El asesino viaja en tren
Intensa b¨²squeda en Francia de un joven acusado de matar a dos pasajeras de coches-cama
Sid Ahmed Rezala tiene la mala costumbre de viajar sin billete. Los revisores le han denunciado en 40 ocasiones y en cada una de ellas tuvo que mostrar su carn¨¦ de identidad para evitar ser entregado a la polic¨ªa. Esas 40 denuncias le han convertido ahora en el principal sospechoso de dos asesinatos ferroviarios, el de Isabel Peake, el pasado 13 de octubre, y el de Corinne Caillaux, la noche del 13 al 14 de diciembre. En el primer caso, el tren iba de Brive a Par¨ªs; en el otro, de Ventimiglia a Calais. "Es verdad que Sid Ahmed viaja mucho y que lo hace sin pagar, pero de ah¨ª a convertirle en un asesino...", dicen sus padres.El joven, de 20 a?os, nacido en Argelia, pero de nacionalidad francesa, hab¨ªa salido de la c¨¢rcel hace poco tiempo. Por intento de violaci¨®n de una chica, seg¨²n los padres; de un menor, seg¨²n el sumario. Antes ya hab¨ªa tenido problemas con la polic¨ªa y con la justicia debido a que se le atribuyeron diversos robos y otros actos violentos.
La joven Isabel Peake era una brit¨¢nica que estudiaba Derecho en Francia. Subi¨® al tren en Limoges con el prop¨®sito de ir a Par¨ªs y tomar luego el Eurostar con destino a Londres. Nunca lleg¨® a la capital francesa. Su cuerpo, semi-desnudo, apareci¨® junto a la v¨ªa del tren un d¨ªa despu¨¦s. Ahora, algunas personas aseguran que vieron a la joven brit¨¢nica discutiendo con el sospechoso en la estaci¨®n de Limoges.
Corinne Cailloux, de 36 a?os, fue encontrada en los lavabos del expreso por los revisores. Hab¨ªa recibido 13 pu?aladas; una de ellas le cort¨® la car¨®tida. Su hijo, de cinco a?os, dorm¨ªa en el departamento contiguo esperando despertar cerca de la frontera italiana, en casa de su abuela, a la que ambos iban a visitar por encontrarse hospitalizada.
Para el juez instructor de Dijon, ciudad en la que debi¨® apearse el asesino, "la detenci¨®n del culpable debiera ser cuesti¨®n de horas, o al menos eso es lo que deseamos". La relaci¨®n entre los dos cr¨ªmenes, que presentan notables similitudes, pero dejan entrever tambi¨¦n diferencias importantes, ha sido subrayada por la propia polic¨ªa, que distribuy¨® en su momento un retrato robot entre sus agentes.
Tras el segundo crimen, la polic¨ªa ha trabajado con mayor celeridad que en el caso de la joven brit¨¢nica. Cuando poco despu¨¦s de las tres de la madrugada del pasado d¨ªa 14 los revisores del tren descubren el cad¨¢ver de Corinne Caillaux, el convoy se detiene en Dijon y la polic¨ªa interroga a 59 viajeros. El supuesto autor del apu?alamiento logr¨® huir. El vag¨®n qued¨® precintado para investigar pistas.
La imagen reconstruida del supuesto asesino es la de un joven de cara redonda, labios gruesos, nariz ancha y pelo corto debajo de una gorra de b¨¦isbol con la visera puesta sobre el cogote. Su imagen amenaza con convertirle en protagonista de las pesadillas de muchos viajeros, ya que el reciente caso de Corinne -a la que sus allegados recuerdan como una mujer sencilla, madre de dos hijos y siempre pendiente de los dem¨¢s- ha conmovido a Francia.
Mientras, en Marsella, la ciudad donde viv¨ªa Ahmed Rezala, quienes le conocen no le identifican con la terrible imagen que ahora se le atribuye. "Era un tipo tranquilo, no creaba ning¨²n problema. No puedo creerme que haya hecho esto", dec¨ªa ayer la propietaria del bar en el que compraba tabaco.
Que los padres se nieguen a reconocer que su hijo Ahmed Sid pueda ser distinto de como le imaginaban -"todos sus problemas vienen de las malas compa?¨ªas"- no sorprende, pero s¨ª que en su barrio marsell¨¦s nadie d¨¦ importancia a sus antecedentes judiciales. "Aqu¨ª siempre se comport¨® correctamente. Es un joven reservado pero normal". Olvidadas, pues, las peleas con arma blanca, las tentativas de violaci¨®n, los robos o los trastornos ps¨ªquicos de los que habla su historial m¨¦dico-delictivo. "Una violaci¨®n no es un asesinato", concluye un panadero, cliente del bar y extra?amente comprensivo.
Parece que s¨®lo el ADN podr¨¢ probar si Ahmed Rezala es finalmente el culpable que todos los indicios se?alan: la gorra manchada de sangre encontrada en el tren que se dirig¨ªa a Ventimiglia, las denuncias de los revisores, el testimonio de varios viajeros, etc¨¦tera. Ayer, la polic¨ªa de Marsella realiz¨® m¨²ltiples interrogatorios para intentar dar con su paradero, todav¨ªa un misterio.
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