Kiri Te Kanawa recupera en 'Canciones maor¨ªes' las melod¨ªas de su infancia
La soprano neozelandesa rinde homenaje al folclor de su pa¨ªs en un disco con 16 temas
Kiri Te Kanawa, la soprano neozelandesa, no habla maor¨ª. Cuando era ni?a, estaba mal visto expresarse en la lengua aborigen de su tierra natal, al sur del Pac¨ªfico. Ni siquiera sus padres la empleaban en casa. Apasionada defensora del folclor aut¨®ctono, la cantante ha hallado la forma de recuperar su legado cultural: acaba de dedicar un disco entero, Canciones maor¨ªes, a las melod¨ªas de su infancia. Tanto empe?o ha puesto que ha recibido ya el mejor cumplido. Seg¨²n los expertos nativos, entona las letras de sus antepasados como si lo hubiera hecho siempre.
Presentado ayer en Londres, Canciones maor¨ªes (EMI Classics) es un ¨¢lbum que Kiri, como la llama respetuoso todo el mundo, llevaba toda su vida profesional queriendo grabar. Nacida en 1944 en Gisborne, al noreste de Nueva Zelanda, de padre maor¨ª y madre irlandesa, ambas herencias culturales la han ayudado a sumergirse en unas melod¨ªas ancestrales que muestran tambi¨¦n claras influencias externas. "Los hermanos de mi padre le hablaban en maor¨ª, pero ¨¦l no les correspond¨ªa. Todo lo m¨¢s, me traduc¨ªa la letra de unas canciones que he o¨ªdo siempre y que, hace 10 a?os, no habr¨ªamos podido recoger con tanta fidelidad como ahora", se?ala con un entusiasmo contagioso que ella resume en un solo pensamiento: "Lo que m¨¢s me gusta en este mundo es cantar, y espero que el p¨²blico disfrute escuch¨¢ndome".El trabajo de investigaci¨®n efectuado para recopilar las 16 canciones del disco refleja la evoluci¨®n sufrida por una m¨²sica aborigen que mezcl¨® su fuerza y simbolismo con los ritmos tra¨ªdos a partir del siglo XVIII por los primeros viajeros europeos. Lejos de rechazar las nuevas tradiciones mel¨®dicas, entre las que destacaba el vals, los artistas maor¨ªes adaptaron sus c¨¢nticos de amor y alegr¨ªa, de lamento y muerte, a los modos musicales del Viejo Mundo.
El resultado de dicho abrazo cultural es una selecci¨®n considerada ya como un "cl¨¢sico moderno" en su g¨¦nero. "Cantar en maor¨ª es una experiencia inolvidable. Los nativos utilizan todo el cuerpo para expresarse, y hab¨ªa que reflejar tambi¨¦n su modo de comunicarse. Por eso he querido formar parte del coro aut¨®ctono que me acompa?a. Si hubiera cantado solos por mi cuenta, habr¨ªamos hecho un disco como tantos otros".
Servidas con el mismo ¨ªmpetu que ella pone para explicarlo, las 16 melod¨ªas, muy complejas a pesar de los escasos registros tonales originales, sorprenden por la maestr¨ªa con que los m¨²sicos maor¨ªes absorbieron la armon¨ªa de otras tierras sin perder su propia identidad.
Pero como el marco adecuado para escucharlas son los grandes espacios abiertos, la soprano, Dama del Imperio Brit¨¢nico desde 1982, tiene reservada una sorpresa al mundo entero. El 1 de enero del a?o 2000, el nuevo milenio amanecer¨¢ por Nueva Zelanda. Y all¨ª, en la playa de Gisborne, estar¨¢ Kiri Te Kanawa con la Orquesta Sinf¨®nica de su pa¨ªs. "Daremos un concierto de madrugada para que coincida con la salida del sol. Los ensayos son de una a cuatro de la madrugada. En escena estaremos entre las cinco y las seis, y esperamos que el sol ilumine la playa mientras yo canto varias de las canciones maor¨ªes del disco. Si soy sincera, no me imagino en ning¨²n otro lugar de la Tierra en ese momento", dice, con una excitaci¨®n nada postiza. La misma que humaniza todav¨ªa m¨¢s a una verdadera diva que ha sabido elegir sus papeles de soprano l¨ªrica con humildad. "Tosca me encanta, pero no est¨¢ escrita para mi voz", admite.
Recital de Nochevieja
Teniendo en cuenta que el concierto ser¨¢ televisado en directo por 55 pa¨ªses (en Espa?a lo har¨¢ TVE cuando todav¨ªa sean, por la diferencia horaria, las 18.48 del 31 de diciembre), se calcula que pueden contemplarlo mil millones de personas. Una cifra que hace peque?a los 600 millones de telespectadores que la oyeron cantar en 1981 en la boda de los pr¨ªncipes de Gales. "En aquella ocasi¨®n se celebraba un enlace de resonancia internacional. La llegada del nuevo milenio tendr¨¢ otro acento. Para m¨ª ser¨¢ una experiencia ¨ªntima donde deber¨ªa lanzarse un mensaje de respeto y libertad".A punto de ponerse solemne, la soprano recupera de inmediato la compostura, siempre con delicadeza, y reconoce sonriendo que su relaci¨®n con la m¨²sica es imposible de romper. "O me jubilo o me muero. Veremos lo que llega antes". De momento, ninguno de ambos destinos parece acecharla de cerca. Su pr¨®ximo proyecto, ya en marcha, es un disco de canciones suramericanas con arreglos de compositores como Ginasterra. Luego seguir¨¢n varios conciertos y tal vez una escapada a casa, a Nueva Zelanda, donde espera ir a pescar, otra de sus pasiones.
"He conseguido un ejemplar enorme y pienso regresar al mismo lugar para ver si todav¨ªa siguen all¨ª sus cong¨¦neres". Ser¨¢ un descanso pasajero, porque del canto le gusta todo, hasta los inacabables ensayos. "Cuando se acaban, me da incluso pena concentrar tanto esfuerzo en unas pocas horas de representaci¨®n", concluye sin rubor alguno.
Babelia
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