Asombro
Una muchacha b¨²lgara trabaja como dependienta en una tienda de muebles. Dej¨® en su tierra a su perro, que, como el m¨ªo, es un teckel, y yo de vez en cuando entro y le dejo acariciar al m¨ªo, que, adem¨¢s, se ha encari?ado con ella. Un joven de aspecto andino empuja una carretilla, los ojos bajos, y con una voz muy dulce, dir¨ªa yo que sumisa, me pide paso en la verduler¨ªa. Dos magreb¨ªes acarrean los cubos de basura del restaurante en cuyas cocinas trabajan a los containers de la esquina, y se r¨ªen cuando mi perro les ladra, cada noche a la misma hora. Una chica argelina, muy dispuesta, atiende a la clientela de un caf¨¦, y cuando le preguntan de d¨®nde es dice que de Canarias: est¨¢ hasta el flequillo de preguntas indiscretas. Un africano subsahariano barre la puerta de una charcuter¨ªa que no cierra los domingos. Les estoy hablando de gente cercana a mi casa, gente que encuentro cuando voy a la mercer¨ªa a por botones, a pasear al perro o a tomar una ca?a mientras leo los peri¨®dicos un d¨ªa cualquiera por la ma?ana. Gente del barrio. Y as¨ª ocurre en todos los barrios de todas las ciudades, dir¨ªa yo. ?Queremos que sigan siendo ciudadanos de cuarta s¨®lo porque Leoncio y Trist¨®n se han puesto de acuerdo en su parte m¨¢s dura, que es la que mejor les une a los centristas?Mayor Oreja y Aznar han tomado las riendas en este fin de siglo y nos lo van a hacer pagar caro. Por un lado, pretenden reducir la locura del norte usando la camisa de fuerza. Por otra parte, se empe?an en mantener el estado actual de esclavismo de la inmigraci¨®n, que tan c¨®modo resulta a los patronos que hacen y deshacen gracias a la necesidad ajena. Sus soluciones resultan cerriles, sus recetas no s¨®lo no refuerzan las puertas: conducen al territorio que pretenden salvar en un pudridero.
Ante los dos grandes problemas con que encaramos el 2000, independentismo e inmigraci¨®n, disponemos de una clase pol¨ªtica, con Leoncio y Trist¨®n a la cabeza, que parece salida de un curso para bordes y tarugos por correspondencia. Una vez m¨¢s, me temo, vamos a ser el asombro de Europa. O puede que no. Puede que nos dispongamos a asombrar al mundo.
Y si el mundo se nos queda peque?o, asombremos a la galaxia. Qu¨¦ narices.
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