Veinte a?os despu¨¦s
EDUARDO URIARTE ROMERO
Aunque hayan aparecido en alg¨²n acto de celebraci¨®n del Estatuto de Gernika personajes del pasado del PNV, y aunque se sepa que el viraje soberanista de la ¨²ltima generaci¨®n jelkide est¨¢ provocando tensiones en este partido, el desprecio que ha sufrido el texto que consagra nuestro autogobierno es tal que se debiera, en evitaci¨®n de vac¨ªos de legitimidad, aclararse definitivamente la situaci¨®n. Que disuelva la C¨¢mara vasca el lehendakari y promueva elecciones con sus posicionamientos actuales; ofr¨¦zcase al ciudadano la posibilidad de resolver democr¨¢ticamente el nuevo proceso, la aventura, para muchos, ha emprendido el Gobierno vasco.
Hace veinte a?os, el llamamiento abstencionista dividi¨® a la izquierda abertzale y al resto de las fuerzas pol¨ªticas vascas, cavando un foso enorme entre ambas partes. Hace veinte a?os, lo que se constituir¨ªa posteriormente como HB decidi¨® que no se participara en las elecciones; m¨¢s tarde participaron, pero no acudieron a las instituciones. Sin embargo, el proceso pol¨ªtico super¨® la agresividad que alent¨® el terrorismo porque se iba forjando el Estatuto, con un especial protagonismo de un PNV que surg¨ªa con la experiencia reciente de la dictadura de Franco. El ¨¦xito del Estatuto se debi¨® en gran medida al protagonismo del PNV. Ahora, que parece abandonarlo por el proceso soberanista, el marco jur¨ªdico que garantiza la convivencia puede venirse abajo.
Este abandono del Estatuto se esgrime como garant¨ªa del proceso de paz, pero dicho abandono, ante a la inexistencia de una alternativa minimamente cristalizada, en vez de garantizar la paz, s¨®lo concede legitimidad a los que durante estos veinte a?os han ejercido la violencia contra el Estatuto. Legitima la necesidad del conflicto y de la violencia, se legitima la violencia frente a un proceso democr¨¢tico que ha sido toda la historia del Estatuto. De hecho, comprar el Estatuto con la Carta Real de De la Rosa es de una perversi¨®n venenosa. Se podr¨ªa sospechar que se desprestigia el Estatuto para prestigiar a ETA en la mesa de negociaci¨®n.
No se puede tirar por la borda, en un gesto de desprecio digno de un aut¨®crata, el marco jur¨ªdico que aprobamos los vascos en refer¨¦ndum. No se puede mantener una l¨ªnea de deslegitimaci¨®n continuada del Estatuto desde el Gobierno que el Estatuto legitima y pensar que estas aberraciones surrealistas no generan consecuencias. De hecho, desprestigiar el Estatuto es desprestigiar al lehendakari y a su Gobierno, al Parlamento, a la Ertzaintza, etc. Mantener una situaci¨®n, cada vez menos equ¨ªvoca, de abandono del Estatuto sin alternativa concreta promueve un vac¨ªo pol¨ªtico que favorece la violencia civil. No se puede, para facilitar la paz para hoy -si es que la facilita-, desprestigiar el consenso estatutario, porque ello propicia el enfrentamiento civil para el futuro. Y determinados vaciamientos de legitimidad lo est¨¢n esbozando.
Plant¨¦ese la alternativa al Estatuto -la autodeterminaci¨®n o lo que sea- en los programas electorales respectivos y, si son democr¨¢ticamente aprobados o rechazados, se podr¨¢ proceder as¨ª a encauzar pol¨ªtica e institucionalmente, si cabe, los cambios o rupturas que el nacionalismo reivindica. No se puede construir Euskadi tan s¨®lo destruyendo lo existente.
La espera en el vac¨ªo s¨®lo puede facilitar la osad¨ªa activista y la consiguiente imposici¨®n de sus postulados al resto de los vascos. La espera en la desligitimaci¨®n gubernamental deja a los constitucionalistas sin marco de encuentro pol¨ªtico en la comunidad aut¨®noma. Si los nacionalistas desean superar o romper con el Estatuto, que lo planteen a la sociedad. El vac¨ªo s¨®lo facilita la osad¨ªa de los golpistas.
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