Jon Sobrino
Director del Centro Pastoral de la UCA, recuerda cada a?o la impunidad de la matanza de los jesuitas en El Salvador
De Jon Sobrino (61 a?os, Bilbao) tenemos en Espa?a noticias al menos una vez al a?o, cada vez que el calendario se detiene en el 15 de noviembre y devuelve la memoria de aquel d¨ªa infeliz de 1989 cuando los escuadrones de la muerte de El Salvador asesinaron a sus compa?eros jesuitas Ignacio Ellacur¨ªa, rector de la Universidad Centroamericana; Segundo Montes, Ignacio Mart¨ªn-Bar¨®, Armando L¨®pez, Juan Ram¨®n Moreno y Joaqu¨ªn L¨®pez, ¨¦ste ¨²ltimo salvadore?o; a la cocinera de la congregaci¨®n, Elba Julia Ramos, y a su hija Celina, que entraron en el macabro fest¨ªn de los paramilitares por el delito de estar all¨ª y haber visto lo que sucedi¨®.D¨ªas antes y despu¨¦s del 15 de noviembre de cada a?o, Jon Sobrino ejerce su papel de testimonio vivo de aquellas muertes a las que escap¨® por su presencia accidental en Tailandia. De no ser por aquel viaje, Sobrino se hubiera convertido en una l¨ªnea m¨¢s de la relaci¨®n de v¨ªctimas en un pa¨ªs demasiado acostumbrado a pasear entre la vida y la muerte.
Actualmente director del Centro Pastoral de la Universidad Centroamericana (UCA), en la capital salvadore?a, ejerce ese d¨ªa y todos los dem¨¢s del almanaque una lucha permanente contra el olvido. La justicia parece haber perdido la batalla: s¨®lo dos militares fueron condenados a 30 a?os, pero una amnist¨ªa posterior a los acuerdos de paz entre el Gobierno y la guerrilla permiti¨® que Guillermo Benavides y Yussy Mendoza s¨®lo cumplieran un a?o y medio de prisi¨®n.
A partir de ah¨ª el riesgo es el olvido, la inclusi¨®n de estos ocho asesinatos como un asiento m¨¢s en la contabilidad de las 70.000 personas muertas en diez a?os de enfrentamientos entre la guerrilla y el ej¨¦rcito.
Jon Sobrino, junto a Ignacio Ellacur¨ªa y los dem¨¢s, ten¨ªan la tarea de la paz en el Salvador marcada en el dietario de la vida cotidiana. Si Ellacur¨ªa era el intelectual, el que con m¨¢s ah¨ªnco pon¨ªa la pausa en la reflexi¨®n, el an¨¢lisis en la pasi¨®n, Jon Sobrino ten¨ªa la vida m¨¢s pegada a pie de obra en las comunidades de la pobreza.
Quien ha conocido (m¨¢s o menos) a Ignacio Ellacur¨ªa (antes siempre I?aki) en El Salvador o en Portugalete, adonde regresaba de vez en cuando para gozar de la familia, habr¨¢n advertido esa calma que otorga la superaci¨®n del miedo y del riesgo a perder la vida. Rector universitario y recto ser humano, hablaba suave y despacio.
Acostumbrado a la discreci¨®n en sus viajes negociadores con la guerrilla en Cuba, o en sus reuniones con el entonces presidente Cristiani, cuando regres¨® a El Salvador en plena ofensiva del FMLN sobre la capital, muchos temieron por su vida. Y la perdi¨®.
Sobrino refleja una mayor emotividad y para muchos de los que compartieron su tiempo en El Salvador en aquellos a?os aciagos y esperanzados era probablemente un objetivo m¨¢s deseado por los adoradores de la muerte, que ya se hab¨ªan cobrado antes la vida del obispo ?scar Arnulfo Romero.
Materiales sensibles
Eran los tiempos de la llamada teolog¨ªa de la liberaci¨®n, que incomodaba en los pasillos del Vaticano m¨¢s que la complicidad pasiva o activa de una parte de la Iglesia en los reg¨ªmenes dictatoriales de Am¨¦rica del Sur. Los jesuitas hab¨ªan forjado un nuevo estilo en pa¨ªses donde la esperanza es en muchas ocasiones un argumento ret¨®rico.
En El Salvador, Jon Sobrino, como Ignacio Ellacur¨ªa, desarrollaba una labor tanto educativa (en la UCA) como asistencial (en las abundantes comunidades de la pobreza), dos materiales muy sensibles en los para¨ªsos de la injusticia. La inmensa riqueza reclama inmensas pobrezas y sobredosis de ignorancia que faciliten su reproducci¨®n.
Por eso, piensa Sobrino, como monse?or Romero, que se mata a quien estorba. Y ¨¦l, como Ellacur¨ªa y los dem¨¢s estorbaban en medio de una guerrilla que so?aba con una victoria militar y un ej¨¦rcito dispuesto a evitarlo por cualquier medio. En medio, tratando de favorecer la negociaci¨®n sobre la balacera, de promover otro esp¨ªritu religioso, sin renunciar a sus liturgias, compaginando la fe con las convicciones cotidianas (el cuarto misterio). El a?o que viene, Jon Sobrino, cura, jesuita, rebelde con causa, volver¨¢ a la actualidad un 15 de noviembre, de la mano de Ignacio Ellacur¨ªa, denunciando la amenaza del olvido, recordando que existe El Salvador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.