Sin tregua JOAN B. CULLA I CLAR?
Me interesa precisarlo de entrada: nunca he profesado ninguna especial admiraci¨®n hacia el nacionalismo vasco, y jam¨¢s lo he considerado un modelo estrat¨¦gico, t¨¢ctico ni organizativo provechoso para Catalu?a. Por el contrario, creo que el nacionalismo ha respondido y responde, en ambos pa¨ªses, a culturas pol¨ªticas muy distintas, y no puedo evitar cierto desasosiego cuando escucho a altos dirigentes del PNV sostener que una mayor¨ªa electoral del 51% es m¨¢s que suficiente para poner en marcha un proceso autodeterminista, o cuando contemplo las profundas fracturas pol¨ªtico-territoriales que han hecho de ?lava con Vitoria un cant¨®n del PP con veleidades secesionistas, de San Sebasti¨¢n un enclave del PSOE rodeado por la Guip¨²zcoa abertzale, y as¨ª sucesivamente.Dicho esto, y consciente de transitar por un campo minado, quisiera exponer algunas modestas reflexiones al hilo del anuncio de ruptura de la tregua de ETA -que expira hoy- y de las reacciones subsiguientes a esa noticia.
As¨ª, por ejemplo, ?han sido tan universales la sorpresa y la desolaci¨®n ante el comunicado etarra del pasado domingo? ?Incluso entre quienes no han mantenido jam¨¢s tregua alguna? Y no me refiero a esa sobada abstracci¨®n que atiende por "Estado de derecho", ni al ministro Mayor Oreja, ni a los distintos cuerpos policiales. No, aludo a esos intelectuales espa?olistas que han hecho del antinacionalismo vasco profesi¨®n de fe y profesi¨®n a secas. Aludo a Jon Juaristi, que ha consagrado los 14 meses de la tregua a tildarla de ilusoria, insidiosa y banal, a machacar al nacionalismo -atenci¨®n, no al terrorismo, sino al PNV y EA- con sentencias como "no existe ning¨²n nacionalista vasco que merezca la m¨¢s m¨ªnima estima moral" (La Vanguardia, 27 de febrero de 1999) y a prever que, "tarde o temprano", ETA volver¨ªa a matar. ?Se trataba de un pron¨®stico o de un secreto deseo? Porque para quien ha organizado su vida sobre la base de la maldad intr¨ªnseca del nacionalismo vasco, ?qu¨¦ mejor que unos bestias con pasamonta?as se la ratifiquen todas las semanas a tiros y a bombazos?
M¨¢s que la extrema virulencia dial¨¦ctica de esos autores, me admira de sus tesis la ausencia de cualquier resquicio que permita una salida pol¨ªtica al conflicto vasco. Atrincherado en una ortodoxia constitucionalista-estatutaria que ¨¦l mismo equiparaba el otro d¨ªa con el unionismo del Ulster -pero ser¨ªa m¨¢s bien el del reverendo Ian Paisley-, Juaristi reclama la vuelta del Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna, con las orejas gachas, al redil de la Mesa de Ajuria Enea, y exige de socialistas y populares una defensa cerrada y unitaria del stato quo, todo ello a la espera de que, alg¨²n d¨ªa, la aritm¨¦tica electoral permita arrumbar del Pa¨ªs Vasco el liderazgo nacionalista. Fernando Savater, por su parte, concede que ser¨ªa oportuno el traslado de todos los presos etarras a las c¨¢rceles de Euskadi -algo es algo-, pero asegura que, en materia de competencias y autogobierno, la comunidad aut¨®noma vasca ya tiene "casi de todo", con lo que no ha lugar ning¨²n debate al respecto. ?Qu¨¦ importa que buena parte de los ciudadanos vascos, de sus partidos pol¨ªticos, sus sindicatos y su tejido asociativo opinen de otro modo y aspiren a un nivel m¨¢s alto de soberan¨ªa?
En cuanto al Gobierno central, ?resulta cre¨ªble que el anuncio de la organizaci¨®n terrorista le cogiera de improviso? ?Tan inactivas est¨¢n las antenas de los servicios de informaci¨®n estatales a uno y otro lado del Bidasoa? Lo dudo, y sospecho m¨¢s bien que en la Moncloa se concept¨²a el problema de la violencia de Euskadi como una ¨²lcera sangrante aunque bajo control, cuyo tratamiento se realiza pensando m¨¢s en rentabilidades electorales que en curaciones definitivas. Si esta hip¨®tesis fuese cierta, ?qu¨¦ pose m¨¢s fotog¨¦nica para encajar la ruptura de la tregua que el modelo "dolida sorpresa" o "buena fe burlada"? Y luego esa ins¨®lita declaraci¨®n dominical del presidente en su palacio, esa planificaci¨®n washingtoniana de la comparecencia televisiva, ese arroparse m¨¢s que nunca con la bandera roja y gualda, esa imagen de firmeza y esa ret¨®rica de unidad, ?no eran ya un primer y magn¨ªfico anuncio de cara a los comicios del pr¨®ximo marzo? S¨ª, claro que desde hoy una angustiosa amenaza de muerte planea de nuevo sobre los cargos del PP vasco, pero se les ha vuelto a poner escolta y si -Dios no lo quiera- sucediese lo peor, ?acaso no se convertir¨ªa tambi¨¦n en poderoso combustible de campa?a?
Comprendo que tales consideraciones puedan parecer c¨ªnicas o descarnadas y, por no profundizar en ese terreno, me abstendr¨¦ de especular sobre c¨®mo deben de haber acogido la vuelta de los terroristas a las andadas los se?ores Barrionuevo y Vera, o el general Galindo. En todo caso, si ETA es la ¨²nica culpable del ominoso anuncio del domingo y de sus eventuales consecuencias, quienes criminalizan por sistema al nacionalismo y quienes confunden firmeza con par¨¢lisis han contribuido poco a reforzar las oportunidades que la tregua abri¨®.
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