada por la falta de horizontes laborales y en franca regresi¨®n en los nuevos modelos educativos y universitarios.
Pero Jos¨¦ Luis Melena prefiere cabrearse a lamentarse, mirar hacia adentro m¨¢s que hacia fuera, para explicarse lo que ocurre a su alrededor. Y cree que falta m¨¢s imaginaci¨®n que financiaci¨®n. Y se salta el gui¨®n y lamenta miop¨ªas o posturas cicl¨®peas.
Lo mic¨¦nico y lo esc¨¦nico
Para los detractores (que ahora los tendr¨¢ m¨¢s reconocibles), Jos¨¦ Luis Melena ser¨¢ para siempre un bicho raro. Un tipo que se dedica a esas cosas y dice estas cosas, que cultiva lo mic¨¦nico y lo esc¨¦nico. Y poco les importar¨¢ que el Pa¨ªs Vasco cuente con uno de los seis principales investigadores que en el mundo hay de esa cultura anterior a la Grecia cl¨¢sica, o que recibiera merecidamente el premio Euskadi de Investigaci¨®n, que ya pose¨ªan un f¨ªsico (Pedro Miguel Etxenike), un fil¨®sofo (Javier Echevarria) y un inmun¨®logo (Jos¨¦ Antonio L¨®pez de Castro).
Seguramente, algunos le descubrieron como el hombre que le dijo a la cara al lehendakari lo que pensaba. Y se quedar¨¢n en eso, para bien y para mal. Una actitud muy acorde con un cierto autismo de los profesores universitarios y el desparpajo esc¨¦nico de los cient¨ªficos. Tambi¨¦n pretend¨ªa eso: que se sepa de una vez por todas lo que piensa, a la vista del poco inter¨¦s general que despiertan los misterios de las tablillas de barro mic¨¦nicas que se quedan pegadas a la mano.
Pero, sobre todo, perdura el cient¨ªfico que rebusca en los datos de la antig¨¹edad las claves del presente y el futuro. A veces es m¨¢s dificil comprender por qu¨¦ pasa lo que pasa que por qu¨¦ pas¨® lo que pas¨®. Aunque ambas cosas est¨¦n claras.
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