Identiduales
IMANOL ZUBERO
Nadie aceptar¨ªa sin discusi¨®n que un an¨¢lisis sobre las ideolog¨ªas se iniciara diciendo que ¨¦stas se dividen en dos, la izquierda y la derecha; como nadie (al menos nadie minimamente serio) abordar¨ªa el an¨¢lisis de la estructura de clases en las sociedades industriales avanzadas diferenciando entre ricos y pobres, o entre explotadores y explotados. Sin embargo, parece que la ¨²nica manera de abordar la cuesti¨®n de las identidades nacionales consiste en simplificarla hasta definir (hasta identificar) dos posiciones contrapuestas en torno a las que el analista de turno dispone a su gusto a los contendientes.
Que personas habitualmente razonables y cr¨ªticas caigan en un dualismo simpl¨®n cuando se aproximan a esta cuesti¨®n deber¨ªa hacernos reflexionar. ?Puede un an¨¢lisis que desde sus mismos fundamentos divide y enfrenta hacer otra cosa que no sea fortalecer los elementos de ruptura y exclusi¨®n asociados a la afirmaci¨®n identitaria, en detrimento de aquellos otros elementos, tambi¨¦n presentes en la conformaci¨®n de las identidades colectivas, que permitir¨ªan establecer conexiones y generar puntos de encuentro? ?C¨®mo extra?arnos de que las identidades se vivan ag¨®nicamente, se conviertan en arma de guerra, se vuelvan asesinas, si la reflexi¨®n acad¨¦mica sobre las mismas es desarrollada desde una mirada mutiladora, dualista, ciega a la complejidad?
Es verdad que el simple hecho de pensar en varias identidades es contradictorio. No cabe escoger entre 27 identidades, sea cual sea la elecci¨®n que se haga: el caos de su vivencia simult¨¢nea o priorizar una de ellas sobre las restantes. Y no cabe porque nadie tiene 27 identidades; ni tan siquiera dos (con la excepci¨®n, tal vez, de las personalidades esquizofr¨¦nicas o la de aquel sujeto que, como suele apostillar el Gran Wyoming en CQC, lo ten¨ªa todo doble). El principio de identidad, que afirma que toda cosa es igual a s¨ª misma ("lo que es, es lo que es"), se completa con el principio de no contradicci¨®n ("lo que es no puede ser lo que no es") y el principio denominado tercero excluido ("lo que es no puede, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto, ser lo que es y adem¨¢s otra cosa").
La identidad es siempre una, compuesta, eso s¨ª, por 27 o 27 mil pertenencias. Es la relaci¨®n que establecemos entre estas pertenencias la que constituye nuestra identidad, una relaci¨®n que es ¨²nica para cada persona. De ah¨ª que cuando hablamos de identidades colectivas (es decir, cuando hablamos de un conjunto de personas que comparten una misma identidad) hemos de ser muy conscientes de que estamos haciendo una delicada abstracci¨®n. Adem¨¢s, que la identidad sea siempre una no quiere decir que sea la misma para siempre: a lo largo de la vida caben reordenaciones de las pertenencias que supongan un aut¨¦ntico cambio de identidad. Esto es algo que rompe la coherencia de las pol¨ªticas de la identidad. De ah¨ª que estas pol¨ªticas se deslicen con tanta facilidad hacia el brumoso territorio de los sentimientos: el ser se confunde con el sentir, de manera que no sea preciso dar razones sobre el ser nacional, justificado por el sentimiento.
Busco el t¨¦rmino identidad en un diccionario de ciencias humanas y encuentro una llamada que me invita a desplazarme hasta las p¨¢ginas 254 y 255 para consultar un concepto relacionado. Se trata del t¨¦rmino "invariantes", formulado por el conocido psic¨®logo Jean Piaget para describir uno de los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos del desarrollo cognitivo del ni?o: el momento en que descubre que hay realidades y objetos que no cambian aun cuando se hayan modificado algunos de sus componentes (se trata de la conocida formulaci¨®n que aprendemos en las matem¨¢ticas b¨¢sicas seg¨²n la cual "el orden de los factores no altera el valor del producto"). Como en todos los diccionarios, las p¨¢ginas en las que se recoge ese t¨¦rmino est¨¢n encabezadas por el primero y el ¨²ltimo concepto que en ellas aparecen. Casualmente, la p¨¢gina 254 se abre con el t¨¦rmino "introspecci¨®n" y la p¨¢gina 255 se cierra con el t¨¦rmino "irracional-irracionalismo". ?O no es casualidad?
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