Santi Ezquerro
El delantero del Athletic inscribi¨® su nombre en la historia local reviviendo, 23 a?os despu¨¦s, el penalti de Panenka
El f¨²tbol, quiz¨¢ el deporte en general, m¨¢s que una trayectoria es una colecci¨®n de instantes gloriosos e infernales que acaban por dominar los recuerdos y empolvar las estad¨ªsticas. Tanto es as¨ª que incluso puede archivar en el disco duro de las emociones hasta lo que jam¨¢s ocurri¨®. El gol a lo Pel¨¦ nunca se produjo, pero el p¨²blico (la aposentadur¨ªa, que dec¨ªa Vicente Cantatore), agradeci¨® tanto su osad¨ªa de intentar marcar un gol desde el medio campo que lo situ¨® en la hornacina futbol¨ªstica, reduciendo los posteriores goles a lo Pel¨¦ (que s¨ª se produjeron) a la categor¨ªa de an¨¦cdota futbol¨ªstica.Santi Ezquerro (Calahorra, 1976) vivi¨® un instante glorioso el pasado s¨¢bado en San Mam¨¦s. De los instantes gloriosos o infernales, el penalti resume el m¨¢s ¨¦pico, el que ha provocado mayores excesos b¨¦licos en el f¨²tbol, derivado de la presunta indefensi¨®n del guardameta, sometido al trote imperial del lanzador. No es extra?o que los m¨¢s belicosos lo llamen pena m¨¢xima, punto fat¨ªdico desde donde se fusila al guardameta. En muchas ocasiones el guardameta sale vivo del disparo, que el delantero yerra o sencillamente lo detiene el arquero como Schwarzenegger atrapa el disparo mortal con los dientes.
El penalti naci¨®, ciertamente, con ¨ªnfulas de fusilamiento; un asunto de especialistas en el zapatazo y tentetieso, de tal guisa que si el portero quer¨ªa deternelo se iba con bal¨®n y todo hasta la red de la porter¨ªa. A¨²n hoy, los parroquianos reclaman esa suerte suprema, ejecutada con toda la voluptuosidad del mundo. Quiz¨¢ quien alter¨® la circunstancia fue Antonin Panenka, un checoslovaco que jugaba en el Rapid de Viena y que en la final de 1976 otorg¨® a su pa¨ªs el titulo europeo al transformar el ¨²ltimo penalti del desempate con un lanzamiento sorprendente.
Recogi¨® la tensi¨®n ambiental, la responsabilidad, el riesgo, su pasado y su futuro, lo meti¨® entre el calcet¨ªn y la bota y se invent¨® un penalti que enmudeci¨® el estadio y dej¨® al gran guardameta alem¨¢n Seep Maier con un palmo de narices. Con la cintura le ense?¨® al portero el lugar del lanzamiento (la cintura siempre desvela los secretos) y, confiado en el enga?o, mando un bal¨®n manso y picado por el centro, que se aloj¨® en la red con un aire de suficiencia. De haberse quedado quieto en la porter¨ªa, un ni?o hubiera recogido el bal¨®n mientras hablaba con un amigo. Panenka era un buen futbolista, de esos que se denominan cerebrales, en contradici¨®n, al parecer, de los que solo son musculares, es decir jugadores-objeto.
Ezquerro interioriz¨® aquel penalti como el arte supremo del enga?o, muy por encima de otras suertes m¨¢s comunes como la paradinha (frenar la carrera para alterar el rumbo del lanzamiento). Ezquerro, un calagurritano que se cri¨® deportivamente en Osasuna y trot¨® el pa¨ªs hasta fichar por el Athletic, ten¨ªa aquel penalti grabado en la memoria. Lo entrenaba en Lezama con la secreta ambici¨®n de ponerlo en pr¨¢ctica en alguna ocasi¨®n. A su favor jugaban algunos aspectos nada despreciables: no era un especialista, los porteros no conoc¨ªan su actitud en esos trances.
Santi Ezquerro se ha hecho a s¨ª mismo, siempre merodeando las puertas de la gloria desde que abandon¨® el Salesianos y se inscribi¨® en la cadena de producci¨®n de Osasuna: centrocampista avezado, mediopunta incisivo, delantero habilitado, extremo zascandil. Cada entrenador ve¨ªa en ¨¦l una posibilidad distinta de ¨¦xito. Antic observ¨® sus posibilidades creativas, H¨¦ctor C¨²per prefiri¨® las resolutivas y Luis Fern¨¢ndez apuesta por las imaginativas. Amante del eslalon, de la velocidad, de la gambeta (tan bella como minusvalorada en la vieja Europa), resulta que lleg¨® el momento culminante y se manej¨® con el tacto de un diplom¨¢tico y el arte de un trilero.
Ezquerro entr¨® en la historia del Athletic en el minuto 58. Probablemente en ese momento s¨®lo pensaba en traducir su sue?o en realidad y de paso responder con los hechos a los retos de su amigo Etxeberria, que reclamaba el riesgo de la competici¨®n. El f¨²tbol es as¨ª, una colecci¨®n de instantes. Un penalti es algo as¨ª como aquella secuencia inolvidable de Visconti o Ingmar Bergman, m¨¢s f¨¢cil de recordar que el partido en su conjunto. Mucha gente no vio Casablanca pero sabe perfectamente que "siempre nos quedar¨¢ Par¨ªs". Nadie vio el gol de Pel¨¦, pero existe. A Ezquerro se le adelant¨® Panenka en la invenci¨®n del arte del lanzamiento y le dej¨® la gloria de ser un disc¨ªpulo aventajado.
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