Otro cl¨¢sico apasionante

Desde el primer minuto hasta el ¨²ltimo, result¨® un cl¨¢sico apasionante. Consecuencia de dos equipos que, cuando se enfrentan, se al¨ªan con el f¨²tbol y lo dan todo. Cualquiera pudo haber ganado y ambos lo hubieran merecido, pero el Valencia quiz¨¢ aport¨® una dosis m¨¢s de entrega, unos gramos m¨¢s de pasi¨®n que al final, totalmente exhausto por la expulsi¨®n de Fagiani, le fueron suficientes para aguantar el tir¨®n azulgrana. Y para sumar su quinta victoria ante el Bar?a de los ¨²ltimos siete enfrentamientos, algo probablemente hist¨®rico. Por cierto, pocas dudas le deben quedar a C¨²per de que Mendieta, el mejor del encuentro, debe jugar ah¨ª, en la media punta, y no en uno de los interiores, donde ha actuado hasta ahora.Precisamente cuando el Barcelona se hab¨ªa desembarazado de la presi¨®n valencianista, el bal¨®n le pertenec¨ªa sin discusi¨®n y el f¨²tbol azulgrana flu¨ªa desde la bota derecha de Guardiola, al filo de la media hora, apareci¨® el Piojo L¨®pez. Descubri¨® un gran agujero en el centro de la defensa azulgrana, se acerc¨® como pose¨ªdo a Hesp y, ante el acoso de los defensas, dispar¨® con su pata de palo, la derecha. Por supuesto que se trataba de un gol: enfrente estaba el Bar?a, el mejor rival posible para el Piojo, el equipo al que le ha marcado 11 goles en 12 partidos. Aunque sea con la izquierda. O con la cabeza, que tampoco es su fuerte. Pero su fuerte es el Bar?a. Porque hasta ese momento el Piojo estuvo especialmente espeso, incapaz de marcharse de Sergi o de Frank de Boer, pero lo hizo una vez. Y gol. El Valencia recuper¨® entonces el mando y en una recuperaci¨®n de bal¨®n de Mendieta, otra vez en el centro de la defensa azulgrana, Ilie cruz¨® el cuero de izquierda a derecha ante la estirada de Hesp. Los goles tambi¨¦n acud¨ªan fieles a la cita.

Tres de los cuatro argentinos del Valencia ya ten¨ªan una tarjeta amarilla a los 17 minutos de juego. Pero eso no le quit¨® chispa al partido, que naci¨® respetuoso con la historia y fue hermoso desde el primer instante. Guardiola y Mendieta se emparejaron en el centro del campo y representaron lo mejor de cada equipo. El capit¨¢n del Valencia, el br¨ªo y la verticalidad valencianista en este tipo de citas; el del Bar?a, la racionalidad en la distribuci¨®n de espacios, la naturalidad en el juego. Finalmente en esta bella batalla se impuso Mendieta, quiz¨¢ porque estaba m¨¢s arropado en ese territorio por Gerard de lo que Guardiola lo estuviera por Cocu, a pesar de que Figo acudi¨® al rescate con ¨¦xito en numerosas ocasiones: para colaborar en la creaci¨®n.

Podr¨ªa pensarse que el partido hab¨ªa quedado resuelto, de no ser porque all¨ª estaba el Bar?a, con su munici¨®n descomunal. Y poco despu¨¦s de que Figo lanzara un disparo envenenado que salv¨® al lado del poste la mano de Palop, Zenden se sac¨® un latigazo cruzado desde el pico izquierdo del ¨¢rea que se col¨® como una centella. El descanso promet¨ªa una segunda parte tan apasionante como la primera.

Tal cual. El Barcelona puso precio a la cabeza de Palop y el Valencia se encomend¨® m¨¢s que nunca a que Piojo, Mendieta e Ilie cazaran alg¨²n contraataque. La incorporaci¨®n de Simao en el extremo derecho no hac¨ªa sino reforzar la ambici¨®n azulgrana, cuyo acoso iba a ser infatigable. El centro del campo valencianista se disolv¨ªa y s¨®lo Mendieta segu¨ªa espl¨¦ndido: con una ambici¨®n infinita. Pero el partido continuaba como al principio: un toma y daca, una ida y vuelta. As¨ª hasta que un detalle lo desestabilizara. Pudo haber sido esa extraorinaria chilena de Ronald de Boer que Palop desvi¨® con proverbiales reflejos, por mucho que el ¨¢rbitro hubiese anulado la acci¨®n por juego peligroso del defensa holand¨¦s. Con la expulsi¨®n de Fagiani, el Bar?a se abalanz¨® y Palop respondi¨® con grandeza.