Barcelona no es Londres
En Barcelona, se acaba un ciclo de construcci¨®n de grandes infraestructuras culturales, pero falta a¨²n definir el modelo de gesti¨®n y el rumbo que van a seguir buena parte de ellos. Los oradores que participaron el jueves en el F¨°rum Barcelona Canvi de Segle, coordinado por Josep Maria Montaner y Daniel Navas y organizado por el Colegio de Arquitectos, coincidieron en este punto. Este fin de ciclo, pensado en su momento para culminar el proyecto de 1992, llega con una d¨¦cada de retraso. Durante este tiempo, las preguntas ?de d¨®nde viene la cultura en Barcelona?, ?d¨®nde se encuentra?, ?ad¨®nde va?... se han formulado en cada iniciativa, en cada principio de obra, en cada inauguraci¨®n, y no ha habido pocas ocasiones. Las m¨¢s recientes, la construcci¨®n del Auditori y la reconstrucci¨®n del Liceo. Pero tambi¨¦n la reconversi¨®n de la f¨¢brica Casaramona en el nuevo centro de exposiciones de La Caixa, proyectada por Roberto Luna; la segunda fase de la ampliaci¨®n del Palau de la M¨²sica, que lleva la firma de ?scar Tusquets, y otra ampliaci¨®n, la del Museo Picasso, cuyo responsable es Jordi Garc¨¦s. Los tres arquitectos participaron en el foro junto al concejal de Cultura, Ferran Mascarell, y el periodista y escritor Xavier Bru de Sala. La cuesti¨®n era hallar la definici¨®n del modelo Barcelona que, a juicio de Tusquets, pasa por valorar lo que la ciudad tiene de ¨²nico y potenciarlo. Esto es, en su opini¨®n, el modernismo: "Me parece fundamental que Barcelona se plantee lo que quiere ser: una minilondres o una superglasgow", en referencia a la ciudad escocesa que ha hecho de la obra de Charles R. Mackintosh el ¨¢ncora de la que pende mayoritariamente su actividad cultural y su proyecci¨®n exterior. Seg¨²n el arquitecto y dise?ador, Barcelona debiera hacer lo mismo con Gaud¨ª: "Con un gran museo sobre el modernismo s¨ª que jugar¨ªamos en la primera divisi¨®n mundial", afirm¨®.
A pesar de que la idea de Tusquets no suscit¨® entusiasmos entre los presentes -Mascarell le record¨® que se est¨¢ trabajando en un museo virtual sobre modernismo-, todos coincidieron en que Barcelona, en efecto, no es Londres. Ni por historia, ni por acumulaci¨®n de patrimonio, ni por recursos econ¨®micos, ni por poblaci¨®n. "Nos comparamos con Berl¨ªn, Par¨ªs y Londres, pero estas ciudades acometen sus reformas desde una perspectiva de Estado. Barcelona, sin raz¨®n de Estado ni de Rey, se est¨¢ poniendo al d¨ªa en temas que las ciudades europeas imaginaron en los sesenta. Nosotros empezamos a imaginarnos equipamientos culturales a mediados de los ochenta y hacemos cosas en un entorno que no nos es precisamente favorable", record¨® Mascarell. Fue incluso m¨¢s gr¨¢fico cuando emple¨® el calificativo kafkiano para referirse al encaje de bolillos entre instituciones -Gobierno central, Generalitat y Ayuntamiento- y patronos privados para conseguir financiaci¨®n para los m¨¢s grandes equipamientos: Macba, MNAC, Liceo y Auditori, entre ellos.
Xavier Bru de Sala apunt¨® que "durante muchos a?os, el hecho arquitect¨®nico ha pasado por delante de todo", y continu¨®: "Ahora tenemos que hablar de las pistas por las que circular¨¢n estos equipamientos". Unas pistas que pasan, a su juicio, por el incremento de recursos p¨²blicos y una nueva orientaci¨®n de la iniciativa privada, por la imbricaci¨®n de los grandes centros culturales en el tejido creativo de la ciudad y por el fomento de una "cultura cr¨ªtica".
Como tel¨®n de fondo de la discusi¨®n: el pesimismo acerca del inter¨¦s que suscitan las actividades culturales entre la poblaci¨®n. El mismo Mascarell, aunque asegur¨® que las cifras de asistentes al teatro, conciertos o exposiciones han crecido en los ¨²ltimos a?os, afirm¨® que ser¨ªa necesario un estudio sociol¨®gico para entender por qu¨¦ los museos de todo el mundo est¨¢n llenos de barceloneses que no visitan los centros de su ciudad.
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