Unos 20.000 manifestantes desbordan a la polic¨ªa y retrasan 5 horas la cumbre de la OMC
ENVIADO ESPECIALCon una furia, una insistencia y un colorido que recordaban el Mayo del 68 franc¨¦s o las protestas norteamericanas contra la guerra de Vietnam, decenas de miles de manifestantes cercaron ayer por completo el Centro de Convenciones de Seattle y lograron retrasar cinco horas el comienzo de la cumbre ministerial de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), prevista para la ma?ana de ayer (hora local). No hubo ceremonia inaugural pero el director general de la OMC, Mike Moore, anunci¨® por la tarde que "ha habido una comida de trabajo con todos los ministros y los grupos negociadores est¨¢n en plena actividad".
Era una disparatada coalici¨®n de j¨®venes y maduros, norteamericanos, franceses y asi¨¢ticos, ecologistas y sindicalistas, anarquistas y nacionalistas, cuyo sentimiento com¨²n estaba resumido en la pancarta que luc¨ªa una chica vestida como una hippie de Woodstock: "Abajo Babilonia".
Los manifestantes empezaron siendo unos centenares en la madrugada y, mediada la ma?ana, con el refuerzo de los sindicalistas, llegaron a ser unos 20.000. Para todos ellos la OMC es la Babilonia del final del segundo milenio, una especie de siniestra organizaci¨®n de rostro an¨®nimo convertida en el motor de una globalizaci¨®n que s¨®lo favorece a las grandes empresas multinacionales.
Y que, seg¨²n dec¨ªan sus panfletos y pancartas, perjudica a todo lo dem¨¢s: los pescadores espa?oles, los agricultores franceses, las tortugas y los delfines, los trabajadores industriales norteamericanos, los ni?os esclavos de Asia, los bosques tropicales...
Cientos, miles de polic¨ªas uniformados de negro pugnaban por oponerse a la variopinta y enfebrecida muchedumbre. Iban a pie y a caballo, con granadas lacrim¨®genas, m¨¢scaras de gas, bastones el¨¦ctricos y de madera y armas de fuego cortas y largas. En los momentos de mayor pulso con los opositores a la OMC, los polic¨ªas destacaban de sus filas falanges de agentes disfrazados como el personaje cinematogr¨¢fico RoboCop, con cascos de dise?o futurista, chalecos antibalas y botas reforzadas.Con los opositores a la OMC due?os de las calles, los delegados de los 135 pa¨ªses miembros no pudieron acudir a la ceremonia de inauguraci¨®n, prevista en el teatro Paramount, al lado del Centro de Convenciones. La delegaci¨®n espa?ola, dirigida por la secretaria de Comercio, Elena Pisonero, qued¨® encerrada en su hotel y tuvo que replegarse a pisos superiores cuando los gases lacrim¨®genos de la polic¨ªa asfixiaron las tres primeras plantas.
Al cierre de esta edici¨®n, varios miles de personas recorr¨ªan las calles de Seattle. Constituian una muchedumbre abigarrada, festiva y pac¨ªfica, aunque en las horas anteriores algunos grupos de j¨®venes hab¨ªan destrozado escaparates. Muy nerviosa y habiendo perdido el control de la situaci¨®n, la polic¨ªa dispar¨® masivamente granadas lacrim¨®genas y detuvo a decenas de personas.
En un gesto considerado oportunista por las delegaciones europeas, Bill Clinton, el presidente de EE UU, que hoy tiene previsto hablar en la cumbre de la OMC, expres¨® en Washington su "viva simpat¨ªa" por las preocupaciones sobre medio ambiente y empleo de los manifestantes.
Los organizadores de la protesta, una alianza de organizaciones ecologistas y sindicalistas, han realizado una intensa campa?a publicitaria, utilizando los instrumentos de comunicaci¨®n de la mundializaci¨®n: anuncios pagados en los diarios, entrevistas en televisi¨®n y difusi¨®n masiva y gratuita en Internet. Y han logrado presentar a la OMC como un instrumento de las grandes empresas que quieren pescar al precio de la vida de las tortugas, vender carne hormonada y productos trasg¨¦nicos y abrir factor¨ªas que exploten la mano de obra infantil en el Tercer Mundo.
En contra de la globalizaci¨®n se expresaban ayer desde los ecologistas del Sierra Club al ultra republicano Pat Buchanan, pasando por la central sindical AFL-CIO. Consiguieron hacer pi?a en las calles de Seattle mientras los partidarios de la globalizaci¨®n se divid¨ªan en un enfrentamiento duro y posiblemente insuperable entre Washington y la Uni¨®n Europea.
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